Al conmemorarse el primer 1ro. de Mayo del nuevo siglo

Clase de obreros y trabajadores sufre males miseria, hambre, insalubridad, falta educación, hacinamiento y desempleo así como opresión político-social peor que en los períodos más despiadados del capitalismo

¿Cuál es la utopía, luchar para ponerle fin mediante la revolución o considerarlos como eternos e incorregibles?

Sin necesidad de hacer ningún ejercicio académico ni de mayores esfuerzos de investigación sobre las condiciones que rodean a la clase obrera y a los trabajadores dominicanos en general, así como de cualquier parte del mundo, y en particular de los llamados tercermundistas, la conclusión que se cae de la mata y nos golpea los sentidos hasta impactarnos en directo en los centros cerebrales, es que hoy por hoy, al conmemorarse ahora recientemente el primer 1ro. de Mayo de este siglo, la situación para la inmensa mayoría poblacional es terriblemente peor aún comparándola con la de los tiempos más duros y tenidos como de más intensa explotación.

El déficit habitacional, por ejemplo, en República Dominicana es mucho mayor del medio millón de viviendas, siendo al mismo tiempo el hacinamiento (amontonamiento) y el cobijamiento de varios adultos y niños de ambos sexos en chozas rudimentarias donde subsisten amontonados sin ningún tipo de acondicionamiento apropiado para la vida, y éste es el rasgo principal de nuestra sociedad en el ámbito de la vivienda.

Las condiciones alimentarias son cada vez más precarias, y el hambre cruda o la insuficiente, no ya deficiente, alimentación, son los rasgos apabullantes en la gran mayoría de la gente en esta otra área. La FAO, organización que se atribuye desde la ONU velar por este problema desde el punto de vista del interés de los explotadores colonialistas (imperialistas), admite que en República Dominicana mucho más del 60% de la población está dentro de los que viven en el grado de miseria llamado indigencia.

No importa que el actual gobierno neoliberal de Leonel Fernández y su candidato Danilo Medina hagan demagogia aun usando al Banco Central, y que su Gobernador cantaletee disparates, ni que Hipólito Mejía (PRD) o Balaguer (PRSC) se muestren de acuerdo con los engaños y las burdas mentiras, para que se prolongue la situación hasta más allá de lo soportable. El desempleo, que alcanza más del 40% de la población en edad de trabajar, es lo predominante en esta otra área.

La insalubridad y la crisis de asistencia médica hospitalaria en el área salud, que es otro sector fundamental (expuesto con más amplitud en la Pág. 6 de esta edición), han llegado a límites fatales que auguran una hecatombe o mortandad masiva por las distintas, simples y graves, enfermedades y epidemias de éstas. Y ante este espeluznante panorama, la solución presentada como salvación suprema y fórmula idónea por el gobierno de los explotadores y todos sus partidos políticos es convertir la desesperante situación que afecta a toda la gente en un leonino negocio para que los grandes consorcios financieros imperialistas hagan la más grande y lucrativa inversión especulativa a través de la mal llamada Ley de Seguridad Social.

Lo mismo con la educación, que ha sido, formal y definitivamente, abandonada por el Estado, entregándoles dicha función a los explotadores. El gobierno de Leonel Fernández-Pálido ha desertado, en forma propia de canallas de la peor ralea, respecto a la responsabilidad del Estado en lo atinente a la educación pública.

La última panacea de la que hablaban los burgueses y sus apologistas era la de las zonas francas.

En realidad éstas son mecanismos que ahondan el cuadro horripilante de miseria, amenazando con la eternización de la más despiadada y feroz explotación capitalista nunca antes imaginada. Ni siquiera el derecho a la sindicalización se les reconoce a los trabajadores de zona franca ni de ninguna otra área en la llamada modernización neoliberal de las relaciones obrero-patronales. Pero si antes el horario a cumplir por la mano de obra era de 8 ó 9 horas al día, ahora es de 10, 11 y hasta 14 horas por día, donde prácticamente no se le reconoce pago de horas extras a los trabajadores.

De hecho se ha liberalizado la contratación de la mercancía mano de obra. Y los capitalistas despiden sin derechos ni prestaciones a los trabajadores. Las perspectivas de esta área son todavía peores. El Código de Trabajo es poco menos que letra muerta.

A cambio de esto, reciben 550 pesos a la semana, lo que, conforme al alto costo de la vida en el país, no les permite ni para vivir individualmente, y mucho menos si el obrero, como es lo común, cuenta con 1, 2 ó 3 hijos, así como sus padres ya envejecidos.

Frente a este trágico panorama, cuyas monstruosidades son tales que no es posible describirlas, los apologistas de este sistema y los oportunistas en bancarrota sustentan el coro que declara una utopía la lucha contra tales males, cuando en realidad quieren ocultar que la auténtica y real utopía, por falsa, como se está comprobando, es que el capitalismo neoliberal sea el reino del bienestar y que este infierno tenga la posibilidad de ser eterno, o bien es una utopía creer que las masas de trabajadores van a aceptar así como así morir de inanición, lo cual contravendría hasta la misma fuerza biológica que obliga a la lucha por la vida.

La lucha intransigente, inexorable y total será el único veredicto a fallar por el supremo tribunal de la historia.

En este primer 1ro. de Mayo del siglo XXI, extendemos a las masas trabajadoras del país y del mundo una solidaria invitación para luchar contra todos y cada uno de los males que, en contra de la clase obrera y todos los trabajadores, se han incrementado, alcanzando una magnitud inaceptable con el neoliberalismo y la globalización.