El gobierno de Hipólito Mejía

Con brutalidad ahonda miseria en pueblo

Amenaza con represiones crueles y a la vez corrompe y soborna como buen peñista de cuerpo y alma

NOTAS AMPLIADAS SOBRE "EL PAQUETAZO"

El gobierno inepto y corrupto de Hipólito -El Bruto- Mejía, que se jacta de encarnar el pensamiento de José Francisco Peña Gómez, encabeza una verdadera cruzada contra la posibilidad de que el pueblo tenga acceso a la "comida".

Hipólito -El Bruto- Mejía y su gobierno son, por un lado, un simple órgano o más bien apéndice apenas del capital y de la burguesía lacaya en promoción del empobrecimiento desmesurado de la población y, por el otro lado, y en esa misma medida, instrumentos insensibles del enriquecimiento de los monopolios imperialistas neoliberales.

El alza descomunal del costo de la vida que propicia en forma desfachatada el gobierno del Bruto Mejía y que perjudica a las masas representa otra usurpación más a la posibilidad de supervivencia de la gente, ya que resulta cada vez más difícil el poder comprar los alimentos básicos requeridos para restituir el consumo de energía por cada ser humano en el curso del afán cotidiano.

Los capitalistas y empleadores de mano de obra aumentan desmesuradamente las difíciles condiciones de trabajo; los salarios cada vez alcanzan menos para comprar los artículos indispensables; la calidad de vida de cada ciudadano se deteriora con toda velocidad.

Las perspectivas del futuro inmediato tórnanse un tanto adversas, percatándose la gente, en apenas seis meses aproximadamente, de que el PRD y el gobierno de Hipólito -El Bruto- Mejía le ha estafado.

Siendo un servidor de los explotadores, éste, en forma desconsiderada, ha amenazado, desde una postura de franco chantaje, con reprimir cualquier intento de protestas. Y a la vez combina su amenazante brutalidad con la perniciosa corrupción intrínseca propia de todo peñagomista.

Como se está haciendo patente, Hipólito -El Bruto- Mejía ha dicho que las fuerzas represivas actuarán contra todo tipo de protestas, so pretexto de alteración del orden público.

Así resulta claro que el gobierno no sólo arremete contra el bienestar de la gente alzando en forma desconsiderada el costo de la vida, sino que además exhibe con desparpajo su predisposición a no reconocer derecho democrático alguno.

Si las conquistas democráticas y las libertades públicas no le sirven al pueblo para defender sus derechos, entonces, ¿de qué democracia hablan los pelafustanes como Tony Raful y Cía?

La intolerancia frente a los reclamos populares ha sido un rasgo sobresaliente de todos y cada uno de los gobiernos del PRD. Ese ha sido un rasgo sobresaliente desde el 1963 cuando Bosch fuera Presidente por apenas siete meses. Cuando Guzmán, se recordará que hasta su vicepresidente llegó a llamar: ¡Candela contra los huelguistas! y Salvador Jorge Blanco perpetró una histórica carnicería el 24 de abril de 1984 cuando sellara aquel nefasto acuerdo con el FMI.

Peña Gómez, que muchos quieren presentar como ejemplo para los explotados, en realidad no fue más que un vulgar lacayo servil de los intereses de los círculos de explotadores nativos y extranjeros a nombre de quienes instigó reprimir con violencia a las masas. Y en tal sentido instigó y obró con frenesí y furias contrarrevolucionarias desde los gobiernos perredeístas.

Por su idiosincrasia propia de haitiano resentido y antidominicano, Peña Gómez promovió e instigó la más despiadada represión ante cualquier acto de protesta o reclamo de los dominicanos. Y él, personalmente, así lo realizó.

Hipólito -El Bruto- Mejía prosigue con esa odiosa historia perredeísta.

El pueblo dominicano, tiene derecho a la protesta. Y, en efecto, no puede quedarse con los brazos cruzados ante las continuas acciones encaminadas a minar hasta el derecho a comer de los dominicanos pobres y explotados.

Si el pueblo dominicano no lucha y protesta con todas las formas posibles a su alcance, dentro del actual desorden en su contra no cabe la menor duda de que cuando pretendiera hacerlo carecería de fuerza para llevarlo a cabo.

Carlos Marx, el insigne maestro del proletariado internacional con su imperecedera sabiduría escribió respecto a la necesidad de que el pueblo luche ante las embestidas continuas de los capitalistas para negarle hasta el derecho a comer:

"¿Quiere decir, sin embargo, que la clase obrera debe renunciar a su lucha contra la usurpación del capital, ni cesar en los esfuerzos que realiza para obtener lo más que sea posible, y en tantas ocasiones como se le presenten, hasta el mejoramiento parcial de su situación? Si renunciara a la lucha, se vería reducida a una masa informe y oprimida de hambrientos, a la que no se podría prestar en adelante el menor auxilio... Si los obreros cedieran en sus conflictos diarios con el capital, perderían la capacidad de emprender un movimiento de gran envergadura."