De un aberrado como Vargas Llosa sus insultos honran al país

Nadie es ni puede ser más nazi-fascista que ese mercenario

21-11-2013

 

Cabría empezar preguntándose, ante la información de que el enemigo jurado de los pueblos del mundo, y en particular de los de América Latina y El Caribe, el mercenario escritorzuelo, inflado por la CIA y los cuerpos de espionaje del espectro imperialista, Mario Vargas Llosa, con su truculenta vulgaridad, muy bien exhibida y por ello conocida en lo que concierne a la República Dominicana, cuando pretendió novelar su aberrante concepción, que explica por qué su íntima camaradería con ese esputo que es Jaime Bayly, de que la causa, motivo y raíces de la dictadura de los 32 años, del 1930 hasta el fin del 1961, que criminalizó y aterrorizó, con carácter nazi-fascista, el peón, lacayo, sirviente, mayordomo y verdugo carnicero del binomio imperialismo yanqui y la Iglesia Católica-Vaticano, Rafael Leonidas Trujillo Molina, que fue impuesto por éstos y mantenido bajo su absoluto dominio y control en el Poder, como el fantoche cabecilla de la dictadura en cuestión, dictadura tiránica y monstruosa que, según Vargas Llosa, fue exclusiva y principalmente producto de la concupiscencia aberrada de la líbido sexual patológica del fantoche Trujillo, reconocido de vieja data como espía, confidente y matón de la ocupación yanqui del 1916 al 1924, y como el ladrón de San Cristóbal, ¿qué de extraño y sorprendente tiene que esa crápula de Mario Vargas Llosa haya querido descargar ahora las sombras y fantasmas que habitan y ocupan el espacio de la lóbrega caverna donde debía funcionar la conciencia del ser humano, lanzando la infamante acusación de que la República Dominicana y el pueblo dominicano son país y pueblo fascistas?

Lo peor y más ignominioso de parte de Mario Vargas Llosa es que esa calumniosa y vil acusación la haya evacuado, como un chorro de excrementos putrefactos y pestilentes, en un articulejo que publicara en la letrina de extrema derecha española “El País” y en la cuna del coloniaje exterminador de la raza indígena de América y El Caribe, cuyos rasgos están presentes, como medida de su vil condición de lacayo, en ese despreciable sujeto que es Mario Vargas Llosa, al momento de salir en defensa de la estrategia recolonizadora de destrucción de la Nación y el Estado Nacional de República Dominicana, con fines de fusión con las hordas tribales haitianas, en un adefesio clonado de Estado binacional Domínico-Haitiano, en rotundo desconocimiento imperialista y recolonizador de la historia ininterrumpida por varios siglos, en los que se da cuenta de las vicisitudes y pormenores señeros del empeño, por parte de los pobladores de la colonia española en la isla de Santo Domingo, por constituir una nación y, como tal, inevitablemente llegar a hacer uso del derecho a la autodeterminación, y culminar proclamándose libre e independiente, lo que se produjo por primera vez el 30 de Noviembre del 1821, siendo truncado, dicho empeño, por el aplastamiento, mediante la agresión e intervención de la soldadesca anexionista haitiana, que se asentó durante 22 años, como Estado tribal opresor, sobre la República Dominicana; y una vez que la República Dominicana se volvió a declarar libre e independiente de todo yugo extranjero en el 1844, y particularmente del yugo opresor haitiano, el que, reiterada y continuamente sigue tratando de restablecer su dominio, basado en sus afanes expansionistas y hegemonistas, como anexionistas que, insistimos, tienen el mismo carácter que los del sicópata africano de la tribu zulú, Shaca Zulú.

Es al ver deshecho su sueño de subyugamiento del pueblo-nación dominicanos, con la justa sentencia del Tribunal Constitucional de la República Dominicana, la que rechaza contundentemente las pretensiones de los haitianos de anexarse el territorio y la República Dominicana, mediante el ardid de las infiltraciones, los huevos de serpientes y los caballos de Troya, a partir sobre todo del año 1929, hasta la fecha, período en que se han dedicado los haitianos, sigilosa y arteramente, a asumir, violando todas las leyes dominicanas y nuestra Constitución, la nacionalidad dominicana, con la complicidad de la Iglesia Católica-Vaticano y, en particular, de la nefasta banda criminal de la orden jesuita. La sentencia de la Corte Constitucional da así un corte histórico epistemológico, definitivo y contundente, a esos sueños nostálgicos del expansionismo-hegemonista haitiano, y sirve para explicar por qué un vil mercenario de los monopolios recolonizadores imperialistas, norteamericanos y europeos, como Mario Vargas Llosa, arremete como una víbora venenosa contra la dignidad de la República Dominicana, que no acepta ser disuelta, defendiendo la voluntad popular de seguir existiendo como país libre e independiente, y en forma soberana, ejerciendo nuestro derecho a la autodeterminación.

 

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