LEONEL, SUBERO Y CONSERJE DE LA PROCURADURÍA COCINARON Asqueante sentencia impunidad para mafia Baninter del clan opusdeísta de los Buenaventura Báez y compañía
-Pormenores y detalles de la urdimbre- A medida que se suceden los hechos, y los acontecimientos, uno tras otro, constituyen los eslabones de la cadena que conforman lo que es la trayectoria, en lo que respecta a la corrupción estatal-gubernamental, imperante, se destaca cada vez con más nitidez, poniéndose de realce, que es el nombrado ciudadano, no sabemos en realidad de qué país, ya que el Presidente no califica para doble nacionalidad, Leonel Antonio Fernández Reyna, el pontífice de la instrumentación, implementación, protección e impunidad en el ejercicio de la corrupción en el país y del usufructo y conversión, en patrimonios personales, de los dividendos provenientes de la misma, por lo que es Sumo Pontífice también del lavado. Corrupción y lavado, tales son las especialidades de Leonel Antonio Fernández Reyna, y todo lo que de ahí se desprende. Del hecho irrefutable de que sea del Poder Ejecutivo, órgano principal del gobierno, desde donde se implementa y despliega la corrupción dentro del Estado en todas las variantes y connotaciones, así como del lavado de esos recursos espurios, es indu-dable que dicha corrupción (a diferencia de la otra corrupción, que se despliega a nivel general y personal en la sociedad, en la vida cotidiana y ordinaria) de la que hablamos, que es de la gubernamental-estatal, es de por sí, intrínseca, innata y congénitamente política, por lo que más que una perogrullada -que es muy propia de la falta de ilustración y cultura del exponente de la peste árabe en el país, que usurpa la Presidencia de la Suprema, el llamado Jorge Subero Isa, como de su condición de miembro de la mafia, banda o pandilla que protagoniza, precisamente, la corrupción en todas sus connotaciones- es una evidencia de cuál es el papel real de este sujeto, cuando finge y simula, con toda hipócrita perversidad, que lamenta que -según ese, su espurio punto de vista- la corrupción y la lucha contra ésta se hayan politizado, lo cual es, de su parte -de la de Subero Isa- una burda y rastrera coartada, encaminada a justificar y seguirle suscribiendo patente de corso a la corrupción que tan perfectamente personifica, con toda exactitud y detalle, Jorge Subero Isa, hasta el grado que ni siquiera se preocupa por ocultarlo. Y es que, desde la Presidencia usurpada de la Suprema Corte y, por lo tanto, detentada mediante la barbaridad del Golpe de Estado a la Constitución, a la Ley de Carrera Judicial y a las funciones de la Asamblea Nacional, a lo que se agrega lo de atribuirse carácter vitalicio, lo que es contrario al sufragio universal y, por lo tanto, a la democracia, y, de hecho, es parte de la plataforma del autocratismo y despotismo absolutista que es consustancial con el teocratismo, del que es tan afín, por ser parte de la peste árabe como de su condición de miembro de la mafia católica Opus Dei de los Buenaventura Báez-Baninter, Jorge Subero es parte o eslabón clave en la cadena de la corrupción, de la que Leonel Antonio Fernández Reyna, desde el gobierno y su órgano, el Poder Ejecutivo, es el Sumo Pontífice. Si hay una diferencia fundamental entre Leonel Antonio Fernández Reyna, como líder de las corruptas legiones del boschismo, que han recorrido el trayecto que los convierte, de pelagatos que eran antes del 1996, a los potentados pelegatos pálidos que hoy resultan ser, de un lado, y el rufián-palurdo Rafael Hipólito Mejía, como cabecilla de los Perros de pepegatos, del otro lado, es que Leonel Antonio Fernández Reyna centraliza, en forma absoluta, sus funciones de pontífice supremo de la corrupción y del lavado, creando una cadena de mando sumisa y obediente a él, so pena de muerte, como se comprueba en el caso de la ejecución del Ayudante Fiscal Teódulo Ceballos Peñaló de Puerto Plata, en la que cada funcionario, y en especial los Secretarios de Estado, operan como jefes de batallones en su ejército político para el ejercicio de la corrupción más depravada desde el Poder. Si es un hecho que Felucho Jiménez, en toda su conducta de amoral y corrupto, no se ha robado un chele, desde el cargo que ocupa, sin la anuencia y el visto bueno de Leonel Antonio Fernández Reyna, como queda comprobado en la impunidad absoluta de que ha disfrutado para perpetrar sus continuas depredaciones, y que para hacer tales cosas y no otras fue que Leonel Antonio Fernández Reyna lo colocó ahí, precisamente. Otro tanto cabe afirmarse, entre muchos otros, de la colocación del nombrado Radhamés Jiménez Peña, como espantapájaros, en la Procuraduría General de la República, sujeto éste carente de toda formación, salido de una oscura aldea enclavada casi en el salvajismo rural de la Provincia de La Vega, cuyo nivel de preparación corresponde al de un simple mayordomo de servicios domésticos y que, como tal, era empleado en el bufete en el que, a Leonel Antonio Fernández Reyna, unos abogados en ejercicio, un día, en un acto piadoso, le permitieron colocar un escritorio y desde ahí dedicarse al picoteo sin ser parte (Leonel Antonio Fernández Reyna) de dicho bufete de abogados. Ese mayordomo, Radhamés Jiménez Peña, fue luego colocado como encargado del bufete personal que Leonel Antonio Fernández Reyna, tras dejar el Poder en el 2000, abriera en Naco, para dar seguimiento a las transacciones, de índole corrupta, que este último lograra implementar cuando fuera Presidente de su gobierno del 1996 al 2000, para su provecho y patrimonio personal. Sabido es, por ejemplo, que, como él mismo admitiera en el momento que estalló la lista de los involucrados en el crack Baninter, Radhamés Jiménez Peña era a nombre de quien Ramón Buenaventura Báez Figueroa emitía, desde Baninter, las sumas millonarias que le tenía asignadas a Leonel Antonio Fernández Reyna, a través del bufete de marras. Pero, al mismo tiempo, Radhamés Jiménez Peña era el que hacía de abogado defensor de los ex-funcionarios del primer gobierno de Leonel Antonio Fernández Reyna con motivo del caso PEME, como del mismo Leonel Antonio Fernández Reyna que, desesperado, llegó hasta a acusar a varios funcionarios medios del gobierno de los Perros de Rafael Hipólito Mejía, a fin de ganar tiempo y se desgastara éste para las elecciones del 2004. Es claro que Baninter -los Buenaventura Báez, Romano y Figueroa- fue un instrumento clave para el socavamiento del gobierno de los Perros de Rafael Hipólito Mejía con vista a las elecciones del 2004, mediante el estímulo y escándalos por corrupción. Como se pudo apreciar, esos capitales, fruto de la estafa, el robo y el abuso de confianza y el lavado, fueron fuentes inagotables de financiamiento de la campaña electoral de los pelegatos de Leonel Antonio Fernández Reyna en el 2004, y congresionales y municipales en el 2006. Pero Leonel Antonio Fernández Reyna no sabe ni tiene aptitudes para otra cosa que no sea para actuar como parte de mafias y en actividades de corrupción y lavado, dada su naturaleza patológica de carácter disoluto. Y tan pronto vuelve al Poder, aparte de ocuparse de implementar de inmediato, y como asunto de primer orden para él, su programa de corrupción y desviación (distracción) de fondos estatales para su patrimonio personal (caso de los fondos del Metro), en lo que cuenta con el concurso de su nueva esposa, Margarita Cedeño, que no asume en Conani pues de hacerlo se reduciría su radio de acción, prosigue estructurando la estrategia para poner a salvo al núcleo fundamental de los protagonistas públicos del crack Baninter, que giran alrededor de los Buenaventura Báez, y éstos a la vez, ponen a su disposición las fuerzas y agentes con que cuentan a su servicio desde hace tiempo, entre los que se destacan, tanto Jorge Subero Isa como el Arzobispado de Santo Domingo, los mercenarios del clan Vincho Castillo, y la vil letrina periodística “Listín Diario”, cuyo cuerpo de elaboración está integrado por gentes desalmadas e inescrupulosas, de un fanatismo reaccionario-oscurantista que va más allá de la más absoluta inescrupulosidad y falta de pudor, revestida de la más infame hipocresía. Miguel Franjul, Ruddy González, la tal Alicia Estévez, entre otros. En forma astuta, pero burda y desvergonzada, como todo un fruto podrido del Bronx y Villa Juana, Leonel Antonio Fernández Reyna y el cuerpo de su Estado Mayor mafioso, y evidentemente harto curtido en trajines del bajo mundo, acuerdan no tocar lo del cuerpo de abogados que había de sustentar la acusación contra los Buenaventura Báez y Baninter, pues ello sería en extremo revelador de sus degradados objetivos delictivos; pero a la vez, se concentran en serrucharle las patas de sostén a la mesa de la acusación en aspectos claves y sensitivos, que sirvan para crear una atmósfera favorable para el derrumbe de la acusación contra la mafia de los Buenaventura Báez en los aspectos esenciales, como lavado y abuso de confianza, y para mantener el radio de los delitos en el ámbito de asuntos financieros. En esto entra en juego el papel decisivo del Ministerio Público, que es manejado por la Procuraduría General que, hemos dicho, la representa un sirviente mayordomo de Leonel Antonio Fernández Reyna no apto ni siquiera para conserje, según su nivel de preparación y cultura. Pero, falto de escrúpulos, obediente y servil como un ejemplar canino que, por su ración, es capaz de aceptar cualquier atropello del amo, una vez que, para los que hacen el papel de canes no hay moral social ni línea que separe en lo personal la moral de la amoralidad, Radhamés Jiménez Peña no cabe duda que cumple, en esto, todos y cada uno de los requisitos. Fue altamente notorio que, tanto Leonel Antonio Fernández Reyna como Jorge Subero Isa, se esmeraron en aparecer públicamente entre los que felicitaron calurosa y espléndidamente a “Listín Diario” en su último aniversario, no importándoles que era parte sustantiva del expediente Baninter para la mafia de los Buenaventura Báez y el lavado. Extrañamente, Jorge Subero Isa, que había esgrimido la coartada de que no opinaba en torno a las ejecuciones y fusilamientos, al margen de la Constitución y las leyes, en los que, por miles de casos, ha estado involucrada la P.N. desde que Subero Isa fuera designado en la Suprema y procediera a usurpar la Presidencia de la misma autodeclarándose, junto a los otros componentes de ella, vitalicios, y hasta la fecha la P.N. se ha mantenido haciendo ejecuciones, debido, según decía, a que tales cosas podían llegar hasta la Suprema, y, si opinaba, se exponía a que, en tales situaciones futuras, tendría que inhibirse. Sin embargo, con el caso Baninter-lavado-“Listín Diario” posee otra regla y, sin miramientos, felicita con una opinión de admiración y respaldo cómplice a la pieza del lavado que es “Listín Diario”. Se trata de mensajes concentrados a los sumisos jueces del tribunal que conocía el caso Baninter en esos momentos que, llenos de miedo y aferrados al puesto, jamás se atreverían a dar una sentencia que contravenga los gustos y pareceres del monarca vitalicio de la Suprema Corte. Implementado el golpe, bajo la dirección de Leonel Antonio Fernández Reyna, y con el concurso de su perro realengo, el mayordomo sirviente -el valet conserje- Radhamés Jiménez Peña, además del representante de la peste árabe, Jorge Subero Isa, con su mercenarismo de fariseo y comerciante, carente de todo escrúpulo y desconocedor del pudor, como árabe errante sin patria, sin idiosincrasia, como un gitano bastardo y degenerado, el usurpador de la Suprema Corte, que en el clímax de su prostitución se proclama no juez, sino gerente, amen de que ya se ha declarado carente de nacionalidad porque eso de patria o nación le resulta obsoleto -según confiesa-, haciendo caso omiso de que, para los gitanos y los miembros de la epidemia de la peste árabe en el país, o en ultramar, nunca ha existido patria alguna, pues su patria es el mundo de sus aberraciones y su amoralidad absoluta, y su máxima misión es servir a los monopolios del capital financiero internacional, así como al parasitismo de la Iglesia, la intromisión y subyugamiento del imperialismo norteamericano y su Embajada o la Agencia Internacional de Desarrollo (AID), por encima, y para aplastar al país-pueblo dominicanos. Tras la sentencia acomodaticia que emite el Tribunal de Primera Instancia respecto al caso Baninter, no es extraño que Leonel Antonio Fernández Reyna se apresure a ordenar que, definitivamente, sea desmontado el expediente PEME, que lo coloca a él en el ojo de la tormenta de ese episodio de corrupción, así como que se declare inocente al gángster Inchausti, y que, tanto a éste, como a los demás involucrados, como son Simón Lizardo, Secretario de Estado del actual gobierno, Ivanhoe Ng Cortiñas y tantos más, del harén masculino del Cómodo vernáculo, se les devuelvan los cuantiosos bienes, a todas luces mal habidos, que les fueran incautados. Desde ahí a los actos de exterminio, con Noel y Olga, ya no habría escrúpulos ni pudor que lo detengan.
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