Los diputados y senadores, con su extensión, buscan legalizar la desobediencia civil

Los senadores, los diputados, integrados por la recua de todo tipo de bandoleros, principalmente escogidos por José Francisco Peña Gómez, el líder indiscutible de lo más podrido y del lumpen de toda laya de este país, se plantean dar un Golpe de Estado prolongando su gestión por dos años más sobre los cuatro que fueron elegidos.

Si ocurriese tal desgracia, de hecho esos senadores y esos diputados quedan desconocidos por el pueblo y se implanta lo que se llama un régimen de facto que, de seguro, tiene el apoyo del Presidente Hipólito Mejía, que no se caracteriza por su gran responsabilidad, sino por todo lo contrario, conforme a la forma cómica con que ha gobernado en estos ocho meses.

Si ocurriese ese desatino por parte de lo que se llama Congreso del país, la población tiene derecho a recurrir a lo que se llama desobediencia civil, que consiste en no respetar ninguna de las leyes que emanen de ese Congreso y, por tanto, el pueblo tiene las manos sueltas para llevar a cabo todo tipo de acción, porque se trata, de hecho, de una vulgar usurpación del Poder y de una estafa a la voluntad popular.