LA PRIMERA DAMA ROSA GOMEZ DE
MEJIA Convertida en megadiva propagandística
del consumo droga alcohólica llamada ron ¿Cómo es
posible que doña Rosa Gómez de Mejía, Primera Dama de la República, actúe
como propagandista y bebedora de ron en un anuncio comercial de la
televisión dominicana? ¿Es que Rafael
Hipólito Mejía no puede entender que el “carguito” de Presidente de la
República reclama y requiere que sus incumbentes lo respeten y guarden el
debido comedimiento ante la dignidad y elevación del cargo? ¿Es que Rafael
Hipólito Mejía no tiene quién le haga entender que un Presidente está
obligado a respetar y comportarse con reglas conforme a las excelencias de
su condición transitoria de Presidente del Poder Ejecutivo y de Primer
Mandatario del país? El ron, el
vino, la cerveza y todo tipo de bebida espirituosa, que embriaga, obnubila
el cerebro, rompe el equilibrio, hace rodar el sentido común, etc., son
drogas alcohólicas, el flagelo más abundante y que más daño causa, hoy por
hoy, a la integridad física y moral del dominicano. ¿Cuál droga es
más perjudicial, las del grupo de los alcoholes, o las del grupo de los
alcaloides, como cocaína, crack, heroína, mariguana, gato chino, hachí,
etc.? Da pena y
vergüenza observar en la televisión todas las noches, en el canal 11, a
partir de las 12, a la Primera Dama, esposa de Rafael Hipólito Mejía,
darse un petacazo de carretero, de mecánico o de especialistas en
actividades cuya ocupación ni siquiera nos atrevemos a mencionar para no
herir susceptibilidades, y agregar con gestos inequívocos y claros que
“bueno” y “sabroso” es el “Ron Barceló Imperial Siglo XXI”. Parece ser que
el atraso o la doble moral, tan propia a los cristianos (católicos o
protestantes) no son buenos consejeros. La Dirección
General de Espectáculos Públicos, debería intervenir en este asunto, o si
no la Procuraduría General de la República, dado el precedente reciente de
la prohibición del anuncio de la Dirección Nacional de Control de Drogas
(DNCD), o la Suprema Corte de Justicia, o cualquier otro organismo que
pueda parar este irrespeto nacional, o si no el mismo Poder Ejecutivo, a
pesar de su íntima amistad con los Barceló. Aunque a Rafael
Hipólito Mejía no le agrada que le llamen el Bucaram dominicano, se
recordará que el ecuatoriano fue objeto de sarcasmo y crítica
internacional sólo por entonar un disparate pachangoso de la vulgar
farándula. Nuestro caso es todavía mayor, por escandaloso y poco
pundonoroso. Ver y
requetever a la Primera Dama convertida en megadiva de la propagandística
del consumo de la droga alcohólica es demasiado. Que lo haga una vampiresa
llena de lascivia, con movimientos concupiscentes y miradas de contenido
sexual, sí como esas mismas que tiene otra “dama” en sus cartelones de
promoción política, se podría aceptar. Pero no creemos sano, prudente ni
normal que aparezca en esas funciones la Primera Dama de la
República. |