El fracaso de las reformas
democráticas se comprueba con el colapso de las reformas estructurales
efectuadas que están simbolizadas en actual Poder Judicial Ya no son simples teorías ni simples opiniones, nacidas de controversiales situaciones donde tenga lógico asidero y su medio de existencia la duda razonable, sino que se trata de un hecho comprobado y comprobable que el Poder Judicial actual y ya reformado, encarna el modelo ejemplar o el paradigma, si se quiere oír el preferido lenguaje engañoso y repulsivo de los mequetrefes del neoliberalismo, que se reparten por igual entre los corrup-partidos del sistema y sus satélites, como sus nefastos vínculos con la fatal Iglesia Católica, y es el retrato más fiel y verídico del fracaso, del fraude, el engaño y la estafa al país que son las reformas seudo-democráticas o estructurales y sus nocivos resultados, en los que se materializa y se hace realidad el dicho que habla de lo que ocurre cuando la medicina resultó peor que la enfermedad, y en vez de curar al paciente, simple y llanamente lo empujó al borde irreversible de la inevitable muerte. La reforma del Poder Judicial, típico ejemplo de las llamadas reformas estructurales, que conciben y han aplicado con resultados tan descomunalmente desastrosos los círculos de dominación y poder explotador, como parte de la estrategia suya de una supuesta modernización del Estado, sólo para su exclusiva conveniencia y beneficio, no tiene otra cosa en común que el simple nombre y las palabrejas que se usan para designar la demanda popular, nacional y progresista de una democratización del Estado y la institucionalidad de los órganos de éste, que se ha levantado por muchos años como un anhelo o meta a alcanzar por parte de las corrientes y movimientos que reclaman cambios reales y sustanciales en la sociedad y la vida nacional, desde las ópticas y puntos de vista más diversos y variados, abarcando desde los que abogan por cambios moderados hasta los que entendemos que los cambios deben atacar y romper hasta las raíces y causas económicas, políticas, militares, culturales e ideológicas de la insoportable situación predominante, que se sustenta en un inaceptable régimen económico-social, basado tanto en la explotación y opresión más salvaje de la masa de la población trabajadora del campo y la ciudad, como en el yugo dominante de los consorcios monopolistas del imperialismo mundial de los Estados Unidos, la Unión Europea y Canadá y en el parasitismo de la Iglesia Católica-Vaticano sobre el país, la sociedad y el pueblo dominicanos. Pero aparte de las palabrejas comunes en los terrenos donde se escenifica la más terrible confrontación, cuyo único desenlace o solución sería la derrota total de una de las partes enfrentadas, puesto que resulta total y absolutamente contrapuesto y contradictorio lo que pretenden y buscan el imperialismo norteamericano, de la Unión Europea y Canadá y la maldita mil veces Iglesia Católica y el cristianismo, junto con legiones de sus miserables lacayos y mercenarios coprófagos que componen los tres corrup-partidos del sistema, todos éstos, de un lado, y del otro lado, las corrientes, movimientos y empeños diversos que, desde el fondo de la sociedad y el pueblo, que es la verdadera nación quisqueyana, reclama y persiste en demandar una verdadera, real y auténtica reforma modernizante de carácter ciertamente democrático-popular, esto es, que contribuya y haga realizables los cambios para mejorar las condiciones de vida y desarrollo humano de la población en general y de los trabajadores y sus hijos en particular, y con todo esto, de la nación quisqueyana. Todos los círculos de los explotadores, opresores y oscurantistas parásitos vividores y sus organizaciones político-sociales y sus medios de prensa, escritos, radiales y de televisión, con sus legiones de miserables mercenarios, no aceptan ni siquiera se atreven a hablar de instituir en la Constitución dominicana la Constituyente ni el plebiscito, incluido el de carácter revocatorio para el segundo año de cada gestión gubernamental. Y es que todos esos círculos se saben de antemano rechazados por las masas del pueblo, incluso por la inmensa mayoría de los que ellos envilecen por medio del soborno y el chantaje, ante los que sucumben fruto de la miseria y las extremas necesidades que padecen y, por lo cual, sólo están a la espera del momento oportuno para vengarse de las sucesivas y continuas afrentas vergonzosas a que esos círculos de poder las someten, a través de los corruptos partidos del sistema, además, claro está, de la explotación, opresión y toda suerte de abusos e ignominias de que los hacen víctimas dichos estamentos de dominio y poder. Si se recuerda, el payaso y miserable mercenario pepegato socialcristiano Andrés Bautista, cuando preparaban el sainete que llevaron a cabo de modificación a la Constitución para restituir la reelección como un corte a la medida del rufián, entonces Presidente, Rafael Hipólito Mejía, declaró públicamente, este Andrés Bautista, que todo era posible en la reforma de la Constitución menos la Constituyente y mucho menos el plebiscito revocatorio, puesto que ambas conquistas le tornarían irrespirable la atmósfera, tanto a los tres corrup-partidos del sistema como a los grupos de verdugos explotadores y opresores nativos y extranjeros a que responden, incluyendo dentro de éstos a la parasitaria Iglesia Católica-Vaticano. Pero así como no aceptan dichos círculos ninguna reforma democrática real, en tanto todos sus empeños se concentran, por el contrario, en la eliminación de cada una y de todas las conquistas económicas, políticas, sociales y culturales obtenidas, aún en forma mediatizada, por la población trabajadora y dependiente de ésta, cabe resaltar que, sin ningún miramiento ni comedimiento, imponen de hecho un Golpe de Estado mediante una acción de típico corte bonapartista y putchista, como es la absolutista y despótica situación del carácter vitalicio y no electivo de los jueces de la Suprema Corte de Justicia, so pretexto de la inamovilidad que, con toda sensatez, recoge la Constitución sólo y únicamente para y por el período para el cual fueron electos los jueces que, siendo designados básicamente por funcionarios electos, como son el Presidente del país, los presidentes de ambas Cámaras Legislativas, más un diputado y otro senador, resulta inconcebible que sean designados con carácter eterno o vitalicio, cuando dichos funcionarios públicos, aún siendo electos por el voto soberano de la población, ellos mismos no pueden pasar en sus cargos más de 4 años, ni un día más ni un día menos. Ha sido en aras de poder pasar de contrabando esa truculencia del carácter absolutista y despótico, que es la condición de vitalicia (en lo que se hace patente e innegable la presencia de la funesta mano de la Iglesia Católica-Vaticano, cuyo Papa y cuyo régimen interno es despótico, absolutista, imperial, anti-democrático, parasitario, estafador y oscurantista supersticioso y hechicero, amen de antihistórico, anticultural y antidemocrático) que la actual Suprema Corte de Justicia, con Jorge Subero Isa a la cabeza, se auto-atribuye y se auto-otorga, cometiendo el acto monstruoso de erigirse en tribunal para juzgarse a sí mismo y evacuar sentencias a su favor y para satisfacer sus mezquinos y espurios fines, lo que constituye, no sólo un acto típicamente ilegítimo, sino amoral, por lo cual es un adefesio anti-jurídico y contrapuesto a todo lo que signifique derecho aquí y donde fuera. Y esa acción de esos jueces de la Suprema Corte de Justicia, particularmente asumida por Jorge Subero Isa, que son conocidos los intereses espurios, nativos o seudo-nativos y monopolistas extranjeros a los que sirve, como en parte se conoce que públicamente él mismo ha declarado, y confesado por tanto, esa deplorable acción infame de la Suprema Corte de Justicia actual no se detuvo en aquel punto, sino que se extendió hasta el insólito y asombroso nivel de usurpar la condición de Asamblea Constituyente o Asamblea Nacional convocada para modificar la Constitución, y declaró, por sentencia suya y, por lo tanto, con carácter nulo de pleno derecho y apócrifo en forma absoluta, que los artículos de la Ley de Carrera Judicial, aprobada por el Congreso, que no es más que la repetición textual de lo que oficialmente está redactado en la Constitución actual, que es la reformada del 1994, eran inconstitucionales. Esa cuestión del carácter vitalicio de los jueces de la Suprema, en particular de Jorge Subero Isa, que es un asalariado del oligopólico Hazoury, como lo fue de la banda de Ramón Buenaventura Báez Figueroa y su padre desde la Intercontinental de Seguros, que es contrario a toda democracia que, por principio, no acepta cargos que sean ostentados por funcionario alguno, sea en el área o esfera que sea, con ese carácter, y, de hecho, ese es el punto de partida que ha envilecido y enlodado, convirtiéndola en una institución fascista, la justicia de los EE.UU., en nuestro caso particular, ha hecho que la Justicia no sea más que una fuente de protección y garantía para la impunidad de los peores y más grandes delincuentes, que son los que poseen el gran poder económico, político, policial-militar, diplomático y, además, se les endilga la condición de conciencia moral de la sociedad, cuando su única patente que los define y caracteriza es el parasitismo, como es común a la perversa vividora que es la Iglesia Católica-Vaticano y la prensa amarilla, venal y mercenaria, anti-popular y antinacional. Una vez que se estableció el carácter vitalicio de los jueces de la Suprema, por los únicos procedimientos gangsteriles posibles de hacerlo, que son los más bestialmente antidemocráticos, no cabe duda que se estaba proclamando la corrupción, más allá de lo digerible y aceptado por la sociedad, de la justicia, desde arriba hasta abajo, incluyéndose en esto, de manera especial, además, el Ministerio Público. Y es a este doloroso espectáculo en desarrollo que, estupefacta asiste, desconcertada e impotente, la sociedad y la nación dominicana, demandando sólo, para ponerle fin a esto de una vez por todas, ¿qué hacer?
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