LOS AGENTES ANTI-DOMINICANOS DEL APARATO
CUBANO DE ESPIONAJE SE COBIJAN EN EL ARCHIVO GENERAL DE LA NACION Según Juan Bosch, Alejandro Paulino,
Roberto Cassá y el nieto bastardo del leproso moral Bosch, Matías Bosch,
los haitianos tienen el derecho de tratar de ocupar el territorio de la
República Dominicana 03-04-2018 No cabe la menor duda que la Nación y el Estado
Nacional República Dominicana, están ante una hora crucial de su
historia. Se vive el momento en que debemos darle el jaque
mate a las hordas primitivo-salvajes haitianas; que, juzgándolas por sus
comportamientos y los resultados que de ellos se han cosechado y
obtenido, sólo sabe concluir que han demostrado la más ostensible
ineptitud, aparejada a la más repugnante falta de capacidad de
razonamiento como de aprendizaje; los haitianos son el pueblo más
recalcitrante que jamás haya conocido la historia. El pedazo territorial de la isla que les tocó
habitar, fue depredado de manera tan caníbal que ni las malas palabras
ni las maldiciones allí se reproducen. La sentencia del Tribunal Constitucional
dominicano, la 168-13, vino a ser como un rayo en la noche, oscura y
tenebrosa, del proceso de la última invasión y ocupación del territorio
nacional dominicano por las hordas bestiales tribales haitianas. No fue nada casual que, tras dicha justa,
correcta y necesaria sentencia del Tribunal Constitucional de la
República Dominicana, la fuerza corrosiva de la haitianización y de la
destrucción de la Nación y el Estado Nacional República Dominicana, a
partir de ahí, lanzaran al aire su conspiración, bajo la divisa de:
calumnia, calumnia, miente y miente, que algo queda. No sólo exhumaron, sacando del fondo del baúl de
su acopio de infamias e ignominias los adefesios de falsedades e
intrigas de la abominable carroña Price Mars, que, a su vez, las
carroñas positivistas, tanto Gustavo Mejía Ricart como la carroña
Eugenio María de Hostos, y el insignificante intelectualmente y
oportunista-trepador impenitente Hugo Tolentino Dipp, le brindaran su
aquiescencia o respaldo, con fines ignominiosos; que son, tanto los que
se refieren al otorgamiento de la impunidad a la nefasta y oprobiosa
Iglesia Católica-Vaticano, Romana y Cristiana, buscando con ello ocultar
el funesto papel de Caballo de Troya, llamando a las hordas de la
soldadesca haitiana a que invadieran y asesinaran a la recién
independizada Nación Quisqueyana en el 1822; papel desempeñado por la
Iglesia Católica-Vaticano, el Arzobispo Valera y el Papa Pío VII; como a
la vez justificarse a sí mismos en su bastardo y estéril prohaitianismo,
con rango de traición reiterada a la patria quisqueyana; actitud infame,
como ocurre con toda felonía, que es instigada por las carroñas
oportunistas y aventureras del vil mercenarismo castrista-cubano, que, a
su vez, ha encontrado un caldo de cultivo favorable en el abigarramiento
que es el chavismo venezolano, que es un verdadero amasijo indefinido y
sin criterio, o sea, puro positivismo. La peregrina tesis de Price Mars, a la que el
séquito anterior le hace coro y le sirve de vocería, es que fueron
grupos de dominicanos (habitantes de la colonia del Santo Domingo
español), que, no conformes con la proclamación de su independencia
hecha por José Núñez de Cáceres, quienes solicitaron la intervención
urgente de la soldadesca sanguinaria de haitianos con el católico Boyer
a la cabeza, para que anexara e incorporara la ex colonia española al
territorio de la convulsa y absolutista como despótica República de
Haití; que ya venía dando inequívocas manifestaciones de falta de
solvencia económica y financiera, que se agregaban a la interna
inestabilidad política, que se agravaba con los requerimientos del
gobierno de un antigua metrópoli Francia, de que debía pagar una
voluminosa indemnización a los colonos franceses como al gobierno de
Francia respectivamente; y todo ello como condición de reconocerle su
independencia. Resulta cuesta arriba entender, que un
conglomerado humano, como era el conglomerado de hombres con derechos
ciudadanos; esto es, los que no eran esclavos y, por lo tanto, súbditos
de España; que eran a su vez predominantemente analfabetos, con derecho
formal por lo menos a opinar y a suscribir un pedido por escrito, fuera
el que solicitara y tramitara, por voluntad propia y por sus propios
medios –que hasta ahora resultan absolutamente desconocidos–, ser
reducidos a “esclavos” de los negros haitianos; todo lo que carece tanto
de lógica como de coherencia. No obstante, el historiador trujillista Emilio
Rodríguez Demorizi lucirse desarticulando semejante adefesio de Price
Mars; e incluso, hacer uso en extenso de la magistral pieza de
refutación a Price Mars elaborada por el intelectual católico Manuel de
Jesús (Pepe) Troncoso de la Concha (trujillista por igual) en la que
éste pulverizó el manoseado alegato pueril de Price Mars; y, claro está,
que aunque Pipí Troncoso hizo una exhaustiva refutación a Price Mars,
calló lo de que, quien cocinó y dio curso a lo de la infame solicitud de
intervención y del yugo haitiano de 22 oprobiosos años sobre el pueblo,
Nación y el recién fundado Estado Dominicano, fue su santa Iglesia
Católica-Vaticano, la iglesia verdadera del hijo de dios, y dios él
mismo, la Iglesia del crápula Arzobispo Valera y del alias Papa Pío VII;
la que, luego de bendecir la santa alianza de Valera y Boyer, sin
pérdida de tiempo procedió a legalizar la criminal orden de los
jesuitas; para, ahí mismo, irse, en el 1823, al paraíso a sentarse a la
diestra en el interminable banco donde se sientan los cónsules de San
Pedro aquí en la tierra. Bien. Ahora, de nuevo, empieza la historia de la
lucha de la Nación, pueblo y Estado Nacional, República Dominicana; y
otra vez la misma; que no cambia ni se renueva; porque es la
representante del pasado ignominioso petrificado, la Iglesia
Católica-Vaticano, Romana y Cristiana, prosigue en su ignominioso papel
de enemiga a muerte de la Nación, del pueblo y de la existencia del
Estado Nacional, República Dominicana. Y ahí la tenemos. La misma Iglesia
Católica-Vaticano, parásita, retrógrada, enemiga de las naciones ex
colonias; aquella que satanizó y condenó, en su encíclica del 1824, del
alias Papa León XIII, a los movimientos separatistas y autonomistas como
independentistas; cuyos vientos empezaron a hacer tempestades desde
principios del siglo XIX; ahora, como maña vieja no se olvida, y el
alacrán ni las víboras venenosas pueden dejar a un lado su naturaleza
depredadora-criminal, aquí tenemos a la Iglesia Católica-Vaticano, con
su cuerpo del hampa criminal de los jesuitas a la cabeza, embistiendo a
ojos cerrados contra el pueblo dominicano, buscando la destrucción de la
Nación Dominicana; y, más aún, negándonos el derecho inalienable a
constituir nuestro Estado Nacional libre, soberano e independiente,
República Dominicana. Cuando, desde antes del 2013 y, en particular,
cuando a raíz de la sentencia del Tribunal Constitucional 168-13
reafirmamos: que los enemigos de dicha sentencia tenían, como su ariete
y arma fundamental, al ingrato y perverso cartel del opio de la
humanidad, Iglesia Católica-Vaticano, y en particular a los jesuitas;
esa peste criminal, ignorante y retrógrada, los nacionalistas
inconsecuentes y, por lo tanto, duartistas, o bastardos hijos de tres
padres, y así de católicos y furiosamente anticomunistas, como lo
vinchistas, los peñaballistas; como Manuel Núñez Asencio; e incluso
catorcistas, etc., etc., se horrorizaron y poco faltó para que buscaran
nuestro linchamiento por blasfemos. Sin embargo, el opusdeista autoconfeso
agustiniano y “nacionalista” vinchista, Pelegrín, hoy tiene que
reconocer que la Iglesia Católica-Vaticano, su iglesia, es parte de los
planes antinacionales. ¡Oh! Pelegrín, cuantas penitencias tendrás que
hacer en pago a tu gratuita ceguera, sordera y obnubilación de tu
juicio; porque ese ignominioso papel de la Iglesia Católica-Vaticano,
como de las canallas de las confesiones protestantes, hasta los ciegos
lo venían viendo. Pero es que, como dice la máxima, el que con cojo
anda, al año cojea; con gago, a la vuelta de la esquina gaguea; y el que
se acompaña de mañoso o los acompaña, más temprano que tarde mañosea, en
su acepción de mala costumbre e inveterado enemigo de la honestidad, la
honradez y la decencia. Así, el tanto cobijarse con la sombra funesta de
una carroña y leproso moral, por espía pagado e inveterado de la CIA,
como vil canalla agente a sueldo de los gobiernos imperialistas yanquis,
Juan Emilio Bosch Gaviño, ha terminado infectando al vinchismo y a los
vinchistas en su peste prohaitiana. Los Bosch son casi haitianos. El mismo leproso
moral, una carroña y vil canalla de la más baja estofa y de la peor
ralea, confesó que, en su niñez, al parecer de los 4 a los 8 años,
vivió, junto con otros hermanos, en Haití. Su sobrina, la leprosa moral y vil canalla
mercenaria de la CIA y de los yanquis, además de depravada y degenerada
carroña lesbiana, Milagros Ortiz Bosch, es, por nacimiento, haitiana,
según sus propias confesiones; por lo que, a confesión de partes, relevo
de pruebas. Según perciben en su recetario los jesuitas, cuya
especialidad es el lavado deformativo del cerebro de los niños, basta y
sobra que les den un niño de los 4 a los 7 años, y por siempre operará y
se comportará como una sabandija jesuita. Una crápula, y foco infecto-contagioso de
virulencia extrema, llamado Alejandro Paulino, es parte de aquel
tinglado que sirviera de informante, tanto a los servicios secretos del
balaguerismo y de la CIA como de los aventureros y canallas mercenarios
del aparato cubano en el país, a través del viejo leproso moral del
espionaje pagado y de las bandas terroristas cubanas al servicio de los
tígueres de Rolando Mas Ferrer, un precursor directo de Posada Carriles;
y cuya esposa y madre de los hijos de esa bazofia podrida de Chito
Henríquez, responsable de los asesinatos, entre otros, de Mauricio Báez
y Pipí Hernández, fuera funcionaria del sanguinario y ladino aparato de
inteligencia castrista, con asignación al Ministerio de Asuntos
Exteriores del socialfascismo castro-guevarista; razón por la que, el
tirano alimaña aceptaría al leproso moral y coprófago Chito Henríquez y
a su “flamante” esposa, a condición de que ésta no hiciera vida política
pública, so pena de deportación ipso facto. Amaestrada, la hiena Chito Henríquez aceptó. Pero
asimismo reclutó y encanalleció a jóvenes y mozalbetes anarco
terroristas y atracadores lengua-revolucionarios, como Alejandro
Paulino. Alejandro Paulino sigue en los suyo, de
informante y confidente de los cuerpos de espionaje que gustan jugar a
lo de los doble agentes; como el caso de Skripal y su hija, que se
ventila a escala internacional como núcleo de una disputa prefabricada
del bloque yanqui-Unión Europea-Inglaterra contra la Federación Rusa de
Putin. Como parte del engranaje del oportunismo cubano
que opera en el país, está ubicado como subdirector del Archivo General
de la Nación; que estaría llamado a ser el depósito de la memoria
histórica de la Nación y del Estado Nacional, República Dominicana. Como se sabrá, hemos dicho que el renegado
revisionista traidor y mercenario Roberto Cassá es otro leproso moral, y
espía; ahora como caballo de Troya de los cubanos y su famoso aparato de
espionaje, el cual le ha premiado otorgándole la condición de miembro de
número, o sea, oficialmente, de la Academia de la Historia Cubana. Dado que los cubanos y su tristemente célebre
Academia de la Historia, y siendo Cuba una nación bastante centrífuga,
con una historia nacional que va de lo pírrico a lo indigente y
miserable, basta y sobra recordar que fueron los Estados Unidos los que
le regalaron su seudo-independencia, acompañada de la Enmienda Platt;
como que Luis Manuel Céspedes fue, en el 1868, que, reconociendo que el
pueblo cubano se había acostumbrado a vivir de rodillas y sometido a los
dictámenes de su metrópoli colonial, la España negrera, y que por ello
nunca antes se había propuesto alcanzar su independencia; pero, con el
ejemplo de la Guerra de la Restauración de los dominicanos, era tiempo
ya que se pusiera de pie y lucharan; así se desplegó la Guerra de los
Diez Años y por ello, sin haber alcanzado la independencia, Luis Manuel
Céspedes es tenido como el padre de la Nación Cubana. Ese granuja del leproso moral Alejandro Paulino,
ensució en la publicación de acento.com, del confidente de la CIA,
Fausto Rosario Adames, el 6 de agosto del 2012 algo que merece
recordarse, y que cae como anillo al dedo ante la invasión y ocupación
de las hordas de haitianos contra la Nación Dominicana y en arremetida
contra la existencia del Estado Nacional, República Dominicana. Ese embarre de Alejandro Paulino, el leproso
moral y espía del aparato cubano, no tiene desperdicio en cuanto a
basuras confesadas y admitidas; que todo dominicano y dominicanista,
patriota y nacionalista, como lo enalteciera ese sublime ejemplar del
patriotismo indochino Ho Chi Min, cuando expresara, como la síntesis de
la experiencia de su vida revolucionaria, afirmando: nada para el ser
humano es tan importante como su Patria. Nada es más importante para
ésta que su independencia, su soberanía y su autodeterminación, como su
libertad y la democracia. Cita, el discípulo o epígono incondicional del
leproso moral, Juan Emilio Bosch Gaviño, que es Alejandro Paulino, a su
ícono diciendo: “Creo que los haitianos tienen todo el derecho a buscar
su vida. Todo el que nace tiene el derecho a buscarse la vida en la
forma en que tenga que buscársela”. La conclusión es bien clara y evidente: Bosch, al
igual que el leproso moral por espía pagado del aparato de espionaje
cubano, Alejandro Paulino, nada menos y nada más que sub-director del
Archivo General de la Nación de la República Dominicana, suscribe,
respalda y apoya la invasión de los haitianos a la República Dominicana,
sus acciones, las de los haitianos, tratando de ocupar y volver a las
ruedas de la historia al 1822, cuando los haitianos invadieron y
ocuparon, asesinando, la primera proclamación de nacimiento de la Nación
Quisqueyana en 1821. Pues bien, para cerrar la ecuación exacta y
perfecta: Cabe decir que los haitianos tienen, según Bosch y Alejandro
Paulino, como Roberto Cassá y el nieto bastardo del leproso moral Bosch,
Matías Bosch, el derecho de tratar de ocupar el territorio de la
República Dominicana, pero, por igual, aunque en sentido contrario, a
los dominicanos, nos asiste el derecho soberano de luchar hasta echarlos
para su territorio, que ellos han destruido y que ellos, las bestias de
las hordas haitianas, se han confabulado con todo cuanto sea extranjero
para destruirlo y llevarlo al estado de no retorno en que lo han
depredado. Lo de Pelegrín y esos nacionalistas clericales y
pro-imperialistas, como anticomunistas, está contaminado por su sucio y
rastrero maridaje con el Pálido Pelegato Boschista y con el leproso
moral Juan Emilio Bosch Gaviño.
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