Rafael Hipólito Mejía ofende todo lo digno de valor que hay en este país Cuando Rafael Hipólito Mejía asume, en forma repetida y un tanto provocadora, sin la más mínima consideración y sin recato hacia las víctimas de la criminalidad convertida en poder estatal, posturas tales y como promover esas vulgaridades tipo el despropósito o merengue llamado "Recogiendo limosna no lo tumban", en loas a esa bestia de dos patas que fuera el tiránico dictador Rafael Leonidas Trujillo Molina, desa-fuero perpetrado en una fiesta en la misma Secretaría de las Fuerzas Armadas, lo que a su vez es una ofensa reiterada a la dignidad y a la decencia de parte de quienes cometen tales desafueros, da la impresión de que de por medio y en las sombras del Poder está presente el fantasma de una obsesiva aberración de indiscutibles rasgos patológicos que goza y se place en ofender y maltratar a los gobernados. ¿Acaso se trata -preguntamos- de una variante política del sadomasoquismo? Parece que no fue por casualidad que Rafael Hipólito Mejía nombró al incapaz e inepto siquiatra César Mella como su asesor médico. La magia de las cosas es algo así como aquel motivo oculto que casi siempre subyace en la sombra de las acciones y actitudes de los hombres que, circunstancialmente, adquieren una posición de Poder sin estar debidamente preparados en el orden cultural. Este caso que comentamos es un reflejo vivo del peligro que acecha al pueblo dominicano que por motivo del carácter podrido de las formaciones políticas como el PRD, el PRSC o el PLD, estamos corriendo, como sociedad y como nación, permanentemente el riesgo de amanecer cualquier día y en cualquier momento en la condición de víctimas de las locuras y las posturas insensatas de un desaprensivo que se alza con el Poder.
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