TRES FUENTES Y TRES PARTES INTEGRANTES DEL MARXISMO
PRESENTACION
Del ajuste de cuentas de los maestros fundadores del socialismo
científico, para las décadas del '60 (la segunda mitad de ésta), y la
del '70 del siglo XIX, con los profesores universitarios de Alemania; lo
cual ocurre una vez que Carlos Marx da el grito de combate contra la
nueva corriente oportunista de derecha llamada socialismo de cátedra;
pero, inmerso en la preparación de los nuevos tomos de su obra cumbre,
que es "El capital", es
Federico Engels (su entrañable camarada y compañero de armas a tomar en
el terreno que fuera, sobre todo en el de la teoría revolucionaria en
sus tres vertientes fundamentales: teórica, político-ideológica y
organizativa, como en la táctica de lucha del movimiento revolucionario
del proletariado socialista), quien le pone el cascabel al gato y
produce aquellos artículos magistrales en el órgano del Partido
Socialista Alemán, desenmascarando al más presuntuoso y presumido de la
banda del socialismo de cátedra, quienes compraban a papeletazos limpios
el ingreso al Partido, sin compartir con éste sus lineamientos básicos
esenciales de la plataforma programática del Partido.
Este sujeto era Eugenio Dühring, un afamado profesor universitario de
una universidad alemana. Pero detrás de éste, y en la oscuridad de la
penumbra, estaban Bernstein, como el mismo Kautsky y otros, que bien
pronto comprendieron que no podrían salir victoriosos de sus traiciones
ante esos dos geniales colosos creadores de la doctrina del socialismo
científico.
Esos artículos de Engels fueron recogidos y publicados bajo el título "La
sublevación de la ciencia por Eugenio Dühring", que bien
pronto se conoció como el
"Anti-Dühring".
Un aventajado discípulo y dirigente del movimiento socialista europeo, a
fin de popularizarlo, resumió este mismo libro bajo el atractivo y
sugestivo título "Del
socialismo utópico al socialismo científico", volviéndose
uno de los textos socialistas más solicitado y en efecto leído.
Pero ya en el siglo XX, en vísperas de la Primera Guerra Mundial y en
plena lucha contra el oportunismo de la Segunda Internacional y el
revisionismo bernsteiniano y kautskiano, como contra el liquidacionismo
trotskista, Lenin, en el 1913, volviendo a las raíces más profundas del
asunto, elaboro sus "Tres
fuentes y tres partes integrantes del marxismo", que cabe
decirse, remozó la vitalidad revolucionaria por el estudio y comprensión
del marxismo revolucionario proletario.
Si se saca cuenta lo formulado por el maestro del comunismo, de la
revolución proletaria socialista y de la dictadura del proletariado,
bajo el título de "Tres
fuentes y tres partes integrantes del marxismo", y que
corresponde al mes de marzo del 1913, hoy día hace 106 años de ese
acontecimiento, por lo que cabe resaltar que al momento del 1913 había
transcurrido todo el espacio de tiempo que abarca del 1847 al 1913, que
suman 66 años de haberse elaborado y publicado el "Manifiesto del
Partido Comunista", que sin duda de ningún tipo, a la fecha, es la
presentación formal del marxismo con su emblemática formulación: "Un
fantasma recorre el mundo (para ese entonces se refería este
concepto a Europa, hoy es otra cosa), es el fantasma del comunismo".
No obstante subrayemos, que tras esos 66 años transcurridos, Lenin, para
marzo del 1913, escribió como reflejo vivo y crudo de la áspera realidad
de la conspiración solapada y taimada de los adversarios del comunismo,
contra esta doctrina del marxismo, toda una recua de partidarios y
apologistas de la esclavitud asalariada que concertaban la orquestación
ciega y fanatizada como sectaria de "la mayor hostilidad y el odio de
toda la llamada ciencia burguesa (tanto la oficial como la liberal o de
gabinete), que ve en el marxismo una secta nefasta", y esto Lenin lo
aborda con una majestuosa madurez filosófica, nacida de lo más profundo
de su sólida e inconmovible conciencia científica viva, afirmando: "Y no
puede esperarse otra actitud, pues, en una sociedad erigida sobre la
lucha de clases, no puede haber una ciencia social 'imparcial'", a lo
que agrega, a título de subrayamiento enfático: "De un modo o de otro,
toda ciencia oficial y liberal defiende la esclavitud asalariada
capitalista burguesa, mientras que el marxismo (como doctrina), ha
declarado la guerra implacable a esa esclavitud burguesa capitalista y a
cualquier otra forma de esclavitud".
Es que todo esto que elucidamos y mencionamos sigue sucediendo y
aconteciendo. Sobre todo y en primer lugar, en todos los niveles de
educación desde la preprimaria hasta la universitaria.
Ahora, recientemente, una joven de un gran potencial intelectual y de
inquietudes que auguran la posibilidad de una persona de convicciones
nos hizo llegar su turbación cuando, en una clase de filosofía en la
Universidad Pedro Henríquez Ureña (UNPHU) quiso saber de boca y juicio
del "catedrático" su opinión sobre el marxismo; y ese super genio y de
una inteligencia genial le dio por respuesta: Eso ya no existe. Está en
desuso.
Y por nuestra parte, le hicimos llegar la siguiente sugerencia a esa
joven:
Toma y léete, detenidamente, estos dos textos elementales "Acerca de la
práctica" el uno, y "Acerca de la contradicción" el otro. Y luego,
pregúntate a ti misma y, si te parece, pregúntaselo al genial profesor
de esa "universidad" si esas verdades sobre el conocimiento, sus raíces
y naturaleza, están en desuso o pueden caer en desuso como un pedazo de
hierro termina pudriéndose por los efectos de su oxidación.
El otro caso es el de una pareja de hermanos que, estudiando en INTEC,
en una materia se presentó el tema de la historia de la filosofía y la
división fundamental de ésta.
Su respuesta fue, que la historia de la filosofía es la historia de la
lucha entre el idealismo de un lado y el materialismo del otro. Y que la
filosofía podía ser, por tanto, idealista o materialista. Si la
corriente o escuela filosófica atribuía el pensamiento y las ideas al
reflejo en el cerebro de la realidad que existe fuera de su conciencia,
era materialista, mientras que si atribuía que la realidad objetiva era
creada por el cerebro y el pensamiento entonces era idealista.
Para finalizar, desde ese momento, ese profesor se hizo un persecutor
inquisitorial de ambos hermanitos, porque hacer esa afirmación es algo
monstruoso y criminal. O sea que, como hemos querido subrayar con Lenin,
la doctrina del marxismo suscita en el mundo civilizado actual la mayor
hostilidad y el mayor odio de parte de los abanderados y defensores
apologistas a ultranza del imperialismo, del clericalismo y las
religiones como de los beneficiarios de la explotación y la opresión del
hombre por el hombre.
He aquí, pues, esa magistral síntesis del genial e inigualable ideólogo
y jefe de la revolución socialista mundial y de la liberación nacional
que es el marxista indudable Vladimir Ilyich
Lenin.
TRES FUENTES Y TRES PARTES INTEGRANTES DEL MARXISMO
Publicado con la firma de V.I. Lenin en marzo de 1913, en el número 3 de
la revista Prosveschenie
La doctrina de Marx suscita en todo el mundo civilizado la mayor
hostilidad y el mayor odio de toda la ciencia burguesa (tanto la oficial
como la liberal), que ve en el marxismo algo así como una "secta
nefasta". Y no puede esperarse otra actitud, pues en una sociedad
erigida sobre la lucha de clases no puede haber una ciencia social
"imparcial". De un modo o de otro,
toda la ciencia oficial
y liberal defiende la
esclavitud asalariada, mientras que el marxismo ha declarado una guerra
implacable a esa esclavitud. Esperar una ciencia imparcial en una
sociedad de esclavitud asalariada, sería la misma pueril ingenuidad que
esperar de los fabricantes imparcialidad en cuanto a la conveniencia de
aumentar los salarios de los obreros, en detrimento de las ganancias del
capital.
Pero hay más. La historia de la filosofía y la historia de las ciencias
sociales enseñan con toda claridad que no hay nada en el marxismo que se
parezca al "sectarismo", en el sentido de una doctrina encerrada en sí
misma, rígida, surgida al
margen del camino real del desarrollo de la civilización mundial.
Al contrario, el genio de Marx estriba, precisamente, en haber dado
solución a los problemas planteados antes por el pensamiento avanzado de
la humanidad. Su doctrina apareció como
continuación directa e
inmediata de las doctrinas de los más grandes representantes de la
filosofía, la economía política y el socialismo.
La doctrina de Marx es todopoderosa porque es exacta. Es completa y
armónica, dando a los hombres una concepción del mundo íntegra,
intransigente con toda superstición, con toda reacción y con toda
defensa de la opresión burguesa. El marxismo es el sucesor natural de lo
mejor que la humanidad creó en el siglo XIX: la filosofía alemana, la
economía política inglesa y el socialismo francés.
Vamos a detenernos brevemente en estas tres fuentes del marxismo, que
son, a la vez, sus partes integrantes.
I
La filosofía del marxismo es el
materialismo. A lo
largo de toda la historia moderna de Europa, y especialmente a fines del
siglo XVIII, en Francia, donde se libró la batalla decisiva contra toda
la basura medieval, contra el feudalismo en las instituciones y en las
ideas, el materialismo demostró ser la única filosofía consecuente, fiel
a todos los principios de las ciencias naturales, hostil a la
superstición, a la hipocresía, etc. Por eso, los enemigos de la
democracia trataban con todas sus fuerzas de "refutar", de minar, de
calumniar el materialismo, y defendían las diversas formas del idealismo
filosófico, que se reduce siempre, de un modo o de otro, a la defensa o
al apoyo de la religión.
Marx y Engels defendieron del modo más enérgico el materialismo
filosófico y explicaron reiteradas veces el profundo error que
significaba todo cuanto fuera desviarse de él. Donde con mayor claridad
y detalle aparecen expuestas sus opiniones, es en las obras de Engels "Ludwig
Feuerbach" y "Anti-Dühring",
que -al igual que el "Manifiesto
Comunista"-
son los libros que no deben faltar en las manos de ningún obrero
consciente.
Pero Marx no se detuvo en el materialismo del siglo XVIII, sino que
llevó más lejos la filosofía. La enriqueció con adquisiciones de la
filosofía clásica alemana, especialmente del sistema de Hegel, que, a su
vez, había conducido al materialismo de Feuerbach. La principal de estas
adquisiciones es la dialéctica,
es decir, la doctrina del desarrollo en su forma más completa, más
profunda y más exenta de unilateralidad, la doctrina de la relatividad
del conocimiento humano, que nos da un reflejo de la materia en
constante desarrollo. Los novísimos descubrimientos de las ciencias
naturales -el radio, los electrones, la trasformación de los elementos-
han confirmado de un modo admirable el materialismo dialéctico de Marx,
a despecho de las doctrinas de los filósofos burgueses, con sus "nuevos"
retornos al viejo y podrido idealismo.
Marx profundizó y desarrolló el materialismo filosófico, lo llevó a su
término e hizo extensivo su conocimiento de la naturaleza al
conocimiento de la sociedad
humana. El
materialismo histórico de Marx es una conquista formidable del
pensamiento científico. Al caos y al desorden, que hasta entonces
imperaban en las concepciones relativas a la historia y a la política,
sucedió una teoría científica asombrosamente completa y armónica, que
muestra cómo de una forma de vida social se desarrolla, en virtud del
crecimiento de las fuerzas productivas, otra más alta, cómo del
feudalismo, por ejemplo, nace el capitalismo.
Exactamente igual que el conocimiento del hombre refleja la naturaleza,
que existe independientemente de él, es decir, la materia en desarrollo,
el conocimiento social del hombre (es decir, las diversas opiniones y
doctrinas filosóficas, religiosas, políticas, etc.), refleja el
régimen económico de la
sociedad. Las instituciones políticas son la superestructura que se alza
sobre la base económica. Así vemos, por ejemplo, cómo las diversas
formas políticas de los Estados europeos modernos sirven para reforzar
la dominación de la burguesía sobre el proletariado.
La filosofía de Marx es el materialismo filosófico acabado, que ha dado
una formidable arma de conocimiento a la humanidad, y sobre todo a la
clase obrera.
II
Una vez hubo comprobado que el régimen económico es la base sobre la que
se alza la superestructura política, Marx se entregó sobre todo al
estudio atento de este régimen económico. La obra principal de Marx, "El
Capital", está consagrada al estudio del régimen económico de la
sociedad moderna, es decir, de la sociedad capitalista.
La economía política clásica anterior a Marx se había formado en
Inglaterra, en el país capitalista más desarrollado. Adam Smith y David
Ricardo sentaron en sus investigaciones del régimen económico las bases
de la teoría del trabajo base
de todo valor. Marx prosiguió su obra, fundamentando con
toda precisión y desarrollando
consecuentemente esa teoría, y poniendo de manifiesto que el valor de
toda mercancía lo determina la cantidad de tiempo de trabajo socialmente
necesario invertido en su producción.
Allí donde los economistas burgueses veían relaciones entre objetos
(cambio de unas mercancías por otras), Marx descubrió
relaciones entre personas.
El cambio de mercancías expresa el lazo establecido por mediación del
mercado entre los distintos productores.
El dinero indica que
este lazo se hace más estrecho, uniendo indisolublemente en un todo la
vida económica de los distintos productores.
El capital significa un
mayor desarrollo de este lazo: la fuerza de trabajo del hombre se
trasforma en mercancía. El obrero asalariado vende su fuerza de trabajo
al propietario de la tierra, de la fábrica, o de los instrumentos de
trabajo. Una parte de la jornada la emplea el obrero en cubrir el coste
del sustento suyo y de su familia (salario); durante la otra parte de la
jornada trabaja gratis, creando para el capitalista
la plusvalía, fuente de
las ganancias, fuente de la riqueza de la clase capitalista.
La teoría de la plusvalía es la piedra angular de la teoría económica de
Marx.
El capital, creado por el trabajo del obrero, oprime al obrero, arruina
al pequeño patrono y crea un ejército de parados. En la industria, el
triunfo de la gran producción se advierte en seguida, pero también en la
agricultura nos encontramos con ese mismo fenómeno: aumenta la
superioridad de la gran agricultura capitalista, crece el empleo de
maquinaria, la hacienda campesina cae en las garras del capital
financiero, languidece y se arruina bajo el peso de la técnica atrasada.
La decadencia de la pequeña producción reviste en la agricultura otras
formas, pero esa decadencia es un hecho indiscutible.
Al aplastar a la pequeña producción, el capital hace aumentar la
productividad del trabajo y crea una situación de monopolio para los
consorcios de los grandes capitalistas. La misma producción va
adquiriendo cada vez más un carácter social -cientos de miles y millones
de obreros son articulados en un organismo económico coordinado-,
mientras que el producto del trabajo común se lo apropia un puñado de
capitalistas. Crecen la anarquía de la producción, las crisis, la loca
carrera en busca de mercados, la escasez de medios de subsistencia para
las masas de la población.
Al aumentar la dependencia de los obreros respecto al capital, el
régimen capitalista crea la gran potencia del trabajo asociado.
Marx va siguiendo la evolución del capitalismo desde los primeros
gérmenes de la economía mercantil, desde el simple trueque, hasta sus
formas más altas, hasta la gran producción.
Y la experiencia de todos los países capitalistas, tanto de los viejos
como de los nuevos, hace ver claramente, cada año a un número cada vez
mayor de obreros la exactitud de esta doctrina de Marx.
El capitalismo ha vencido en el mundo entero, pero esta victoria no es
más que el preludio del triunfo del trabajo sobre el capital.
III
Cuando el régimen feudal fue derrocado y vio la luz la "libre" sociedad
capitalista, en seguida se puso de manifiesto que esa libertad
representaba un nuevo sistema de opresión y explotación de los
trabajadores. Como reflejo de esa opresión y como protesta contra ella,
comenzaron inmediatamente a surgir diversas doctrinas socialistas. Pero
el socialismo primitivo era un socialismo
utópico.
Criticaba a la sociedad capitalista, la condenaba, la maldecía, soñaba
con su destrucción, fantaseaba acerca de un régimen mejor, quería
convencer a los ricos de la inmoralidad de la explotación.
Pero el socialismo utópico no podía señalar una salida real. No sabía
explicar la naturaleza de la esclavitud asalariada bajo el capitalismo,
ni descubrir las leyes de su desarrollo, ni encontrar la
fuerza social capaz de
emprender la creación de una nueva sociedad.
Entretanto, las tormentosas revoluciones que acompañaron en toda Europa,
y especialmente en Francia, a la caída del feudalismo, de la servidumbre
de la gleba, hacían ver cada vez más palpablemente que la base de todo
el desarrollo y su fuerza motriz era la
lucha de clases.
Ni una sola victoria de la libertad política sobre la clase feudal fue
alcanzada sin desesperada resistencia. Ni un solo país capitalista se
formó sobre una base más o menos libre, más o menos democrática, sin una
lucha a muerte entre las diversas clases de la sociedad capitalista.
El genio de Marx está en haber sabido deducir de ahí y aplicar
consecuentemente antes que nadie la conclusión implícita en la historia
del mundo entero. Esta conclusión es la doctrina de la
lucha de clases.
Los hombres han sido siempre en política víctimas necias del engaño de
los demás y del engaño propio, y lo seguirán siendo mientras no aprendan
a discernir detrás de todas las frases, declaraciones y promesas
morales, religiosas, políticas y sociales, los
intereses de una u otra
clase. Los partidarios de reformas y mejoras se verán siempre burlados
por los defensores de lo viejo mientras no comprendan que toda
institución vieja, por bárbara y podrida que parezca, se sostiene por la
fuerza de unas u otras clases dominantes. Y para vencer la resistencia
de esas clases, sólo
hay un medio: encontrar
en la misma sociedad que nos rodea, educar y organizar para la lucha a
las fuerzas que pueden -y, por su situación social,
deban- formar la fuerza
capaz de barrer lo viejo y crear lo nuevo.
Sólo el materialismo filosófico de Marx señaló al proletariado la salida
de la esclavitud espiritual en que han vegetado hasta hoy todas las
clases oprimidas. Sólo la teoría económica de Marx explicó la situación
real del proletariado en el régimen general del capitalismo.
En el mundo entero, desde Norteamérica hasta el Japón y desde Suecia
hasta el África del Sur, se multiplican las organizaciones específicas
del proletariado. Este se instruye y se educa manteniendo su lucha de
clase, se despoja de los prejuicios de la sociedad burguesa, adquiere
una cohesión cada vez mayor, aprende a medir el alcance de sus éxitos,
templa sus fuerzas y crece irresistiblemente.
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