El "final del autoritarismo" proclamado por Leonel Fernández fue sepultado junto con la cacareada modernización e institucionalización de la P.N. y de las FF.AA.

Cuando finalizó la farsa de diálogo nacional celebrado faranduleramente el pasado año, el presidente Leonel Fernández hizo una dramática declaración con más énfasis altisonante que peso real, y ésa fue que: "el autoritarismo en el país había llegado a su final".

Esto vino a sumarse a la ya cacareada campaña en torno a supuestas modernizaciones respectivas en la P.N. y las FF. AA.

Sin embargo, lo que ha estado imponiéndose por el uso de la fuerza y los métodos coercitivos no es otra cosa que la aplicación más cruda y brutal de los métodos autoritarios y por objetivos exclusivamente autoritarios también.

Los hechos y procedimientos suscitados en torno a la elección del secretario de la Liga Municipal Dominicana y el uso de las fuerzas policiales, así como de las FF.AA. para el Poder Ejecutivo imponer a su candidato en ese organismo coordinador de las actividades de los ayuntamientos que son representativos del llamado Poder Municipal, es el más categórico desmentido a la falacia leonelista del fin del autoritarismo.

No hay manera posible de demostrar que no hay autoritarismo galopante en este paso, así como en los atropellos perpetrados contra ciudadanos, contra legisladores y descarados actos desconocedores de la Constitución y la supeditación del poder policial al civil.

Lo de la llamada modernización de la P.N. y de las FF.AA. quedó hecho trizas y se ha puesto al desnudo que estos organismos, lejos de haber sido modernizados, hoy se encuentran manejados por un férreo círculo atrincherado en las prácticas groseras del atropello y el asesinato de los ciudadanos, llegando en numerosísimos casos a aplicar la pena de muerte a ciudadanos sindicados por la P.N. de la comisión de delitos, como sucedió durante enero, con lo que esa institución violenta no sólo la Constitución de la República, sino las leyes vigentes, que no contemplan la pena de muerte.

Lo mismo se corrobora en la conducta de las FF.AA., cuyos mandos violentan y pisotean groseramente la Constitución en cuanto a la libertad política, de tránsito así como la libertad de creencias.

Para corroborar esto basta y sobra conocer los pronunciamientos hechos por el Jefe del Ejército de Santiago de los Caballeros, quien afirmó en forma arrogante y autoritaria "la lealtad incondicional del Ejército Dominicano a la Iglesia Católica". (Letrina Listín Diario, 30/11/98), cuando la Constitución consigna la libertad de creencia y en ninguna de sus partes puede atar al país, la sociedad ni al pueblo a la Iglesia Católica, Apostólica y Romana, pues ello es contrario a la diversidad de creencias ideológicas, políticas, religiosas, morales, etc.