Reforma constitucional sin Constituyente augura otra farsa y un peor sainete

La comisión de los tres iguales entre sí para la reforma constitucional de Leonel Antonio Fernández Reyna y los privilegios de la Iglesia Católica termina formando una piara con 13 más, y de ahí un lodazal completo

 

El marrano monseñor parasitario, el puerco renegado revisionista de Carlos Dore Cabral y el cerdo que los acompaña para hacer un trío perfecto, presto a prepararle a su rajá el banquete consagratorio de que éste, efectivamente, se sienta un Lilís reencarnado y de nuevo cuño, que se apreste a retomar su camino dictatorial donde mismo fue obligado a dejarlo, y no por las buenas por cierto, tríada de su total y absoluta confianza, hecho que es lo suficientemente ilustrativo de la podrida naturaleza de los componentes de dicho trío que, repetimos, está integrado por el puerco revisionista y rastrero Carlos Dore, confeso agente espía de la CIA, por el marrano monseñor que le robara del dedo al cadáver del obispo Polanco Brito (La Polanca, en los ambientes homosexuales de los que formaba parte activa) el anillo que le acreditaba la condición de obispo católico, y el cerdo Marcos Villamán, quien se distingue por sus sobresalientes cualidades de genuflexo lacayo abyecto.

Así, los miembros del trío nombran una piara de 13 ejemplares porcinos para que, bajo la batuta y el coro de la infame Iglesia Católica-Vaticano y las ordenanzas de los consorcios imperio-capitalistas, que se arremolinan y unen alrededor del neoliberalismo, con la expresa tarea del exterminio de nuestro pueblo y país, efectuar los arreglos constitucionales definitivos para que culmine el infame y abyecto carnaval que, indefectiblemente, preparará y abonará el camino hacia la inevitable guerra civil que, en escala histórica, se atisba a la vuelta de la esquina, que por más que inventen, al fin y al cabo terminará como el único remedio y lo que por fin pondrá las cosas en su justo lugar, como única inevitable medicina, acorde con la naturaleza de esta terrible enfermedad.

Como aquí, y sobre todo en los círculos de los miserables mercenarios, los especímenes más abundantes son los chaqueteros oportunista que, en su condición de excrementos sociales, viven cambiándose (tras la desarticulación de sus madrigueras, como el MPD, el partido “capitulacionista” dominicano, Miuca y demás) del Perrodé al Pelegato y de tanto en tanto coqueteando con las sabandijas del Partido Reformista Social Cristiano del tirano alimaña Joaquín Balaguer, no debe extrañar que ya anden diciendo esos especímenes por ahí que, como ya está consagrada la reelección en la Constitución, hay que creer que el pichón de dictador, el taimado Leonel Antonio Fernández Reyna, está impulsado por la mejor buena fe y no cabe atribuirle peores intenciones, lo que además, al poner en manos de la citada tríada de los que echaron a Pedro en el pozo, o acostumbran a propiciar en forma hipócrita la muerte del burro después que éste le ha sacado el agua del pozo a la reacción y al imperialismo expoliador y criminal, siguen abundando en sus nocivas vacuencias (esos miserables mercenarios de a tanto por línea), como es el caso del funesto Juan José Ayuso (pepegato a ultranza y por ahí deduzca usted su baja ralea), de que se tiene garantizado que la reforma constitucional dispuesta a llevar a cabo por el taimado pichón de dictador, Leonel Antonio Fernández Reyna, resulte lo más correcta y menos traumática posible.

Cuando Ayuso, un pájaro de tantas cuentas pendiente, habla, no cabe duda de que está en ese proceso de cambio de piel que es obligatorio en toda especie de los ofidios llamados culebras, como de los arácnidos, aunque quiera recubrirlo todo con un dejo de sarcasmo e ironía a la vez.
No es cierto, ni mucho menos razonablemente aceptable, que las reformas constitucionales sólo pueden resultar saludables. Y todavía más descabellado y perverso como perjudicial puede resultar hacer creer que sólo la reelección podría interesar a los politiqueros y demagogos, dando con esto de lado a que éstos son todos de la misma familia de lacayos redomados y sirvientes abyectos de los consorcios imperio-capitalistas de los EE.UU. y la Unión Europea, así como de la Iglesia Católica-Vaticano y sus estructuras y modelos económico-sociales, como políticos, militares, policiales y educativos.

Y todavía puede resultar aún mucho más nocivo pretender enfrentar el asunto éste (al tener que emitir cada quien su opinión), empleando formulaciones ambiguas y ambivalentes que, no importando lo formalmente correcto de su presentación, lo que en el fondo buscan es venderse y recibir la correspondiente compensación monetaria, o por la vía de los privilegios, públicos u ocultos.

La Constitución de la República, al ser modificada la última vez, lo que se llevó a cabo fue una chapucería reducida a la reincorporación a la Constitución de la reelección presidencial, para servirle un traje a la medida del rufián gángster Rafael Hipólito Mejía.

Quedaron pendientes asuntos de vital importancia, entre los que están la definición de la nacionalidad dominicana y las precisiones de los factores de excepción que hacen que la aplicación del jus solis en República Dominicana merezca un trato muy especial, precisamente por el asunto de la objetiva e innegable intención expansionista de los haitianos, alentados y protegidos por el imperialismo de la Unión Europea y los EE.UU., como por la Iglesia Católica-Vaticano, que a la vez usurpan el dominio del Estado dominicano y le desnaturalizan el proclamado carácter de este Estado como libre y soberano, pero que por el control de la Iglesia Católica sobre el Estado, mediante el Concordato, el Estado dominicano pierde su soberanía estatal y su carácter libre.

La Constitución dominicana, ante todo, es mostrenca y manipulada cuando en ella no existen los mecanismos institucionales que, una vez reconocidos y establecidos en ella, permitan que la población, transcurrido el tiempo prudente, pueda enmendar su equivocación y reivindicar expresamente en hechos institucionales la destitución de figuras o autoridades, aún hayan sido electas por mayoría de votos en una elecciones anteriormente efectuadas, como serían la Constituyente y el plebiscito revocatorio, que en el caso concreto de la República Bolivariana de Venezuela se ha demostrado que pueden resultar convenientes y beneficiosos.

Además, están las cuestiones del Poder Judicial y, en particular, de los miembros de la Suprema Corte y los demás jueces de los tribunales de la República Dominicana.

No puede ser aceptada bajo ninguna condición la existencia de jueces ni de ningún tipo de funcionarios con carácter vitalicio. No cabe duda que lo que impera con el carácter vitalicio, como usurpación, mediante la coartada de la inamovilidad fuera del tiempo, en un fenómeno inusual y excepcional y que rodea a la actual Suprema Corte de Justicia que preside el vitalicio Jorge Subero Isa, es un adefesio abusivo y una aberración contra-natura en el marco del derecho, y ni qué decir respecto a la democracia.

¿Cómo es posible que funcionarios electos por un período específico de no más de 4 años, junto a otros que ni siquiera han sido consagrados en sus cargos por elección, como es el caso de los miembros de la Suprema Corte y de toda la Judicatura nacional, reivindiquen y pasen de contrabando, con todo descaro y la más absoluta orfandad de escrúpulos, que poseen un carácter de inamovible, entendida la inamovilidad al margen del tiempo, lo que le da carácter de vitalicio? Ojalá que una reforma constitucional resuelva esto de manera favorable para el pueblo.

Otro tanto pasa con el parasitismo financiero, además de acciones usurpadoras, de la Iglesia Católica-Vaticano y su oligarquía sacerdotal sobre el Estado, por un lado, y gracias a los gobernantes lacayos y carentes de valor, como es el caso patente del mismo Leonel Antonio Fernández Reyna, por el otro lado, esa Iglesia Católica, con su oligarquía sacerdotal viviendo parasitariamente a costa de los impuestos que paga el pueblo, cuya gran mayoría absoluta no tiene ninguna religión, o sea, no profesa en realidad ninguna religión, o no comparten que sus pagos de impuestos vayan a terminar en las cuentas bancarias y personales del patrimonio de los miembros de la oligarquía sacerdotal católica, como son los miembros del Arzobispado, cuya cabeza es el alias Cardenal, junto al falangista español Francisco Arnaiz, los miembros del Episcopado, que son todos obispos zánganos, vividores, parásitos y depravados que, además de todo el daño que causan, son impunes ante los delitos que cometen hasta contra niños y niñas, de carácter homosexual y pedófilo incluso.

Comencemos si queremos este resumen con lo del artículo 55, que reduce el sistema de gobierno a un carácter absolutista y despótico, conforme el simple interés y la conveniencia personal del que ostente el cargo de Presidente de la República Dominicana y jefe del Poder Ejecutivo.

Basta y sobra repasar los nombres de las 13 figuras designadas, no se sabe partiendo de cuáles requisitos o medios de valoración, pero conociendo muy bien el pedigree de los 13, sabiendo de las patas que cojean y las muchas mañas que exhiben, para que no quepa duda de que las intenciones que hay detrás de las reformas constitucionales que cocina el gobierno anti-nacional, corrupto, anti-popular, mercenario y lacayo de Leonel Antonio Fernández Reyna y los pelegatos, no son nada alagadoras y, en cambio, deben poner en alerta y en pie de lucha al país y a la población sin pérdida de tiempo, pues hay suficientes indicios para sospechar que al país y a los dominicanos nos espera, con los siniestros planes neoliberales y entreguistas de Leonel Fernández Reyna, simple y llanamente, lo peor.

 

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