Candelier y Rafael Hipólito Mejía son enemigos de la democracia y la libertad

El hecho de que Pedro de Jesús Candelier sea mantenido activo y comandando una institución que actúa como una policía privada al servicio exclusivo de Rafael Hipólito Mejía (ahijado del sátrapa dictador Trujillo), luego de haber ejecutado por medios de asesinatos públicos a más de 1,000 dominicanos que se reparten en 450 durante año y medio del gobierno del PLD y Leonel Fernández más casi 800 durante el gobierno del PRD y de Rafael Hipólito Mejía, pone de relieve el gran peligro que acecha la convivencia democrática en la sociedad dominicana.

Radhamés Gómez Pepín (Jack el Destripador), mercenario periodista apologista de la arbitrariedad y el abuso de Poder, esto es, todo un bonapartista y trujillista en consecuencia, se ha de sentir satisfecho en sus aberrados fueros internos propios de un sicópata no tan platónico como quiere aparentar, puesto que le rodean sospechas en hechos de sangre conocidos.

Por su parte, el cardenal Hildebrando Borgia López Rodríguez, que como mayor general castrense ordenara y diera el visto bueno a la escabechina de sangre ejecutada por Candelier, también debe sentirse conforme con su alienante práctica de figurarse bebiendo sangre durante más de 40 años y en busca de igualar a Alejandro VI, es decir, a Rodrigo Borgia, dentro de la Iglesia Católica.

El daño que tales posturas y acciones causan al país no es sólo cuestión de imagen en torno al irrespeto de los derechos humanos.

Eso es sólo una parte del asunto.

Lo más grave es que los círculos involucrados con acciones, con tolerancia, apañamiento y promociones inescrupulosas de tales desafueros inconstitucionales e ilegales, ahora que están en la picota pública, incluso a nivel internacional, no logran justificar cómo de buenas a primeras, tan pronto sale Candelier de la Policía Nacional, se reducen las masivas supuestas acciones delictivas que se cometían y que eran la jutificación para las ejecuciones perpetradas también masivamente.

Esos que constituyeron el escuadrón de la muerte y sus padrinos espirituales, como el cardenal Hildebrando Borgia López Rodríguez y Gómez Pepín (Jack el Destripador) pueden estar promoviendo actos que justifiquen que tenían razón. Y es aquí, precisamente, donde reside el gran motivo de preocupación en la ciudadanía sensata.