La Iglesia Católica insiste en seguir viviendo como parásita del pueblo dominicano y como sus privilegios peligran aboga destrucción República Dominicana y su fusión con Haití

 

La contraposición cada vez más antagónica e insoluble entre la nación dominicana y el pueblo dominicano, de un mismo lado, versus sus enemigos tradicionales y la Iglesia Católica-Vaticano y su oscurantismo supersticioso religioso, del otro lado, es cada día y cada vez más aguda como palpable, puesto que la Iglesia Católica-Vaticano y sus nocivas prácticas hacen que éstos sean un instrumento recalcitrantemente enemigo del pueblo y la nación dominicanos, a la vez que esa Iglesia Católica-Vaticano insiste en vivir parasitariamente de la sangre y el sudor del pueblo y de las riquezas nacionales, al mismo tiempo que se dedica, esa Iglesia Católica-Vaticano, a levantar calumnias y mentiras en contra de la nación dominicana y del pueblo quisqueyano, como se comprueba por todos lados y, muy especialmente, en la permanente y continua campaña de la Iglesia Católica-Vaticano a favor de la haitianización de la República Dominicana y su favorecimiento de que los haitianos se adueñen del territorio nacional, y todo esto con la anuencia y el apoyo del gobierno anti-nacional, corrupto, dilapidador y anti-popular que encabeza Leonel Fernández y sus manadas de pálidos pelegatos.

Ahora ha quedado demostrado que, en efecto, la Iglesia Católica y sus obispos son fuente de corrupción y depravación moral al dedicarse a propiciar tanto las violaciones sexuales de niños y niñas que por varios centenares fueron víctimas de estas monstruosidades en la Casa Albergue San Francisco Javier en la Provincia de La Altagracia (Higüey), de cuyos casos, monstruosamente degenerados y aberrados, el primer culpable, aunque la injusticia disfrazada de jueces y fiscales le brinde la más asquerosa impunidad, es Ramón Benito de la Rosa Carpio, Presidente del Episcopado dominicano.

Además, ahí está la comprobada campaña de falsas acusaciones y calumnias efectuada por la Iglesia Católica en la persona del sacerdote belga Pedro Riquoy a través, como siempre ocurre, de la letrina mercenaria del clan Corripio, socio del Opus Dei español “El Nacional de Ahora” que dirige el crápula vocero de las ejecuciones policiales y de las demás acciones inconstitucionales e ilegales de los escuadrones de la muerte de la P.N., Radhamés Gómez Pepín (el criminal impune Jack el Destripador).

Resulta que Pedro Riquoy, a raíz de que un haitiano asesinara a mansalva, cortándole la cabeza de un certero machetazo, al dominicano Ramón Pérez de León, poniéndose adelante para ocultar la verdad, hizo una escandalosa denuncia de que 7 haitianos acababan de ser asesinados por dominicanos y enterrados en una fosa común en la comunidad de Barranca, municipio de Barahona, y que “El Nacional” recogiera con todo sensacionalismo en una edición suya del sábado 10 de septiembre para la región del Cibao, mientras a la misma falsa información le daba en la misma primera página de ese número de “El Nacional” destinado a la capital otro titular, cosa a la que está habituado el sinvergüenza Radhamés Gómez Pepín (el criminal impune Jack el Destripador).

Sin embargo, cuando se efectuó la investigación, todo resultó total y absolutamente falso, o sea, una rotunda mentira con fines de realizar la campaña gratuita de calumnia y difamación contra la República Dominicana y los dominicanos patriotas que se resisten y rechazan la fusión de nuestro país con Haití.

Mauro Acosta, Jefe de la P.N. en el Sur del país, en persona viajó a la zona señalada como escenario de los hechos y donde supuestamente debían encontrarse sepultados en una fosa común, los cadáveres de los haitianos y nada se encontró. Fue y buscó en persona al perverso cura católico Pedro Riquoy, agente de la campaña anti-dominicana, para visitar la zona, cosa que se hizo, volviendo a confirmarse de pies a cabeza la total mentira de la falaz denuncia del pervertido cura católico Pedro Riquoy.

Ante la contundencia del desenmascaramiento, éste, irresponsablemente, como todos los malditos curas católicos, afirmó que el informe se lo dio un haitiano que hacía de espía suyo, quien, al ser localizado, negó en forma rotunda y categórica haber dicho tal cosa a Riquoy, y dando a entender que Riquoy fue quien le estaba forzando a que dijera esos inventos para sus planes y recibir así ayuda internacional.

Esto mismo y aún peor parece que acontece con el caso de los 3 haitianos supuestamente quemados por dominicanos, puesto que todo está indicando que fueron otros haitianos, iguales que los tres quemados vivos, quienes efectuaron la acción, contrariamente a lo que Radhamés Gómez Pepín (el criminal impune Jack el Destripador) alegremente defendía, llegando a colocar tres ataúdes vacíos, que supuestamente contenían los cadáveres de los haitianos, en primera página de su letrina Opus Dei “El Nacional”, en condena de la supuesta acción criminal que falsamente le imputaban a los dominicanos, en contubernio siempre con la Iglesia Católica y bajo las directrices Opus Dei siempre de Pepín Corripio.

Resultó totalmente falsa y mentirosa esta información de marras, igual que la de Riquoy y las otras que tienen con carácter permanente, Christopher Hartley en San José de Los Llanos y que, habiéndose dicho que será trasladado para Hato Mayor, en esta Provincia ya aparecen cartelones que dicen: “Aquí no queremos a Christopher Hartley, que conste”, así como el jesuita español perverso que opera en Dajabón, Regino Martínez.

Como todo el mundo sabe, los haitianos emigrantes, legales e ilegales, acostumbran vivir en grupos de 10 y 15 compartiendo dos o tres mujeres haitianas. que hacen de compañeras sexuales de todos a la vez, en una evidente reminiscencia de una forma primitiva de matrimonios o juntas sexuales colectivas. Los haitianos difícilmente, por no decir que es absolutamente imposible, que admitan dominicanos en esas comunidades muy exclusivamente suyas. Que cuando se reúnen en las noches beben, consumen drogas y juegan hasta perder el conocimiento, terminando envueltos en riñas a machetazos y puñaladas y en las que casi siempre, además de heridos y muertos, unos les roban a los otros compatriotas suyos todo lo que tienen.

Pero ya la campaña de difamación y calumnia contra los dominicanos está hecha, y los autores de los crímenes horrendos, que son haitianos igual que los muertos, andan por las calles a la espera de volver a repetir la hazaña y conscientes de que, de nuevo, Radhamés Gómez Pepín (el impune criminal Jack el Destripador) volverá a prestarse, como otros miserables mercenarios de la prensa nacional, para calumniar a los dominicanos y cumplir así con el mandato de su amo Opus Dei Pepín Corripio.

 

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