Stress y ambiciones generan casi infarto mortal en Cardenal -Sus supersticiosas creencias se resquebrajaron y solicitó ciencia y tecnología nada de oraciones de curación-
Nadie pone en dudas que las presiones hacia el seno y sobre la Iglesia Católica en sus actividades en el país y la agonía en que sus sacerdotes se desenvuelven tratando de obtener un mayor enriquecimiento, así como de arrancarle todo cuanto sea posible al Estado y al pueblo dominicanos, debieron contribuir a precipitar la gravedad que afectó la persona del nombrado Nicolás de Jesús -Hildebrando Borgia- López Rodríguez, alias su Cardenal que es, si no el más activo en eso, está, sin duda, entre los dos más ambiciosos y alienados con la obsesión de obtención de riquezas. Por sobre todo se destaca el hecho de que, en la medida en que la Iglesia Católica se ha visto cuestionada por su comportamiento tan ingrato como contradictorio, la desesperación y la tirantez no han dejado de estar presentes en su propio seno, llegando a niveles de máxima agudización. La Iglesia Católica fue el puntal básico, por encima de las FF.AA., la P.N. y los servicios secretos, de la dictadura de Trujillo, quien mantuvo una actitud generosa en demasía para con la Iglesia Católica, como se puede comprobar leyendo y ponderando la historia del Arzobispado dominicano del nombrado Ricardo Pittini, un obispo italiano famoso entre los dominicanos que lo conocieron por sus extremas simpatías por el Duce Mussolini, lo que hacía que no pocas personas lo ubicaran y definieran como confidente e íntimo colaborador del tirano. En 1954 Trujillo firmó el Concordato con la Iglesia Católica y el Vaticano, entonces regido por el siniestro Papa de la casa de los Pacelli, Pío XII, que fuera hombre clave para Hitler y su ascenso al Poder, así como en su acción genocida sobre los judíos y en contra, sobre todo, de la ex-Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas de Lenin y Stalin, por lo que cabe afirmar que si el holocausto judío podría ser puesto en duda, nadie osa en cambio dudar que la Unión Soviética de Stalin aportó la mayor cuenta de personas muertas a manos de la agresión e intervención nazi-fascista de Hitler contra la entonces URSS, donde se calcula que murieron varias docenas de millones en defensa de la patria socialista. La Iglesia Católica se la jugó apoyando la dictadura de Trujillo, lo cual es una historia repetida una y otra vez por su parte. Su jugada le salió bien, hasta el extremo que es apenas a partir del último cuarto del siglo XX que se le enjuicia críticamente y se resalta que la dictadura fue, en último caso, más de la Iglesia Católica que del mismo imperialismo norteamericano, lo que se robustece con los hechos que atestiguan que la Iglesia Católica resultó la gran heredera, pasando a ser dueña prácticamente de gran parte de las otrora riquezas del dictador y sus familiares, como del mismo Estado dominicano, que desde entonces es su gran empresa privada. Pero ya son otros tiempos. Y hoy la gente conoce la historia y no está dispuesta a dejarse engañar. Esto queda puesto de manifiesto cuando, hace unos meses, el Nuncio Papal, por encima de la jactancia tanto del Episcopado como del Arzobispado de Santo Domingo, cuyo incumbente es el infartado Cardenal, concurrió a la prensa de fuertes vínculos de dependencia con la Iglesia Católica, y en particular con el Opus Dei, declarando que la Iglesia Católica sufría una eventual crisis ante la deserción masiva de creyentes. Las querellas por distintas razones entre la jerarquía católica del país por ambiciones personales de sus obispos, afectados de un afán de riquezas y goces materiales, así como por la corrupción sexual, la homosexualidad, la pedofilia y la depravación, combinadas estas aberraciones con el mercenarismo ante los huéspedes del Palacio Nacional y los zares de la banca nacional, han llegado a su punto culminante. Y parece que lo que ha conllevado el derrame de la copa es que el Episcopado encabeza la campaña contra los dominicanos y a favor de la entrada masiva indiscriminada de las hordas haitianas, así como que el Cardenal se ha hecho entregar títulos de propiedad personal de las instalaciones anexas a la Plaza de la Salud, de cuyo Patronato es prácticamente el dueño absoluto. El Papa Ratzinger ha llamado con carácter de urgencia a una reunión con todos los obispos dominicanos y con los que no lo son, pero que operan aquí, para tratar de salvar la embarcación que parece amenaza con zozobrar, siendo en este crucial momento cuando al Cardenal le fallan los motores y se pre-infartó, lo que conlleva su internamiento precipitado en su Plaza de la Salud y ahí es sometido a una cirugía que le corrige 3 de las 5 arterias obstruidas, colocándole 3 bypass, que son logros de la ciencia médica de los hombres mundanos, por medio de una cirugía, hecha por otros hombres también mundanos. Allí nada divino ni sagrado se hizo presente. Y el mismo Cardenal, que tanto se empeña en lucirse como creyente en las supuestas bases del catolicismo, no pidió que le llevaran a la Catedral ni que le hicieran oraciones de sanación en la Basílica de Higüey, aunque para guardar las apariencias Amancio Escapa, el único obispo que le visitara en la habitación de Cuidados Intensivos que ocupaba, fue para hacerle un exorcismo previo a la entrada al quirófano, todo para guardar las apariencias y continuar el bien remunerado negocio-farsa de la fe y la religión.
De los obispos del Episcopado ninguno se hizo presente y ello nos sirve
para recordar que cuando monseñor Beras estaba interno en una clínica
esperando la muerte, si al hoy Cardenal, que entonces no lo era, se le
ocurría visitarlo y entrar a la habitación, moseñor Beras, en un gesto
de desprecio, volteaba el cuerpo moribundo dándole, en reproche, la
espalda.
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