Es devastador el panorama de los trabajadores tras 20 años del azote neoliberal en el país

 

Una visión panorámica de la situación de las fuerzas laborales en el país, deja la sensación amarga de un cuadro devastador. Tal es el resultado de más de 20 años de neoliberalismo. Este en el país, vino no sólo a reemplazar al modelo de explotación proteccionista que continuó aún después de la caída del trujillismo en 1961, sino a acentuar y a agudizar las nefastas consecuencias de nuestra pobreza, legadas por dicho modelo proteccionista.

Una multitud de hombres que durante su vida productiva útil se la pasaron laborando en las difíciles condiciones de los puertos de la Capital y de todos el país, se manifestó frente al palacio de gobierno, solicitando pensiones para poder desenvolverse, junto con sus compañeras, durante los años que les restan de vida, sin que, por obtenerlas, ello los exima de grandes y terribles precariedades.
Este cuadro se multiplica en cada esfera de las actividades humanas en la República Dominicana.

Los cañeros y habitantes de los bateyes, escenifican desde hace tiempo, una justa jornada igual de reclamos en busca de obtener algún tipo de pensión que les ayude a sobrevivir, después de décadas como braceros de la caña.

Estos hechos y situaciones similares, reflejan, con trazos dramáticos, lo que antes ocurría, lo que está ocurriendo, pero todavía lo peor es que continuará imperando como la situación de fondo que conlleva a que las fuerzas laborales se agoten, día a día, en jornadas extenuantes para así poder obtener chelitos. Pero sobre su pescuezo, colgando siempre, el hacha fatal de que, cuando ya no tengan fuerzas, como lo pueden hacer hoy, serán echados a las calles sólo con las magras prestaciones que puedan obtener al momento de quedar sin trabajo.

Es indudable que esto obliga a cuestionar el modelo neoliberal y su incidencia en la existencia misma de la gente, como de todo el sistema de explotación capitalista y el yugo del imperialismo y del parasitismo de la Iglesia Católica-Vaticano.

Las masas de trabajadores están teniendo ante sus propios ojos relevantes pruebas comprobatorias de lo que es la explotación y opresión capitalista neoliberal. Esto debe servir de estímulo e incentivo de las masas trabajadoras, para que rompan con su inercia y su alejamiento de las luchas populares, que es lo que caracteriza su comportamiento hoy día.

Se trata de un régimen económico-social en el que el trabajador no cuenta ni importa, aún en su tiempo productivo. Y cuando deja de serlo, es reducido entonces a la condición de gollejo que se echa al zafacón, y pa’ la basura.

Los reclamos de alzas salariales para todos los trabajadores en todas las áreas y esferas de la actividad, es evidente que son justos.

Los mismos órganos oficiales del Estado dan cuenta de que, de acuerdo con los distintos niveles de salarios que los trabajadores perciben, ninguno está a la altura de las posibilidades de cubrir el costo de la canasta familiar en que ésta es clasificada por ellos mismos, esto es, por los órganos oficiales, como el Banco Central.

La cuestión ésta, que atañe directamente a la supervivencia de la gente, es trágica, dolorosa, patética, en tanto da cuenta de que la gente sufre niveles insospechados de hambre, de miseria, de precariedades y sigue, inútilmente, dándole gracias al maldito dios. Se conoce que el 52 por ciento de los trabajadores actualmente registrados, que suman aproximadamente el 10 por ciento de la población total de 10 millones de dominicanos, o sea, que suman alrededor de 1 millón, apenas ganaban hasta los 10 mil pesos, esto es de 10 mil pesos mensuales, 3, 4 y 5 mil pesos mensuales, clasificación en la que, los 10 mil pesos mensuales son el tope de todo este sector.
Aún tomando el nivel mayor de salario, de los que son el 52 por ciento de trabajadores registrados, que para diciembre del pasado año, eran cerca de 2 millones, lo que ganaban como salario no les permitía, dentro de las distintas canastas familiares, cubrir la de más bajo precio de todas las canastas familiares, que es la de 10 mil 500 pesos, de lo que es admitido por las estadísticas gubernamentales.

Sin embargo, esos cálculos y estimados están, en cuanto a costo de la misma canasta familiar real, muy por debajo de lo que en verdad cuesta dicha canasta familiar en la actualidad. Esta, para el nivel de los muy pobres, y de ahí su infra-alimentación, se estima conservadoramente que ronda por encima de los 13 mil pesos mensuales, mientras que, como ya vimos, el Banco Central estima que el 52% de los trabajadores registrados gana por debajo de los 10 mil pesos al mes.

Los niveles de la canasta familiar y su precio se dividen, según el Banco Central, en 5 escalafones, ninguno de los cuales se corresponde con la realidad, sino que siempre andan muy por debajo del costo real de la canasta familiar correspondiente.
Se ha de suponer que, si por lo menos, 3 y 3/4 de los 5 niveles establecidos por el Banco Central del costo de las distintas canastas familiares, están por encima de los que ganan en salario más del 50 por ciento de la población, la falta de alimentación hace casi una epidemia entre la generalidad de la población dominicana, que estando desnutrida y anémica, pues tiene mayor riesgo de enfermarse con más frecuencia; lo que le agrava la situación, ya que tienen que sacar dinero, en forma imprevista, de lo poquísimo que le entra, para destinarlo a cubrir la compra de medicamentos.

Todo esto no es un problema pequeño, sino de enorme envergadura, que debería ser abordado con seriedad y profundidad por las clases dominantes y poseedoras de medios de producción, ya que este cuadro desdice de la calidad y de la eficacia de su sistema económico-social, como se hace palpable. Las clases explotadoras y opresoras, diciéndose muy cristianas y humanitarias como amantes de la filantropía, se muestran, sin embargo, totalmente indiferentes ante la deplorable situación de sufrimiento de sus explotados.

Por ejemplo, cabe resaltar, que ante la discusión de una ley de salarios en el Congreso, la que buscaría ser, por lo menos, una tentativa o paño con pasta de abordamiento del problema de la falta de capacidad adquisitiva de los trabajadores, los sectores explotadores capitalistas presentaron la objeción formal ante la legislación de esa ley de salarios, bajo el bestial alegato del neoliberalismo según el cual, lo que ellos aplican en esta materia es lo que les dicta la ley de la libre oferta y de la demanda de la mercancía mano de obra laboral u obrera. Por lo que, pretender regular, mediante ley, los salarios, afirman los explotadores neoliberales, les sería perjudicial y desventajoso, puesto que no podrían hacer tanto y como les gusta hacer, de las suyas.

Pero no sólo esto es parte de la trágica e insoportable situación que padecen los trabajadores, lo que los capitalistas indudablemente aprovechan para pagar salarios de muerte a la mano de obra que contratan. Sino que los capitalistas de las diversas corporaciones de empresarios, ofrecieron, en el Comité de Salarios del Ministerio de Trabajo, un aumento salarial de un... 5 por ciento. Y de inmediato se retiraron diciendo que eso es: “Si lo quieren lo toman, y, si no, lo dejan”.

Somos del punto de vista que los trabajadores están en la obligación de no quedarse con las manos cruzadas y deben desplegar luchas para cambiar esta muy adversa situación que les aplasta en forma implacable.

Con el neoliberalismo y su privatización, se han constreñido las conquistas democrático-sociales de los trabajadores, y particularmente la libertad sindical, que ha sido reducida por la acción de los explotadores capitalistas a su más insignificante manifestación y ejercicio. Habiéndose con ello diezmado el movimiento sindical y su capacidad de lucha, en tanto, sobre sus directivas han ganado mucho terreno los corrup-partidos del sistema y sus ideas neoliberales, como de la conciliación y no de la lucha de clases. Los reclamos son débiles e impotentes. De ello están conscientes los capitalistas explotadores, que comen con sus damas.

No obstante, con una canasta familiar promedio de unos 24 mil pesos, la que muy pocos salarios de trabajadores la cubren, de una u otra manera, hay inquietud entre los trabajadores y hasta dentro de los viejos movimientos sindicales amaestrados y domesticados, como hemos dicho, por los corrup-partidos del sistema. Y han venido planteando la demanda de un aumento salarial de un 30 por ciento para todos, no sólo del mínimo.
 

Volver a la Página Principal