Rafael Hipólito Mejía obedece órdenes de su "amo" y le pone la reversa a sus planes releccionistas

Así se maneja una colonia y se amarra al perro cuando se suelta

 

Resultan dignos de una tragicomedia de las magistrales autorías de Quevedo o de Molière, los hechos y situaciones desarrollados que culminaron declarando inconstitucional la ley del Congreso que llamaba a la convocatoria de la Asamblea Revisora de la Constitución.

Todavía la gente no comprende cómo fue ni qué sucedió que hizo que, como por arte de magia, Rafael Hipólito Mejía, el real propiciador de la reelección y la extensión de los 2 años para los legisladores, diera marcha atrás y le montara la reversa al carro de la reelección y el continuismo congresional.

Para que se entienda y se saquen conclusiones, permítannos describir lo sucedido.

Fue el 26 de diciembre, cuando al puertorriqueño que hace de Embajador gringo en el país, siendo sacado de su dulce vacacional navideño por un enviado especial del Departamento de Estado norteamericano, se le comunicó que debía regresar a Santo Domingo y ordenar a su súbdito Rafael Hipólito Mejía y su claque que desmontaran el espantapájaros reeleccionista y continuista, puesto que de eso seguir pa’lante iba a crear en República Dominicana un pleito frente al que lo de Argentina iba a ser un jueguito de aprendices.

Y, en efecto, Hans Hertell vino precipitadamente el 27 de diciembre y elaboró unas rápidas declaraciones a la prensa, marchándose al día siguiente de nuevo a su vacacional.

A Rafael Hipólito Mejía alguien le entregó el mismo 27 el texto de la instancia y se le dio 12 horas de tiempo para que pusiera la comedia en escena. Así, el 28 de diciembre aparecieron Rafael Hipólito Mejía y su agente de prensa haciendo pública la instancia de marras ante la Suprema Corte de Justicia.

Todo estaba allí amarrado, y los argumentos jurídicos eran y son en realidad coartadas, tal y como se está viendo.

“Así se maneja una colonia”. “Así se amarra al perro cuando se suelta”. “No te olvides que quien paga el combo, es el que dice cuándo se acaba la fiesta”. Esos podrían ser los títulos de la tragicomedia.

Y daría gusto ver en escena a Rafael Hipólito Mejía, con cañera (temblores de rodillas y canillas) ante las órdenes de su amo, así como ver su eficiente diligencia para complacerlo.