La Iglesia Católica creadora modelo de enriquecimiento ilícito por saqueo Estado Dominicano

 

Cualquier estudio desapasionado y objetivo ofrece el sorprendente resultado único de que la Iglesia Católica-Vaticano es la fuente y foco número uno de la corrupción estatal cuyo ejemplo es su saqueo durante los últimos 48 años del presupuesto de educación

 

En los tiempos actuales es muy probable que resulte difícil encontrar otro país en el que se haya utilizado y se continúe empleando al Estado, como sigue sucediendo impunemente en República Dominicana, como fuente, vía e instrumento para la acumulación y posesión de cuantiosos patrimonios personales, privados y particulares de extrañas instituciones, como la Iglesia, que no es parte del Estado, y asimismo por igual de los círculos, clases y estamentos dominantes.

Esos patrimonios generalmente alcanzan el carácter hasta de capitales originarios o primarios que ostentosamente se exhiben desafiantes frente y hasta en contra del mismo Estado depredado por ellos y, por consiguiente, enajenado por medio de sistemáticos actos de corrupción, en forma tan comprobada como comprobable en caso de que se quiera rastrearlos, desde su mismo trayecto, en una investigación seria y objetiva.

Por ejemplo, el 18 de Marzo del 2008 el alias Cardenal Nicolás de Jesús -Hildebrando Borgia- López Rodríguez, en el "Desayuno del Listín" confesó: La Iglesia Católica posee hoy día un patrimonio en el área educativa de tal magnitud que nadie puede igualar en este país. Ni el Estado, ni siquiera sumando lo de éste con el sector privado, suman las universidades, institutos superiores, institutos tecnológicos como de artes y oficios, desde la primaria hasta la educación secundaria, así como centros de Internet.

Este es un asunto que desde largo tiempo atrás ha venido escandalizando a la población y a la sociedad, sin que a las autoridades de turno parezca importarles la gravedad del mismo, o bien, dando, con su actitud, prueba de que andan en los mismos pasos delictivos, lo que los convierte, de autoridades estatales, en forajidos impunes forjados en el seno del Estado.

Se ha llegado a afirmar que no hay un solo gran capital ni una flamante empresa vernácula, tanto en las ramas de la producción y actividades económico-financieras urbanas como en las áreas del mismo carácter en la agropecuaria, en el que no se repita el mismo desafortunado fenómeno ese.

Pero nadie se engañe ni pretenda hacerse el desentendido, el asunto así de podrido y pestilente lo engendra, lo pare y desarrolla la Iglesia Católica-Vaticano por medio del tristemente célebre Concordato, ilegal, ilegítimo, como inconstitucional, y fruto directo del maridaje espurio entre el dictador Trujillo y la Iglesia Católica-Vaticano con el Papa Pío XII, con acta de nacimiento apócrifa del 1954. Lo que no nos puede llevar a la falsa conclusión de que, si la Iglesia Católica-Vaticano no tuviese en sus manos el Concordato y sus beneficios, ella cambiaría de naturaleza ni que dejaría de ser la fuente de la corrupción y del terrorismo de Estado, ya que su rechazo y contraposición con la democracia le nace espontáneamente, no por razones circunstanciales, sino de su propia real naturaleza, contrapuesta a la autodeterminación y libre elección de las masas, a las que aborrece, odia y aboga por mantener bajo un permanente estado de servidumbre y eventual esclavitud.

En la penúltima comparecencia del actual incumbente del Poder Ejecutivo con los órganos de prensa mediáticos, que corresponde a la segunda parte del mes de julio del 2009, después de uno de sus paseos continuos de derroches y de prácticas disolutas por el exterior, donde principalmente, como siempre hace, casi sólo él habló y habló, pues sufre de una especie de glosolalia (desordenada hemorragia verbal), la que por contraste resalta ante su indolente silencio criminal en apoyo a la carnicería que, a la par con las oleadas de corrupción, ininterrumpidamente se viene desplegando bajo iniciativa de su paternidad, con su apoyo y dirección; se empeñó, en aquella ocasión, en dejar establecidos los perfiles o líneas demarcatorias, según entiende desde su condición de protagonista estelar, de la corrupción gubernamental. Audaz como aventurada osadía cínica de la que lograra una vez más sólo quedar muy mal parado, y más como apologista a ultranza de la corrupción estatal que como un crítico y adversario de esa repugnante práctica que, en último caso, representa un poderoso fenómeno, cuyo perjuicio recae directamente en contra de la población y la sociedad. Ejemplo de lo cual es el caso del gran fraude Baninter en el que confluyen las dos variables de la corrupción como ejemplo único: la estatal y la privada. Leonel Antonio Reyna quedó ahí retratado como el abogado y padrino de los que usan y emplean las sombras protectoras e impunes del Estado para el enriquecimiento personal o particular, logrando hasta obtener para crear hasta lo que típicamente se definiría como una fortuna, que llega hasta la posesión de un capital originario y empresarial con carácter internacional.

El fenómeno éste, que tipifica la corrupción en su más amplia escala nacional y social, particularmente se vino sistematizando en forma gradual a partir de la caída de la dictadura de Rafael Leonidas Trujillo Molina, y ahora es total, lo que coincide con el pase formal, a manos de la Iglesia Católica-Vaticano, en virtud del Concordato (1954), del Vicariato Castrense (1958) y del Patronato Nacional San Rafael (1958 también) el desempeñar el papel de control absoluto y determinante sobre todas y cada una de las funciones, actividades y decisiones del Estado y sus incumbentes, tanto en el área de la educación nacional, como en todas y cada una de las esferas, como la salud pública, la Judicatura, los tribunales, FF.AA., P.N., cárceles y burocracia administrativa del Estado en general.

Esto ha generado una situación en que, de hecho, en forma ilegítima, existe una estructura sobre el Estado que, al mismo tiempo, opera desde el seno de los órganos del Estado en contra de éste, anulando su soberanía y libertad de acción. Esa estructura colonial y neocolonial es la de la Iglesia Católica-Vaticano, al amparo del Concordato y sus otros elementos.

Pero lo más grave no es esa coincidencia del desarrollo impune de la modalidad ésta de corrupción estatal y el predominio de la Iglesia Católica-Vaticano sobre el Estado, junto con los crímenes de Estado, sino que en el área de la educación nacional, que es cubierta por una asignación establecida oficial y formalmente en la Ley de Presupuesto para cada año fiscal desde 1954, primero amortiguadamente, por la naturaleza dictatorial y personalista del régimen de Trujillo y su incumbente, que vino a ser muerto 7 años después del 1954, pero luego, a partir del 1961, sin cortapisas, la Iglesia Católica-Vaticano, Apostólica, Romana y cristiana ha venido, hasta el día de hoy, empezando ya el año 2010 y con éste la segunda década del siglo XXI, teniendo en sus manos y a libre discreción de sus pareceres y gustos, el manejo de los presupuestos anuales para el área de la educación nacional, lo que abarca tanto la privada como la pública, sobre todo; y así, como alud de tierra y piedras que desciende de una empinada montaña, ha crecido y aumentado el deterioro y quiebra de la educación nacional, particularmente la de carácter público, por un lado, pero al mismo tiempo, por el otro lado, se ha consolidado, expandido y profundizado el patrimonio y el capital que posee la Iglesia Católica-Vaticano en el área de la educación privada.

Por igual resulta con el fenómeno, que es la otra cara de la corrupción del Estado, que atestigua la persistencia y continuidad del sanguinario carácter anti-popular de las FF.AA. y la P.N. como con la parcializada actitud anti-democrática y unilateral discriminatoria de la Judicatura, leyes, tribunales, jueces y Ministerio Público, todo lo que ha continuado, con vertiginoso y agudo despliegue, más acá de Trujillo y Balaguer, dos especímenes que son ejemplos del despotismo; y hoy, dichas prácticas negadoras del Estado de Derecho, se intensifican, lo que es harto evidente que tiene como fuente el Vicariato Castrense y el Patronato Nacional San Rafael, colaterales del mismo bochornoso Concordato ya mencionado, que son los instrumentos de la preponderancia de la Iglesia Católica sobre el Estado Dominicano.

Prefiriendo las evidencias de indudable solidez, son en extremo contundentes las mismas palabras, nada menos y nada más que del alias Cardenal Nicolás de Jesús -Hildebrando Borgia- López Rodríguez, que es el prelado de más alto nivel dentro de la jerarquía católica en el país, ya citadas al inicio de este comentario, formuladas en un órgano mediático de incuestionable confiabilidad para la Iglesia Católica-Vaticano como lo es "Listín Diario". Esas declaraciones fueron emitidas por dicho personaje con motivo de su concurrencia al evento que celebran denominado "Desayuno de Listín Diario", cuyas palabras e informaciones pertinentes aparecen en su edición del 18 de marzo del año 2008.

El mismo alias Cardenal de marras, con su peculiar estilo, que bien podría distinguir a una solemne autoridad del más severo e inhumano medieval Estado autocrático y despótico que se pueda llegar a concebir, expresó, o confesó, con aires de arrogancia desafiante, soberbia y orgulloso, que en el país hay una realidad que testimonia que la Iglesia Católica posee un patrimonio en el área educativa, representado por sus universidades, sus institutos superiores y especializados, como por sus escuelas, liceos de todos los niveles, o sea, de bachillerato, intermedia y primaria, que ni el Estado, ni aún sumándole lo que posee el sector privado, pueden equiparársele ni igualar a eso que tiene la Iglesia Católica. Agregando que en sus aulas cuentan con aproximadamente 300 mil matriculados, que obligatoriamente pagan fuertes sumas de mensualidades en dinero contante y sonante, libres de gravámenes tributarios y de todo tipo de impuesto sobre la renta y ganancias. Lo que es otra forma descarada de que la Iglesia Católica-Vaticano se erija en estamento parasitario que se nutre de la corrupción bajo todas las formas y de la que ese privilegio es tan solo una infame forma más.

Cuando Leonel Antonio Reyna llevó a cabo aquella aciaga reunión con los órganos mediáticos de la que hacemos mención, casi todos propiedad de la Iglesia Católica-Vaticano, o si no, en el menos irritante de los casos, bajo su férreo dominio, a través de sus dominicus de la prensa, o sea, los perros de presa de la Iglesia Católica en el terreno de los órganos mediáticos de prensa o prensa amarilla venal y mendaz, se empeñó en que había que precisar qué era y qué no era corrupción gubernamental o del Estado.

Y curiosamente, contradiciéndose y desdiciéndose de lo que él mismo en persona contribuyera a formular en el famoso "Album de la Corrupción", del "gatobo" y cosas por el estilo del Pálido Pelegato, cuando todavía era acaudillado por el espía de la CIA y agente del imperialismo yanqui, Juan Emilio Bosch Gaviño, donde se consignaba que una de las formas más crudas y agresivas, como dañinas y perjudiciales de la corrupción, estaba representada por la práctica del uso del Estado para, a través de él, efectuar negocios personales o particulares, que conllevaban al enriquecimiento ilícito de sus actores. Eso corresponde al año 1981, a la edición del 4 de noviembre del 1981 de "Vanguardia", órgano del Pálido Pelegato y del boschismo aberrado.

Fue en extremo sobresaliente que en la mencionada monologada del disoluto y pontífice de la corrupción, Leonel Antonio Reyna, con los órganos de la prensa mediática mercenaria y mendaz, este personaje recurriera al sofisma, de franco matiz jesuita y propio de los rábulas del derecho, de que, conforme a su muy reveladora por podrida interpretación, hecha a su interés particular como traje a la medida, la corrupción estatal en el orden financiero sólo se produce ahora cuando el funcionario público desfonda directamente al Estado o sus dependencias saqueando los recursos oficialmente de dicho Estado, lo que es contrario a lo escrito, como explicación teórica y política, de su "Album de la Corrupción" sobre el Perrodé, donde exactamente escribieron: "La palabra corrupción tiene muchas significaciones…" y dentro de éstas, "el aprovechamiento del Poder del Estado y sus fondos para enriquecerse". Esto demuestra que los pelegatos, empezando por su Presidente, cambian como prostitutas y rameras de opinión sobre un mismo hecho, dependiendo de si están o no en el Poder. Y con esmero se empecinó en garantizarle impunidad a los corruptos dentro de su administración, descartando a la vez que fuera pasible de persecución y castigo ante la Justicia el funcionario público, o aquel que cargue con una responsabilidad del Estado, que emplee la posición privilegiada dentro de éste para provecho personal y para el fomento y acumulación de su fortuna particular o institucional, como sucede con el caso de la Iglesia Católica-Vaticano y el Cardenal, no sólo en un área como la educativa, sino en múltiples y en todas, como resultaría si a ese de la educación sumamos los casos de los hospitales públicos y el de megacorrupción del financiamiento del Estado para el Cardenal y la Iglesia Católica de la Plaza de la Salud y Cedimat, lo de las FF.AA. y P.N., como la Judicatura y todo el tren administrativo del Estado.

 

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