El gobierno de George W. Bush como imperialista es fascista y nada le importó la gente de Nueva Orleans con ciclón Katrina
George W. Bush ha representado, con sus dos desgraciados gobiernos, que la democracia, donde menos existe, aunque parezca todo lo contrario, es en los EE.UU., país en el que impera el predominio sobre el Estado y sus instituciones de los consorcios monopolistas, sustentados en el poder absoluto del capital financiero que, siendo la fusión del gran capital industrial con el gran capital comercial, el de los banqueros, se erige en el dueño absoluto del control y decisión del Estado. El lugar de la democracia, cuyo aporte a la cultura política de la sociedad moderna, posterior al feudalismo escolástico y absolutista despótico, es obra de la ilustración norteamericana, compuesta por descendientes de colonos ingleses, en particular por las tres figuras claves del llamado iluminismo norteamericano, Thomas Jefferson, Tomas Paine y Benjamín Franklin; en Europa a los integrantes de ese movimiento intelectual y cultural se les conoció como la Ilustración, y, en el caso particular de Francia, como enciclopedistas; pero que en Inglaterra constituyó el movimiento de los empiristas ingleses, con Bacon, Hobbes y Locke, que, al decir del genio de Carlos Marx, el creador, junto a Federico Engels, del materialismo dialéctico y del materialismo histórico, son los verdaderos creadores del materialismo moderno, pero que por razones específicas (entre las que están la descomposición y acorralamiento de los estamentos de la nobleza, así como el temor de parte de los protagonistas, que eran parte de la clase dominante, esto es, de la burguesía inglesa), prefirieron denominarse empiristas y a su movimiento el empirismo, que no deja de ser nominalmente un ejemplo histórico del materialismo vergonzante, que facilitaría su manipulación por el más perverso idealismo subjetivo de los David Hume y el cura Berkeley.
El imperialismo norteamericano, consolidado como la primera potencia
imperio-capitalista mundial, pero no la única, como pérfidamente
pretenden hacer creer la prensa burguesa y los renegados revisionistas,
todo eso con fines tan inconfesables como aviesos, tampoco es el paraíso
de la democracia, a pesar de sus aspavientos y en contra de las lisonjas
y pompas de la misma prensa amarilla burguesa y venal, junto siempre a
los renegados revisionistas. En la justicia, sus tribunales no operan partiendo de las evidencias (pruebas comprobadas) sino de las sospechas. El Poder Legislativo está controlado por los politiqueros sirvientes de los consorcios monopolistas que tienen el control del Poder Ejecutivo y de las Fuerzas Armadas. George W. Bush, en sus dos gobiernos, representa y encarna en forma viva esa dolorosa y terrible situación. Lo que impera y predomina en los EE.UU. no es ya la vieja fórmula de los Jefferson, Paine y Franklin de: “el gobierno del pueblo y para el pueblo”, ni que establece a éste como la fuente y garante del Poder, como aportaron estos grandes pensadores burgueses revolucionarios de su época. La fuente del Poder, igual que de la justicia, está ubicada en los despachos y bancos de los grandes representantes del capital parasitario y financiero internacional. Fue harto indolente y despectiva la forma con que George W. Bush tomó la inevitable llegada del fuerte ciclón Katrina, de fuerza devastadora, pues es uno de los de mayor intensidad en la escala que miden esos fenómenos naturales, ya que en una de estas escalas le dieron grado de intensidad 5, mientras que en el otro 4. Katrina era lento y extenso.
¿Por qué entonces George W. Bush, el que se jacta, junto a los
depredadores, como el judío Cheney y la negra Condoleezza Rice, de haber
sido escogidos por el dios cristiano para realizar sus deseos, no se
preocuparon por la fatal suerte que le acarrearía a la población
afro-norteamericana (negra) y a los hispanos que masivamente viven en
Lousiana? La actitud de George W. Bush fue esperar y propiciar que el Katrina hiciera los mayores desastres, convertir aquello en el gran negocio de los consorcios monopolistas de la construcción, de carreteras, puentes, movimientos financieros y hasta hacerle el gran negocio a los monopolios en el campo de los medicamentos.
¿Acaso no fue el mismo caso del ciclón George y el desastre provocado por
el pelegato Pálido con lo de La Mesopotamia, en San Juan de la Maguana? ¿Qué hacían Bush, Cheney, Condoleezza y demás mientras el ciclón arrasaba en ese Estado de negros afro-norteamericanos? Bueno, George W. Bush hacía de cowboy en su rancho de Texas, y no tenía tiempo para ocuparse de esa ciudadanía de tercera y cuarta categoría que la Biblia y los integristas protestantes y católicos, que le instigan en sus continuas campañas genocidas, todos del llamado movimiento de las iglesias de la redención cristiana y ecuménico, consideran que los únicos hijos-descendientes de Adán y Eva, los dos creados por dios, son los anglosajones y teutones, mientras que los negros, los asiáticos, indígenas y latinoamericanos, somos descendientes de Eva con Satanás, por lo que somos la fuente de todas las desgracias de los blancos anglosajones y teutones, siendo válido tanto nuestra esclavización como nuestra eliminación por todos los medios a su alcance. Ya en el país, esos seguidores del fanatismo oscurantista cristiano de católicos y protestantes, en las comunidades, bateyes y medios masivos de transporte, se jactan de pronunciar que todo cuanto ocurre, como el ciclón Katrina y los genocidios de Bush, es fruto y expresión de la voluntad de su dios, sangriento, genocida, ambicioso, despiadado, que sólo aplaca su ira, según la misma absurda lógica salvaje y cavernaria de los cristianos y sus perversas sectas, incluida la católica, con las vidas que le cobra a la sociedad humana, como sucedió con el tsunami de Indonesia hace poco, con las caídas de aviones de pasajeros, con los genocidios y masacres que llevan a cabo los imperialistas yanquis e ingleses en Irak, en Afganistán, contra los palestinos, los pueblos del Africa y de nuestra América y el país donde, con el neoliberalismo y su globalización, prácticamente desa-parecen las fuentes de sustento de la gente, y se le coloca en la disyuntiva fatal: o luchamos contra este absurdo reino de opresión y explotación, o seremos eventualmente esclavizados y muertos por este despiadado e insoportable régimen neoliberal globalizado que impone el imperio-capitalismo mundial, representado por los EE.UU., la Unión Europea y Canadá.
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