EL CURA ALEMAN

El economista estrella de la oligarquía eclesiástica criolla da exhibición de pervertida ignorancia

"El excedente de población (masas desempleadas o superpoblación, N. de R.), suplemento necesario del excedente de producción, es atributo indispensable de la economía capitalista, sin el cual no podría existir ni desarrollarse".

(Lenin, Obras Completas,

Tomo II, Edición Rusa, Pág. 47)

MATERIAL COMPLEMENTARIO: Monseñor Pittini

E l cura Alemán, que es el economista estrella de la oligarquía eclesiástica o altas instancias católicas, ha querido descubrir el hilo en bollito o el color negro del carbón vegetal, cuando habla de que el desarrollo industrial del año pasado se caracterizó por una inversión de capital y tecnología en una forma tal, que la misma determinó un incremento en el desempleo en el seno de la clase obrera.

Y lo malo, grave y dañino como perverso de juicios y posturas de esa naturaleza, es que lo formula como si fuese posible, bajo el yugo imperialista y gobiernos títeres como el de Leonel Fernández, que suceda de otra manera y como si los capitalistas y el imperio-capitalismo pudieran evitar, o estuviesen interesados en no hundir en la más espantosa miseria en forma creciente a las masas que explotan.

No cabe la menor duda de que el lance del cura Alemán está matizado por su inalienable condición de tal, pues en el capitalismo el afán de lucro esclaviza hasta al capitalista, en tanto el mercenarismo hace a cualquiera de los que profesan las supercherías oscurantistas religiosas violar una y otra vez el mandamiento de la ley mosaica de "no mentirás ni jamás jurarás en vano".

La ignorancia tiene, como la inteligencia, cuando menos dos formas destacadas, una que es fruto de la falta de ilustración y que resulta fomentada por el sistema de explotación en tanto la educación está fuera del presupuesto de aumentar sus ganancias, que es padecida totalmente por gentes pertenecientes a la masa del pueblo, y la otra ignorancia, matizada por tener como receptáculo y exponentes a sujetos ilustrados que, por perversidad de espíritu, repiten y difunden todo tipo de engaño, mentiras y verdades a medias.

Si los sicólogos y siquiatras reconocen tanto el tipo de inteligencia fluida como la cristalizada, nosotros proponemos que clasifiquen del mismo modo la ignorancia y coloquen, de un lado, como ingenua, la que es inyectada en el pueblo -que es factible de superarse- y que da pie a una ignorancia sincera o ingenua, y del otro la pervertida, que es esa ignorancia que caracteriza tan significativamente a la jerarquía católica y religiosa cristiana en general que, siendo incorregible, es fruto inicialmente de un deliberado retorcimiento y perversidad congénita del espíritu del individuo formalmente ilustrado.

El cura jesuita Alemán, que opera para los intereses de la transnacional católica en el área de la economía es, como era de esperarse, un felón que con la mayor naturalidad del mundo se refiere a un hecho objetivo que refleja el creciente proceso de destrozo de las condiciones de vida y hasta de subsistencia de los trabajadores, y se esmera en que sus palabras no conlleven una crítica directa ni impliquen una denuncia al neoliberalismo, sino que su esfuerzo se centra en atribuir la situación a una consecuencia imprevista, a una consecuencia nueva y desconocida, proveniente de lo que él quiere pintar como la innovación o "renovación del parque del capital", experiencia que hay que experimentar "primero" para ver las consecuencias después, ocultando tanto que no se trata de nada nuevo, sino de algo muy viejo y cuyas causas son tan harto conocidas que hace más de siglo y medio que fueron estudiadas, resumidas y formuladas como leyes objetivas de la economía; como ocultando además que, inevitablemente, en tanto persista el régimen capitalista y en particular bajo la globalización, la situación que dicho cura "economista" pondera, antojadiza y arbitrariamente, se ha de seguir irremisiblemente acentuando y repitiendo como una constante, pues se trata de una de las leyes de más significación social directa y cotidiana para las masas de trabajadores y de los obreros en particular dentro del sistema de explotación capitalista.

Como un lacayo diplomado, el cura Alemán sólo se limita a enumerar lo sucedido, pero ocultando en forma deliberada y consciente (que es la ignorancia perversa a la que aludimos) que tratándose del sistema capitalista eso es inevitable ahora y siempre y que será cada vez más agudo, puesto que todo desarrollo de la técnica bajo dicho sistema conlleva el aumento de la miseria no sólo porque incrementa el número de desempleados dentro de la clase obrera, sino por el hecho de que conlleva una intensificación del trabajo (aspecto que calla), así como una prolongación de la jornada (duración de los turnos) de trabajo (que también oculta), lo que significa por otra parte un gasto acrecentado de la fuerza de trabajo (frente a lo que calla), teniendo el obrero que esforzarse más y forzosamente tiene que gastar más fuerza de trabajo que la correspondiente a un día; en cambio, recibe una paga que apenas sirve, en el mejor de los casos, para restaurar las fuerzas de un día, proceso cruel que al repetirse, como sucede, un día sobre otro, va desgastando, gradual pero firmemente, el organismo del obrero, que ve precipitarse antes de tiempo la muerte sobre su organismo.

El cura Alemán, como cura y no como alemán, como apologista mercenario del sistema y no como hombre de ciencia ni honrado, sólo se limita a prescribir: "la pobreza aumentó en el ’98 motivado este hecho por la renovación del parque industrial y la utilización de menos mano de obra" (Letrina amarilla Hoy, Pág. 1-E del 24/12/98)

En sus "Manuscritos Económicos y Filosóficos", que corresponden al 1844, Marx ya subrayaba: "La miseria se desprende de la naturaleza misma del trabajo moderno".

Esta es una ley irrefutable que finge ignorar el cura Alemán cumpliendo así su designio de mercenario del capital monopolista, de la reacción, del neoliberalismo y la globalización.

La Iglesia y la religión, junto a sus legiones de curas, obispos, ministros, pastores y demás especímenes parasitarios de la fauna oscurantista, tienen un puesto privilegiado como expendedores y constituyentes del cartel del opio de pueblo para adormecer y castrar las energías revolucionarias de las masas.

Tienen montada, junto con las huestes de faranduleros que cuentan entre sus actividades de bufones con la filantropía y beneficencia, una campaña dizque para acabar con la pobreza y la miseria, pero rehuyendo tocar la fuente, las causas y raíces de esos bochornosos males.

Su cometido es encubrir que es el régimen capitalista y no otro el causante del flagelo inmisericorde de la miseria y la pobreza, pero que nadie se ilusione ni se engañe, éstas son condiciones indispensables para la existencia del régimen, por lo que justamente cabe afirmarse: en el régimen capitalista, la clase obrera está privada de condiciones humanas de existencia, por lo cual vive en la miseria.

"El sistema de trabajo asalariado es, por tanto, un sistema de esclavitud y una esclavitud -puntualiza Marx- en verdad tanto más dura cuanto más se desarrollan las fuerzas productivas del trabajo, sea cual fuese el salario, bueno o malo, que recibe el obrero" (Marx, "Crítica al Programa de Gotha").

El cura Alemán es de los que han comprendido que no basta hacer de cura que bendiga con la mitra y el incienso la explotación, y que tampoco es suficiente envilecer a las masas con su opio religioso; el cura Alemán es de las legiones a las que se les ha asignado ceñirse el diploma para, como lacayo titulado, difundir cuantas basuras le sea posible verter por sus cañerías cerebrales a nombre de la ciencia económica. De ahí la justeza con que, tanto Marx como Lenin, enjuician a estos deleznables especímenes.

Veamos, Marx decía de la economía política burguesa y de sus sustentadores, que son los llamados economistas, que "estudia(n) el modo de producción capitalista no como un estadio transitorio de desarrollo, sino por el contrario, como forma absoluta y final de producción social" (Carlos Marx).

Lenin caracterizó con precisión matemática el método general de la ciencia económica burguesa y al respecto escribió concluyendo: "No podemos creer ni una palabra a ninguno (subrayado por el mismo Lenin, N. de R.) de los profesores de economía política capaces de producir los más valiosos trabajos en la esfera de las investigaciones específicas, de hechos; no podemos creerles cuando se refieren a la teoría general de la economía política. Pues esta última es una ciencia tan de partido en la sociedad contemporánea como la gnoseología (filosofía, N. de R.)". (Lenin, Tomo XVIII, Obras Completas, Págs. 363, 364, Edición rusa o "Materialismo y Empiriocriticismo", Editorial Futuro).