Vocación por el alcoholismo de todo lo que huele a cristiano

 

Ahora que estamos en los finales de las llamadas fiestas navideñas, y que hay tanta bebedera de aguardiente, creemos que es importante, desde el punto de vista cultural, destacar la extraña afinidad o vocación por el alcoholismo por todo lo que huele a cristianismo.

 Se sabe que se pueden contar con los dedos de una mano y sobran dedos, los curas y pastores que no son adictos públicos o clandestinos al ron, al vino, al whisky o a cualquier tipo de bebidas espirituosas, en el mejor de los casos.

Pero el ciudadano común y corriente se sorprenderá al saber que el mismo Jesús el Galileo, al que Pablo de Tarso tomó como personaje central para inventar a Cristo, se le tenía por un gran bebedor.

Veamos, por ejemplo, a Mateo y al mismo Pablo en el Capítulo 11 versículo 18 donde Mateo dice: “Porque vino Juan, que no comía ni bebía y decían: Está poseído por el demonio, y vino el Hijo del Hombre (es decir Jesús, N. de R.), comiendo y bebiendo y dicen: Es comedor y bebedor de vino, amigo de publicanos y de pecadores”.

Este mismo pasaje lo encontramos en Lucas capítulo 7 versículo 33.

Y aún más, escuchemos a Pablo de Tarso refiriéndose a los cristianos en la “Primera Epístola a los Corintios”, Capítulo 11, versículos 20, 21: “Y cuando os reunís, no es para comer la cena del Señor, porque cada uno se adelanta a tomar su propia cena, y mientras uno pasa hambre otro está ebrio”.

Esto es importante, puesto que en San Jerónimo, en su “Vulgata Latina”, versión oficial de la Iglesia Católica, se emplea el término “potator”, que significa, “saco de vino”. Pero es evidente, dice, por ejemplo, un comentarista llamado Robert Amberlain, que una reputación, aunque ampliada o exagerada, necesariamente tiene un fondo de verdad.

El que Jerónimo, al que la Iglesia Católica considera santo, utilizara los términos “tragón” y “borracho”, puesto en boca de los adversarios de Jesús, implica, en el mejor de los casos, que Jesús comía enormemente y bebía en la misma proporción.

Ahora bien, conózcase la siguiente información, que aparece en el “Osservatore Romano”, órgano del Vaticano, del 26 de marzo del año 1970, donde se habla y se comenta que en frescos aparecidos en la Ciudad Santa, de cristianos en las catacumbas, aparecen montones de botellas de pie y tumbadas. Es evidente que se trataba, no de una simple reunión para hablar del Espíritu Santo, sino que los cristianos de las catacumbas eran adictos al alcohol.

Y recuerde, por lo tanto, que el aguardiente y el ron en navidades no es cosa casual, como no lo es tampoco que corra tanto ron en la llamada Semana Santa o en las fiestas patronales de cada Provincia. Se trata entonces de casos propios de cristianos y del cristianismo.