Las contiendas de Abril y la intervención imperialista yanquiUna inequívoca muestra y relación de igualdad entre proteccionismo y neoliberalismo El lumpen anti-social impuso la depredación buscando dañar imagen movimiento H ace poco se cumplió el 35 aniversario de las famosas contiendas de abril efectuadas tanto entre la población dominicana y los cuerpos represivos del Estado reaccionario, como entre ese mismo pueblo y las tropas del imperialismo norteamericano, el que recurrió a la ocupación militar para imponer un balance (resultado) favorable a la reacción política y a sus propios intereses económicos.Con la intervención militar que se cristalizó el 28 de abril, los EE.UU. dieron continuación al proceso impuesto por ellos donde, saboteando todo sano empeño por resolver los problemas nacionales, se empujó al país más y más hacia el pernicioso estancamiento para, llegado el momento oportuno, lanzar la ofensiva de destrucción total de la nación dominicana conocida hoy dicha ofensiva final suya- como neoliberalismo globalizante. Abril se inició con un golpe de Estado militar el día 24, o más bien el día 23 en la noche y que el 24 durante el día se desplazó a las calles. Pero fue a partir de esta última fecha que las masas populares con su acción, sensibilizadas y educadas, gracias a una propaganda y agitación políticas, en torno a la necesidad de reconquistar las precarias libertades públicas cercenadas el 24 de septiembre del 1963 por un golpe de Estado al gobierno liberal del socialtraidor Juan Bosch, archi-traidor y archi-cobarde, impusieron su sello popular al acontecimiento, abriendo con ello nuevas perspectivas revolucionarias. Así, el golpe de Estado, que refleja la fractura o división de las Fuerzas Armadas y la Policía Nacional (cuerpos represivos) del Estado reaccionario, dejando a éste transitoriamente inhabilitado para reprimir a las masas, seguido de la erupción, exactamente como un volcán en plena acción, de las masas populares, primero reclamando armas de parte de los militares rebeldes a los mandos, en prueba de que estaban del lado del pueblo, y segundo, llevando a cabo acciones de asalto contra los cuarteles contrarios a los reclamos democráticos. De los cuarteles no salió en abril del 65, como es comprobable de los pies a la cabeza y palmo a palmo, ninguna revolución, puesto que no se hizo tal revolución, sino que se produjo inicialmente en su seno un hecho que reflejaba una división en el seno de los órganos represivos del Estado y que paralizaba a éste, no que lo desarticulaba, lo cual -la fractura por sí sola- bajo ningún concepto puede ser definido como una revolución, sino, en el mejor y más óptimo de los casos, como uno de los factores componentes de la situación o crisis política revolucionaria. Mienten y tergiversan la verdad histórica los oportunistas y pelafustanes ideólogos de la vulgaridad y el rastrerismo, cuando hablan de que en Abril "la revolución salió de los cuarteles", como expresa un perverso oportunista llamado Chaljub Mejía, jefe e ideólogo de los llamados pct (Partido Contra el Trabajo), cuando, en verdad, sucedió literal y políticamente exacta y directamente lo contrario, esto es, que los reclamos políticos de democracia y libertades públicas entraron al seno de los cuarteles por vía de la persistente lucha de los sectores revolucionarios y democráticos, así como de la continua y sistemática labor de propaganda política en el seno de todo el pueblo a todo lo largo y ancho del país. Sólo pensar lo contrario a esto último es ilógico y carente de todo sentido práctico. Es un absurdo y algo descabellado, tan insólito como peregrino. Fue la entrada en escena del pueblo y su autoarmamento mediante sus propios esfuerzos lo que convirtió aquella acción de inicio simple y llanamente golpista (o contragolpista) de los militares en algo muy distinto y diferente a lo que los guardias constitucionalistas habían planeado llevar a cabo; fue entonces cuando aquello tomó un nuevo rumbo que sí llegó a adquirir, por espacio de un breve tiempo, carácter de movimiento revolucionario, sin llegar a culminar en una victoria decisiva para nadie, debido a la intervención militar norteamericana camuflajeada con el nombre de Fuerzas Interamericanas de Paz (FIP). No cabe duda de que aquello bien pudo desembocar en una revolución, lo que en ningún caso contraviene, ni aun en el supuesto caso de haber resultado exitoso el ulterior movimiento revolucionario, o el simple golpe militar, la única línea marxista-leninista revolucionaria y justa de colocar las masas como centro de gravedad y escenario fundamental de la actividad de los grupos y partidos revolucionarios, dado que lo científica y realmente sucedido confirma y corrobora tanto lo que ya hemos descrito, de un lado, como del otro lado lo que nadie se atreve a discutir, que consiste en que el movimiento golpista (constitucionalista) ya estaba, el 24 de abril mismo, mientras se mantuvo circunscrito a los cuarteles y por tanto antes de las masas lanzarse a la acción directa, bajo el dominio y control de los altos mandos militares, así como de la Embajada USA en el país. Esa negativa situación fue invertida por el papel del pueblo en armas. Sólo cuando se está movido por una aberración ideológica contrapuesta a los intereses populares y a los principios y teorías revolucionarias marxista-leninistas se puede pretender retorcer la justa interpretación de lo acaecido, como eso de que "la revolución salió de los cuarteles", dicho por Chaljub Mejía, y que fuera cocinado por mentes retardatarias y archioportunistas tipo Amín Abel Hasbún, Maximiliano Gómez, Fafa Taveras, Fidelio Despradel y comparsa. Decir eso, como lo hizo hace poco Chaljub Mejía, es un eco melancólico y nostálgico del fracaso del MPD con su disparatada consigna: "lo mejor a los cuarteles". La acción de las masas fue decisiva, pero esta acción no puede confundirse con las actividades que desarrollaron algunos grupos participantes y lo cual era prácticamente inevitable. Así, hay gente que se dedicó a utilizar la coyuntura para dar riendas sueltas a sus hábitos y prácticas lumperiles, arrastradas desde largo tiempo por ellos, de robar y depredar. Como fue el caso del tal Blanco Peña (El Pay). Este lo hizo en Abril en vez de combatir y tratar de superarse política e ideológicamente, luego, por ejemplo, de la contienda de Abril, ya durante los 12 años de Balaguer, quiso seguir en las suyas, en eso de robar, lo que siempre este tipo de sujetos lúmpenes y desclasados confunden con revolución. No pudo vencer la tentación y, con destino de cleptómano, colaboró con Macorís en el '87 para los mismos fines. Para tales sujetos, revolución es sinónimo de robolución. Por este mal hábito que es su real identidad ideológica (aberración), son hoy del gobierno de Leonel Fernández. Y ya, a estas alturas, están listos para pasarse, por ejemplo, al PRD, si lo ven ganador, para seguir robando, pues eso y no otra cosa es lo suyo. Y hay que conocer cómo y de qué salvaje manera, por ejemplo, valoran ellos las luchas ideológicas y políticas que se efectuaron hacia el seno del movimiento de Abril. A quienes plantearon que se debía dejar de ser peones de la burguesía y sus partidos, para emprender un real camino revolucionario independiente, gente como ese lumpen de Blanco Peña (El Pay) conspiraba para que fueran asesinados. Son esa mala casta y peor ralea que todo el tiempo actuaron como beocios reac-cionarios que han terminado por empañar, por lo menos transitoriamente, la imagen del verdadero revolucionario y del real comunista. Pero si en algo los tiempos han cambiado es que a esa gentuza le acecha el terror de tener que rendir cuentas por sus fechorías. |