¿Jueza o Juezucha?

Katia Jiménez de la 10ma. Cámara Penal da, con sentencia irresponsable y parcializada, patente de corso para depredar, robar y secuestrar bienes del Partido Comunista (PACOREDO)

Complicidad descarada representante Fiscalía del Distrito en esta truculenta farsa o sainete judicial corrobora que Domínguez Brito está descalificado para promover una justicia idónea y decente en la capital pues responde a fascismo-clerical del Pálido-Gobierno y de la siniestra como criminal Iglesia Católica, Apostólica y Romana

¿Son éstos los grandes logros de la Justicia de que se jacta Subero Isa con su proclama inquisitorial del 7 de enero último?

En una sentencia, si cabe llamar así a la tan grosera como cínica burla a la ley y afrenta para el llamado Poder Judicial evacuada como dictamen, emitida por la flamantísima incumbente de la 10ma. Cámara Penal, la ciudadana Katia M. Jiménez Martínez declaró libre de toda culpa a los nombrados: Domingo Antonio Muñoz Acosta, Domingo Octavio Muñoz Hernández y Amado Constantino Feliz Caba, acusados formal y con todas la de la ley, amen de la confesión por la misma parte inculpada de poseer indebidamente objetos y bienes propiedad del Partido Comunista de la República Dominicana (PACOREDO), sustraídos con violencia.

¿Cómo es posible que en tal situación se declare -a los inculpados-, nada menos que por una supuesta jueza, libres de todo delito y de culpa por lo tanto? Y aún más ¿cómo es posible que un representante de la Fiscalía del Distrito, por revanchismo político y espíritu discriminatorio y de persecución ideológica (anticomunista) y política (anti-oposición), favorezca declarar inocente a gentes que han violentado los derechos de otros y, en particular, el derecho de propiedad (bienes del Partido Comunista)?

El mensaje de esta farsa judicial o sainete de baja estofa es probable que sea bien claro y que signifique que los comunistas que no nos vendemos estamos a expensas de todo abuso y atropello, así como excluidos de toda protección de las leyes y de la Justicia. Y es bueno que este mensaje sea suscrito por la tal Katia Jiménez Martínez. De la genialidad y entereza de ésta es probable que Subero Isa, el de la Suprema Corte de Justicia, se sienta orondo y orgulloso.

La incalificable sentencia, digámoslo así, pues de lo contrario caeremos necesaria y obligatoriamente en el insulto a una ciudadana que, en este desdichado país tiene el privilegio, la suerte, además de quién sabe -aunque muchos dicen que lo saben- si por chepa ostenta tan delicado cargo en la Justicia dominicana y al que el mataburros y el léxico dicen que se le debe llamar juez, y en este caso jueza, pero por su actuación particular aquí se descalifica como tal para quedar, simple y llanamente, como juezucha, atendiendo a su ínfimo sentido de la Justicia y de su marginal sentido al aplicar la ley, así como a su orfandad de sentido de la equidad, que pretende reconocerse como principio general en la sociedad moderna cuando se proclama como uno de los criterios que la fundamentan que todos los ciudadanos somos iguales ante la ley, lo que podría haber sido intentado recogerse en la Constitución actual cuando, en el Título II, Sección I, De los Derechos Individuales y Sociales en el acápite 5 del Art. 8 dice:

"5.-… La ley es igual para todos: no puede ordenar más que lo que es justo y útil para la comunidad ni puede prohibir más que lo que le perjudica".

Pero no sólo resalta la escandalosa inclinación de la sujeto jueza -Katia M. Jiménez Martínez- a favorecer a los delincuentes confesos, secuestradores de bienes del Partido Comunista (PACOREDO), de constituirse en turba y falsificar documentos de la Justicia, sino la del representante de la Fiscalía y del Fiscal, Danny Villalona, quien solicitó dejar libre de toda culpa a los inculpados, a despecho de las pruebas que incluyen la admisión de éstos de, en efecto, tener en sus manos objetos de nuestra propiedad, cosa que ni siquiera niegan.

Es significativo dar a conocer que el ayudante de fiscal de marras es un reconocido ex-militante del grupo de renegados revisionistas ex-pcd, organización de mercenarios pro-rusos y agentes castro-guevaristas que fuera disuelta tras el desmantelamiento de la ex-URSS, que era quien la subvencionaba. Como se sabe, el gobierno corrupto y corruptor, antipopular y antinacional del presidentico Leonel Fernández, está plagado de tales sujetos tránsfugas impenitentes, que guardan un profundo odio y que viven, como bichos y sabandijas, ahogados en un lodazal de resentimientos bastardos contra nuestro Partido Comunista (PACOREDO).

Así se constituye un tribunal de hecho parcializado de los pies a la cabeza, pero no para impartir justicia, sino para montar un sainete de mala muerte o la peor farsa del más bajo y vulgar gusto.

Pero está claro que este renegado ayudante del Fiscal, hoy al servicio de otra causa espúrea, igual a como lo hiciera en su primera juventud, no pudo llegar a ese extremo de descaro sin el consentimiento del Fiscal del Distrito Nacional, señor Francisco Domínguez Brito, quien fue hace poco colocado, o más bien sumergido, como su bautismo de consagración, en el estercolero político que es el Comité Central del Pálido, lo que habría de sumarse a su condición de agente incondicional y confesional del alto clero católico y proveniente de una familia, precisamente, de come-hostias y lava-santos (mai, pai e hijos), que es lo mismo que decir, de recalcitrantes anti-comunistas y anti-pacoredos, que han redoblado su desmesurado odio anti-Partido una vez que hemos sabido, como marxista-leninistas consecuentes y revolucionarios, desplegar la más sólida campaña contra la condición parasitaria que, a costa del país, de sus riquezas y del pueblo, ostenta la Iglesia Católica gracias al infame Concordato y al Vicariato Castrense, impuestos por el dictador Trujillo y el imperio colonial oscurantista Vaticano.

Esta es una fehaciente e irrefutable comprobación de la verdad que encierran las palabras del ex-miembro del Opus Dei en España y agente secreto de sus tejemanejes, J.J.Benítez, autor de la muy conocida obra "Caballo de Troya" cuando, en pleno conocimiento de lo que habla dice: "El estilo de la Iglesia Católica es el ratero, navajazo por la espalda, desprestigio, acusaciones veladas (y calumnias e intrigas, N. de R.), publicaciones prohibidas, ausencia de críticas" (y de criterio, N. de R.)

Siendo así, el Fiscal del Distrito Nacional, como representante del gobierno de Leonel Fernández, frente al que hemos desarrollado una tan amplia como irrefutable campaña de denuncia, no podía haber promovido otra hazaña diferente a la que apadrinó, sin reparar en que con ello no nos dañan, sino que nos refuerzan en nuestras convicciones políticas generales, como en particular en la atinente al convencimiento de que los "come solos" son descerebrados, puesto que ningún PLD piensa cosas sanas, ya que son descabezados a quienes se les ha efectuado una especie de trepanación cerebral para extraerles todo nivel de capacidad deliberativa y de discernimiento y en quienes es válido concebir que se ha operado la inversión de la máxima descartiana, primando en estos sujetos, en vez de "pienso, luego existo", la de "no pienso, por ello soy peledeísta y leonelista".

Tanto la (¿cómo llamarle?), bueno, digamos la que funge de jueza de la 10ma. Cámara Penal, Katia M. Jiménez Martínez, como la Fiscalía del Distrito Nacional, que es claro que son una y la misma cosa, o bien un escenario más donde se abrazan y confunden las distintas variedades de seres de las cavernas, desconocieron y pisotearon el dictamen previo de la Cámara de Calificaciones que evacuó una evaluación por la que se acusaba a los delincuentes declarados libres de toda culpa, de violación de los artículos 379, 147, 265 y 266, o sea, robo, asociación de malhechores y falsificación.

Sabemos que la tal jueza Katia M. Jiménez Martínez es una agente del Pálido que se inició como ayudante del primer Fiscal del Distrito Nacional de este gobierno, Guillermo Moreno García, quien junto con su mujer, la figura de cera cuya imagen adquirida parece que es resultado de tantas hostias tragadas, son los que se han entendido con Subero Isa y el clan de la universidad privada Unibe, del siniestro grupo Hazoury.

Subero Isa, cabecilla de la Suprema Corte de Justicia, quien al reflejarse como pablista, cosa tan natural en un aldeano montaraz, se jactó el 7 de enero en su monserga barata del llamado Día de la Justicia (si hubiese vergüenza de por medio en el país, no se mencionara esa palabra) de concluir diciendo: "como dice San Pablo, si dios está con nosotros, nadie podrá con nosotros", estaba subrayando el carácter discriminatorio y persecutor para los que no comparten los intereses ni las convicciones cavernarias de parte de su llamado Poder Judicial.

Pero así como ésa su proclama fascistoide-inquisitorial, de total contenido oscurantista y de superchería absoluta, que lo retrata en su enanismo cultural, se evidenciaba y se jactaba, como un verdadero beocio, de blandir la espada de la Justicia para mal emplearla y dar pie al macarthismo de nuevo cuño, también es bueno que sepa que ni él ni sus sabuesos, ni mucho menos los cancerberos del averno que posee atrincherado este gobierno corruptor y corrupto en la Fiscalía del Distrito Nacional, lograrán intimidarnos con la amenaza que se desprende de la incalificable, por baja y burda, sentencia de la juezucha Katia M. Jiménez Martínez, es decir, que no nos van a doblegar sino que, muy por el contrario, sólo lograrán reafirmar aún más todo el convencimiento posible en torno a nuestra concepción de que se trata de una Justicia corrupta, venal e inmoral que apenas representa los intereses más pestilentes y despreciables de las clases explotadoras y de sus grupos de persecutores seculares.

Tales sentencias, a todas luces podridas, evidencian que todos los representantes del tren judicial, lejos de poder exhibir en su frente la dignidad de tratar a todos en pie de igualdad y sin discrimen ni privilegios, apenas exhiben en todo su rostro, no ya en la frente donde se destaca la llaga de tanto dar en el suelo de arrodillarse genuflexos, el estigma, con caracteres de podredumbre, de la hipocresía y la condición inmanente de sepulcros blanqueados.