La prensa amarilla creó y abonó terreno para pesadilla antipopular de terror, pánico y carnicería policíaco gubernamental vivida en el mes de enero

Saldo violación masiva derechos humanos

Fusilamiento cinco jóvenes que recuerda los cinco del

Héctor J. Díaz (1972) con Golpe de Estado en LMD

y atropellos Constitución y el Senado

Prosiguiendo con su nociva y perjudicial actividad de manipular por encargo y pago de los círculos de opresión y explotación en todas sus formas y connotaciones el ambiente a través de la opinión pública, la prensa amarilla, que es la industria que negocia, en ejercicio de la peor corrupción, esa pestilente mercancía, desde que pasó el llamado período navideño (negocio al que también se presta como prostituta), esa prensa, con sus plumíferos de a tanto por línea, se empeñó en desatar la más descomunal campaña de instigación de que la Policía Nacional debía y estaba obligada a ejercitar la más eficaz labor de represión, so pretexto de "la ola delictiva". En esto se destacan todos los órganos de la prensa amarilla, pero por sobre todo descuella Radhamés Gómez Pepín (Jack el Destripador"), aunque su abogado el anarquista-terrorista vasco "El Toldo" trate de eximirlo.

En esta ocasión fue evidente que ya no sólo era por ejercicio de la prostitución por amor al arte que los cagatintas de la prensa amarilla y los demás plumíferos montaban esta campaña de manipulación e instigación al servicio del circo represivo, ya que se hicieron correr ríos de sangre como estimulante por excelencia de la barbarie, por parte de las fieras amaestradas, autorizadas, institucionalizadas y cebadas para tal fin.

Se hizo palpable ante el más tosco de los tactos que ahora había una orden expresa emanada de los centros de Poder ejecutivos de que la prensa amarilla se alineara y ejerciera estimulando la masacre en los barrios pobres, lo que a su vez debía servir de terreno propicio para que existiera una atmósfera lo suficientemente tensa como para que se le facilitara al gobierno y al Pálido lanzar las tropas y mandos policíaco-militares contra sus oponentes políticos en pugna por el control de la Liga Municipal Dominicana (LMD), tal y como, en efecto, se efectuó.

La cruzada punitiva de asesinatos policiales bajo el epígrafe ya harto conocido en la prensa amarilla que en forma alegre incita de "…muertes en intercambios de disparos con la P.N.", se hizo como el pan que sustituía el desayuno que escasea, o si no, como el plátano y el vívere que brilla por su ausencia en este vendaval de pobreza creciente sólo equiparable al grado de intensificación del terror policial por orden gubernamental.

Todo parece indicar que el jefe policial, que trabajó desde la P.N. en la "Cruzada del Amor", que fue la guarida de los criminales de la Banda Terrorista del ’71, entendió que ningún episodio podía servir mejor de culminación a esta campaña, en la que le tocaba desempeñar un papel estelar, para crear el ambiente de pánico por medio del terror gubernamental y policíaco-militar, que repetir la hazaña vesánica que perpetrara en 1972 esa banda parapolicial de Pérez y Pérez, Oscar Nuñez (El Cangrejo), Ramón Pérez Martínez (Macorís), con la orientación imprescindible de Joaquín Balaguer y el manto filantrópico de su hermana Emma Balaguer, la reina del lumpen capitalino al servicio de la dictadura de su hermano.

Así, recuérdese, aunque sea por un instante, la forma en que se asesinó a los cinco jóvenes del Club Héctor J. Díaz en los dogout del play Juan Pablo Duarte. O si no, la masacre del sargento "Ráfaga" en el ’68 en Barahona. Es casi lo mismo.

Y, en efecto, el fusilamiento reciente de los cinco jóvenes en El Edén, en la parte oriental de la capital, por parte de una patrulla policial cuando los jóvenes se habían entregado y rogaban de rodillas en vano que no los mataran, es no sólo prueba de continuidad en los procedimientos criminales empleados por la policía y dirigidos por su Jefatura desde entonces hasta ahora, sino de continuidad del mismo régimen, pero también que hay continuidad en el personal que hace tales denigrantes prácticas propias de criminales desalmados e inescrupulosos.

En el crimen de los jóvenes del Héctor J. Díaz no se pudo ocultar que actuó además de Macorís (Ramón Pérez Martínez) el teniente Alvarez, hijo de un ex-jefe policial general de horca y cuchillo Braulio Alvarez Sánchez. Y se sabía que en ese crimen habían participado otros jóvenes oficiales policiales a título de "práctica", a quienes se les había condicionado ("especializado") en centros de terror y academias militares aquí y en los EE.UU., y que esos otros jóvenes no fueron tocados ni mencionados sus nombres. Pero se sabía y nunca será tarde para confirmarlo, que eran provenientes del seno de familias cuyos padres habían hecho carrera en la profesión del asesinato, la delación y el crimen, al pertenecer al cuerpo de espionaje y asesinato de Rafael Leonidas Trujillo Molina.

El Jefe actual de la Policía se apellida Sanz y Jiminián ¿De dónde viene? ¿Dónde, en qué área y a qué se ha dedicado desde su ingreso a la Policía Nacional?

Se ha dicho que él goza un mundo y se enorgullece de haber pertenecido al Ejército norteamericano y que se jacta de ser un veterano de Vietnam, por lo que se siente orondo cuando le dicen: "El vietnamita". Lo cierto es que hay que desplegar la más intensa campaña contra las fuerzas que promueven y han hecho una industria rentable de las campañas de muertes y atropellos contra ciudadanos, preferible y especialmente pertenecientes a las masas de explotados.