Erupción movimiento popular reivindica la dominicanidad y dice No a la fusión con Haití, exige control y regla para los haitianos aquí en República Dominicana Repatriaciones legales y justas
Hay un asunto que amerita ser tratado con todo esmero y la más serena profundidad, y ese asunto no es otro que el de los hechos de sangre que, como secuelas inevitables y no deseadas por nadie, ha traído aparejado la recreación o erupción del movimiento que se desarrolla entre la gran población dominicana en defensa de la dominicanidad y en contra de la fusión con Haití, así como en justo rechazo a la odiosa y eventual masiva invasión de ciudadanos de ese vecino país que afecta negativamente a la República Dominicana, o sea, que opera en perjuicio de la nación nuestra. Lo cierto es que, como dicen los habitantes de Hatillo Palma, los primeros asesinados y la primera sangre derramada fue la de la dominicana Maritza Núñez, muerta y su esposo Domingo Antonio Luna, aún todavía convaleciente por la gravedad de las heridas asesinas de los haitianos. Pero esto a Abreu, el obispo católico, como a los otros mercenarios tipo Ayuso o Wilfredo Lozano, poco o nada les importa. A ellos les pagan para defender a los haitianos y alentar el chantaje contra los dominicanos. Hay quienes, como los voceros de la infame e ingrata Iglesia Católica y sus obispos, junto con los agentes pagados por España en primer lugar, por Francia, EE.UU., Canadá, Italia, Alemania, etc., que operan desde ONG’s, en su inmensa mayoría, para no decir todas, apéndices de la misma Iglesia Católica a la que el Estado dominicano sostiene económicamente, en forma harto parasitaria, de un todo hasta el punto que su negra sotana con que se encubren los curas parece dirigida a lograr un mayor parecido con las sanguijuelas y se le permite, sobre todo, tener dentro de dicho Estado su organización paralela propia o supraestatal, lo mismo que mercenarios oportunistas formados como traidores anti-nacionales, como el oportunista revisionista del ex-partido “capitulacionista” dominicano (p“c”d) Wilfredo Lozano que, junto con una banda de estos mismos, se refugia tanto en la Flasco y en el PRD, como en la Fundación Global, o bien el pusilánime Juan José Ayuso, de la misma baja estofa que esos revisionistas y también ex del ex-partido “capitulacionista” dominicano, sólo y principalmente quieren ver un supuesto racismo en el ambiente, o sólo aprecian un unilateral afán persecutorio e inhumano de los dominicanos contra los haitianos, y no, en absoluto, que es lo que encarna en este espasmo dominicanista, un movimiento natural y consciente de los dominicanos en defensa de su patria ante la traición de las autoridades de los tres corrup-partidos del sistema, de la Iglesia Católica, de los protestantes y de la franja de ideólogos de los oportunistas y revisionistas del patio que están vendidos. Este mismo grupo es el que ha sustentado, haciéndole un ingrato coro a las perversidades de Juan Bosch Gaviño, hoy recomprobado agente del espionaje norteamericano, que en nuestro país, República Dominicana, debe considerarse un patriota y luchador por la independencia nacional, otorgándole carácter de prócer patrio dominicano, a nada menos y nada más que al jefe militar de la ocupación española de República Dominicana, tras ser decretada la acción traidora de la anexión, esto es, que le encaquetan el título de prócer patrio a Máximo Gómez, lo cual es algo así como peor que una herejía. Lo más importante y significativo para los dominicanos es que el pueblo quisqueyano ha vuelto a demostrar que existe como depositario de un claro y definido sentimiento patriótico dominicanista, aún por encima y venciendo las repetidas traiciones comprobadas de los líderes de los corrup-partidos del sistema, de los ingratos y perversos jerarcas católicos y su Iglesia vaticanista, igual que los centros de las sectas evangélicas que, mercenariamente, buscando seguirse llenando los bolsillos de dinero en pago por sus acciones de traidores a la patria y a sus conciudadanos, cierran los ojos ante el desastre que para la República Dominicana significaría la fusión con Haití, y que esa fusión se está desarrollando con la invasión de haitianos. Lo que le duele a los revisionistas, oportunistas y traidores Wilfredo Lozano, Juan José Ayuso, a los patricidas como Andrés L. Mateo, Odalís Pérez, el que si se muerde la lengua, según afirman los que lo conocen, cae muerto ahí mismo por una descarga de veneno letal peor que el de las serpientes cobra, es que el pueblo, en una reacción que jamás esperaron que se produciría, esté dando pasos manifiestos que demuestran que no quieren la fusión con Haití ni a los haitianos aquí, en una eventual imposición de fusión a través de su masiva presencia en el territorio dominicano. Es claro que lo de los hechos de sangre y los dos o tres muertitos acaecidos son sólo pretextos para acorralar y vencer el renacimiento del movimiento por el rescate de la nación dominicana haciendo sembrar la confusión y, por sobre todo, distorsionando los reales objetivos y la verdadera conducta de la inmensa mayoría de dominicanos que se unen para demandar, por encima y aún en contra de las autoridades traidoras, de la ingrata y perversa Iglesia Católica y de las sectas protestantes, así como de los oportunistas, que se ponga fin y se detenga el siniestro plan de fusionar a la República Dominicana con Haití. Los hechos sangrientos ocurridos en Hatillo Palma son provocados incluso por la idiosincrasia haitiana, por la agresividad delictiva de éstos, que busca ciegamente retrotraernos y atarnos sin esperanza de superación en el marco de la vida civilizada al salvajismo que ellos -los haitianos- han elevado a la condición sagrada e inamovible, como una condición petrificada e inalterable en su idiosincrasia que llevan colgada de su aberrada existencia. La cuestión no radica en la negritud, o sea, en el color de la piel de los haitianos; esa consideración es unilateral y pervertida, y si fuese así, que se atrevan a explicar por qué tampoco aceptamos que se nos meta de contrabando a Máximo Gómez como supuesto libertador antillano pretendiendo desconocerse que fue jefe de las fuerzas de ocupación en República Dominicana cuando la desgraciada anexión a España, como seguimos luchando contra el injerencismo español y su capital negrero falangista, criminal y opus dei-cristiano. Del mismo modo rechazamos la intervención de las tropas imperialistas norteamericanas en el 1965 o de los blancos de a verdad del maldito agente anti-dominicano José Francisco Peña Gómez. Lo que sí deberían saber los que pretenden imponer a como dé lugar la fusión, es que su intento puede llevar a una tragedia fatal para todos, y que por lo tanto deben ponerle un stop, un alto, y desmontar su trama, y los pocos hechos de sangre son como una muestra de hacia dónde nos quieren llevar los partidarios de la fusión. La Iglesia, con sus obispos Rafael Leonidas Núñez de Barahona, Abreu de Mao, De la Rosa Carpio, José Dolores Grullón, así como los agentes de la fusión como Regino Martínez (cura jesuita), Hartley de Los Llanos, Riquoy de Jimaní y sus corifeos como el padre Jesús de Enriquillo, o José Ramón de la Cruz en Jimaní, lo que han venido haciendo contra el país dominicano y el pueblo quisqueyano no tiene madre ni padre, es el ejemplo vivo de la máxima ingratitud, comprobando que lo de “gracias a dios” es una manera de ser ingratos con los seres humanos, pues mientras repiten como gallaretas “gracias a dios”, por el otro lado afirman “nunca crean en otro hombre”, “maldito el hombre que cree en otro hombre”, y así le cogen los cuartos de los fondos estatales a los dominicanos, hacen que el pueblo dominicano los mantenga como sus parásitos, y viven al acecho para asesinarnos. No cabe duda que son buenos cristianos de “a dios rogando y con el mazo dando”. Tanto los de la jerarquía católica como los evangélicos y sus sectas deben decir al mundo que así como los país europeos dicen “No” en referéndum a la Unión Europea, los dominicanos estamos con el “No” a la fusión y con el “No” a la presencia masiva de haitianos en el país. Las ratas pusilánimes y traidores oportunistas como los Wilfredo Lozano y los Juan José Ayuso y toda esa retahíla de patricidas, jamás podrán apreciar el valor moral que para la dominicanidad tiene este sacudimiento en defensa de la República Dominicana. Por nuestra parte, queremos advertir a los dominicanos patriotas que no se dejen confundir, que tampoco permitan ser arrastrados por las provocaciones, que no caigan en el error de cazar como animales a los haitianos, que no deben abusar de esos vecinos, que el movimiento de defensa de la nación dominicana no tiene necesidad de violencia irracional ni mucho menos de convertirse en criminal. Dada la influencia y la estructura secreta y pública de la Iglesia Católica dentro de las FF. AA. y la Policía Nacional, lo mismo que la de los Estados Unidos de América, Francia, Canadá, Alemania, España, etc., hay que esperar que estos hagan complot, urdan intrigas y hechos criminales para contrarrestar en sus inicios el movimiento patriótico dominicano y así poder derrotarlo. Es en todo esto que debemos insistir.
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