El celibato un producto de la voluntad depravada

Con la terrible lógica que le caracteriza, Holbach, uno de los más ilustres enciclopedistas franceses, no sólo materialista, sino ateo militante, caracteriza en estos breves pasajes el infame instrumento que es la institución del celibato en la Iglesia Católica. El actual papa Juan Pablo II dijo en una ocasión que la permisibilidad de la sociedad norteamericana es la causa de que la Iglesia Católica tenga más de 500 casos de pedofilia homosexual en los tribunales norteamericanos. De ese juicio tan superficial como ridículo diferimos, y entre otras razones entendemos que la aberrante práctica de la pedofilia homosexual tan característica de la Iglesia Católica es fruto de la naturaleza intrínsecamente perversa de esa transnacional religiosa, en particular del celibato, mediante el que se le prohibe a esos infelices oficiantes de la superchería llamados curas a casarse con una mujer hembra y tener hijos.

Pero además de esa aberración repulsiva, el celibato es fuente de engaño e hipocresía, que da pie si no a la pedofilia, al amancebamiento encubierto bajo pretendidas prácticas espirituales, cuando en realidad es fruto (el amancebamiento de los curas y obispos por obra del celibato imperante) en estos casos de la concupiscencia y la aberración consustancial con el engaño religioso.

Como recientemente la Comisión de Espectáculos Públicos sancionara al locutor Jorge Herrera por supuesta ofensa al señor López Rodríguez y al señor Agripino Nuñez, oficiantes de la superchería llamada catolicismo, con todos sus ritos paganos, donde los fieles se comen a su dios y de prácticas vampirescas donde los oficiantes y participantes del rito mágico-religioso llamado misa se comen el cuerpo y se beben la sangre de su dios, nosotros protestamos por esa falaz medida y creemos que el señor Camilo debería irse para su monte cibaeño por Salcedo o Moca, donde su fanatismo salvaje religioso de seguro que tiene suficiente terreno para cultivarse hasta que la ciencia y la cultura se hagan presentes por allí. ¡Abajo la caza de brujas de Rubén Camilo y su mamotreto!