La guerra civil de abril y contra la intervención yanqui 1965 fue la reivindicación histórica de los objetivos traicionados de la lucha contra la dictadura de Trujillo y sus amos
 

La crisis política que culminó en la guerra civil en el 1965 en el país, vino a poner de relieve las relaciones vinculantes de fondo y forma como inexorables, que hay entre ambas modalidades de la lucha de clases, lucha política y lucha armada, y en las que la guerra es la prolongación y forma superior de la lucha política; y que, perfectamente, permite afirmar, con muy poco margen de equivocación, que la guerra civil de abril de 1965 fue el resultado de la mediatización ulterior que se había perpetrado, del proceso que cubrió 32 años de brega heroica por la libertad, la democracia y la liberación nacional, como lo recogió el manifiesto de los expedicionarios de junio de 1959, lo que constituyó el fondo de la lucha contra la dictadura tiránica de Rafael Leonidas Trujillo Molina, que a su vez fue instalada, asesorada y conducida, del principio hasta su final, por el imperialismo norteamericano y la Iglesia Católica-Vaticano, y de quienes el dictador sanguinario Trujillo no fue otra cosa que el más incondicional lacayo abyecto como sirviente genuflexo y peón, capataz y verdugo, en la modalidad de gran sicario, de sus amos y señores, el imperialismo norteamericano y la Iglesia Católica-Vaticano.

El histórico proceso del anti-trujillismo, cuyo fondo es pues el del heroico empeño en el derrocamiento del dictador, para lograr los elevados objetivos económicos, políticos y sociales de libertad, democracia, bienestar económico y la soberanía nacional como la independencia, que estructuran su contenido, fue truncado y abortado en esos objetivos, por las poderosas fuerzas y su vasta experiencia contra-revolucionaria, a favor de la explotación y la opresión, de los dos amos y señores, a los que la dictadura de Trujillo sirvió todo el tiempo, puesto que fueron sus creadores y sostenedores: Iglesia Católica-Vaticano y el imperialismo norteamericano.

Ese relativo fracaso, a consecuencia de falta de experiencia y conciencia políticas del pueblo, como por las traiciones y engaños conscientes de los agentes del imperialismo, de los grupos oligárquicos y de la Iglesia Católica-Vaticano, infiltrados en el movimiento anti-trujillista, sobre todo en su fase de declive, que corresponde al 1958 en adelante, no logró impedir que este movimiento tuviese un contenido histórico definido, y era, asimismo, un proceso propio con objetivos económicos, sociales, políticos, históricos concretos, por lo cual, no importaban los tropiezos. El materialismo histórico preconizaba que un movimiento de ese contenido había de reaparecer y continuar con perspectivas de más peso, sin importar los tropiezos ni contratiempos, puesto que las masas del pueblo irían adquiriendo mayores niveles de conciencia política y de organización, y eran las que, al fin y al cabo, debían asumirlo como suyo.

Las cosas les resultaron factibles al imperialismo y a la Iglesia Católica-Vaticano momentáneamente, o sea, temporalmente, por cuanto ésta había quedado institucionalizada con el Concordato, firmado en el 1954, y el Vicariato Castrense junto al Programa Nacional de Educación Católica, firmados en el 1958, todos con el mismo sanguinario dictador y déspota tirano, como la heredera del régimen oligarquía de éste, de Trujillo y, a la vez, como cabeza de los grupos oligárquicos que gravitaban en el seno del movimiento anti-trujillista, así como tenía la Iglesia Católica-Vaticano una decisiva influencia sobre la incipiente y pasmada burguesía nacional; y, por demás, los campesinos y los obreros eran presas del más oscuro atraso en todos los terrenos.

De este cuadro, le resultó viable su estrategia de colocar como líder del anti-trujillismo a Juan Emilio Bosch Gaviño, su espía pagado de la CIA.

He ahí el papel de su consigna “borrón y cuenta nueva” que le granjeó el apoyo de los trujillistas y así poder ganar las elecciones del 1962; para crear un gobierno que coronaría la traición, el aborto y la derrota en su proyección histórico-social de los elevados objetivos del movimiento anti-trujillista, pero no su victoria.

El gobierno de Bosch del 1963 fue así, desde el punto de vista del proceso, una retranca al contenido de ese movimiento anti-trujillista.

Y, por saber de lo inseguro que se encontraban los estamentos oligárquicos, alentados y dirigidos por la Iglesia Católica-Vaticano y el imperialismo norteamericano, decidieron derrocarlo e imponer en su lugar una administración del todo confiable y segura para sus intereses como régimen oligarquía. Esto fue el Triunvirato.

Si la estratagema y vicisitudes que el imperialismo yanqui y la Iglesia Católica-Vaticano le impusieron como obstáculos al contenido democrático popular y anti-imperialista del anti-trujillismo, se canalizaban a través del electoralismo y el parlamentarismo y sus ilusorios efectos, es claro que no comprendieron que ese electoralismo y parlamentarismo eran una escuela política para las masas, y que, por ello, necesariamente, se habría de agudizar la lucha de clases, haciéndose inevitable la guerra civil y la lucha armada. Esto lo había expuesto ya hace tiempo, como conclusión final, a título de ley dialéctica en la lucha política, Lenin, en su estudio Marxismo y Revisionismo, del 1908; y sería muy bueno, que la ensalada rusa de oportunismos y arribismos, como de anti-comunismo, del chavismo, allá mismo, en Venezuela, tomara este sayo o mameluco y se lo pusiera cuanto antes, para que después no lloren como maricones lo que no quisieron aceptar, por oportunistas y revisionistas.

 

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