Raíces y causas Guerra Abril '65 se encuentran en el Golpe de Estado del '63 que buscó impedir derechos democráticos y progreso
A fin de ofrecer a nuestros radioyentes un punto de vista y una explicación de lo ocurrido en abril del 1965, hemos querido aprovechar la oportunidad para ofrecerles una entrevista con el líder de nuestro Partido Comunista (PACOREDO), Luis Montás, quien fuera activo protagonista de aquella contienda, así como de las luchas políticas que precedieron a esos acontecimientos, así como los que le sucedieron hasta el día de hoy. Periodista ¡Despertar!: Saludos, señor Montás, ¿cómo aprecia, luego de haber transcurrido 37 años, los acontecimientos ocurridos en República Dominicana en abril del 1965? Luis Montás: Hola, ¿que tal? Y después de reciprocarle sus saludos, debo subrayar que no somos de los que nos lamentamos de lo ocurrido en abril del año 1965. Para nosotros, dichos acontecimientos son, sin duda, la epopeya politico-popular y revolucionaria más sobresalientes del siglo XX para nuestro país, la República Dominicana. En esos acontecimientos las masas populares, por lo menos de la ciudad capital, de Santo Domingo, y concitando con ello la atención de las masas populares de todo el país, dieron un ejemplo del papel insustituible que ellas pueden desempeñar como reales constructoras de la historia y del destino nacional. Así, en esos acontecimientos quedaron escritos con rasgos imborrables el compromiso del pueblo en la lucha por sus derechos, por la libertad, por la democracia y la soberanía nacional, sin escatimar sacrificios ni esfuerzos, demostrando su disposición de enfrentar, hasta con riesgo de muerte, a las clases y círculos de explotadores y opresores que imperan en la sociedad dominicana. Pero a la vez que en los acontecimientos de abril del año 1965 se puso de manifiesto en forma inequívoca, esa férrea voluntad de lucha de la población, por el otro lado quedó evidenciado en su totalidad que las clases explotadoras dominicanas no tienen ningún tipo de identificación con los intereses de las masas del pueblo, y que los objetivos del pueblo y de la burguesía son tan contrarios entre sí como el agua y el aceite. Periodista ¡Despertar!: Quisiéramos que en breves trazos usted explicara la causa de todo aquello que se produjo el 24 de abril de 1965. Luis Montás: Antes de entrar directamente en las causas de abril del año 1965, quisiera pedirles la oportunidad de explicar qué pasó durante el gobierno de Juan Bosch que apenas duró 7 meses. La contienda que estalló el 24 de abril del ’65 tiene sus causas, sus raíces, origen y motivo en el macabro y terco interés de parte de los círculos explotadores y opresores, nativos y extranjeros, encabezados por la Iglesia Católica, en no permitir que en el país predominara e imperara un gobierno de carácter democrático. Tan pronto Juan Bosch ganó la Presidencia de la República en las primeras elecciones relativamente libres que se efectuaron tras la caída de la dictadura de Trujillo, ahí mismo los círculos de explotadores y opresores, lidereados por la Iglesia Católica, empezaron a conspirar. Los que conspiraron eran los círculos de la oligarquía trujillista y cívica, bajo el aliento y la dirección de la Iglesia Católica, que para entonces era lidereada por Octavio Beras, Arzobispo Metropolitano de Santo Domingo; por Hugo Polanco Brito, Arzobispo de Santiago; por J. Félix Pepén, Obispo de La Altagracia; Tomás F. O’Reilly, Obispo Prelado de San Juan de la Maguana (Pastoral del Arzobispado Dominicano 25/4/63). Su cometido, esto es, la finalidad de los conspiradores contra el gobierno legítimo de Bosch, no era otro que impedir la vigencia de un gobierno donde imperaran las prerrogativas democráticas para el pueblo. La responsabilidad directa de la Iglesia Católica en el Golpe de Estado que le dieron a Juan Bosch el 25 de septiembre del año 1963, y que abrió el período histórico de preparación de la contienda de abril del año 1965, es un hecho que está avalado tanto por la vida práctica como por el documento histórico que el 25 de abril del año 1963 publicara el Episcopado Católico, donde se dice: Nos mostramos alarmados por la presencia de "ideologías contrarias a Cristo, a la persona humana y a sus derechos: ideologías que siembran la agitación, el terrorismo y que augurarían caos moral, social y económico y finalmente la esclavitud"; hasta ahí la cita de la Pastoral del Episcopado Dominicano del 25 de abril del año 1963. Pero en esa misma Carta Pastoral, del 25 de abril del año 1963, como preámbulo y preparación del Golpe de Estado contra Bosch, lo que, insistimos, abrió las puertas al proceso que culminaría en la Guerra de Abril, se decía, además, por ejemplo, lo siguiente: "Y esto lo advertimos -decían los obispos- al notar la ausencia total de un reconocimiento explícito de los derechos de Dios y de la Iglesia Católica en esa Constitución del año 1963". Agregando: "porque la Constitución del ’63 desconoce -según los obispos- los derechos de la Iglesia, no consagrando las relaciones entre ésta y el Estado, fijadas en el Concordato". Hasta ahí, la cita de ese oprobioso documento que abrió el camino para que más de 10,000 dominicanos perdieran la vida desde el año ’63 hasta el año ’65. Como se ve, hasta el día de hoy la Iglesia Católica, y en particular el Episcopado Dominicano, no ha pedido excusas ni perdón al pueblo dominicano por tanta sangre derramada por culpa de su egoísmo, de su ambición y de su apego a las riquezas mundanas y, sobre todo, por culpa del carácter parasitario de esa institución que, a nombre de su dios, a nombre de su cristo, ha llenado de cadáveres esta isla de Santo Domingo. Es bueno que se sepa que la Iglesia Católica encabezó la organización de los mítines llamados de reafirmación cristiana, que en definitiva terminaron en el Golpe de Estado del 25 de septiembre del año 1963. A partir de ahí se estableció el llamado Triunvirato, que atropelló, asesinó y persiguió al pueblo dominicano, negándole a éste sus derechos. Antes de concluir quiero permitirme leer textualmente las palabras de Hugo Polanco Brito, en un sermón pronunciado en la Catedral de Santiago para ese mismo período: Decía el 21 de julio del año 1963 monseñor Hugo Eduardo Polanco Brito, obispo de la Diócesis de Santiago, lo siguiente: "El comunismo, con su canto de sirena, se va infiltrando en la mente y en el corazón de nuestra juventud y cuando se venga a despertar tal vez pueda ser tarde." Para continuar diciendo el Obispo de la Diócesis de Santiago, Hugo Eduardo Polanco Brito, lo siguiente, citado textualmente del libro "Tragedia en Santo Domingo", del ultraderechista Danilo Brugal Alfau. "Ahora -dice Polanco Brito- se habla de libertad, se habla de derecho, se habla de Constitución, de orden, y eso es comunismo, pero el triunfo del comunismo traería todo lo contrario. La razón primordial de todo esto es que negando a dios se niegan todos los valores puesto que nadie entonces puede probar que unos hacen bien y que otros hacen mal". Hasta ahí la cita que demuestra fehacientemente que la responsabilidad principal, como padre espiritual de la tragedia que significó el Golpe de Estado de septiembre del año 1963 recae directamente sobre la Iglesia Católica y en particular sobre el Episcopado Dominicano. Periodista ¡Despertar!: No cabe la menor duda que aquellos fueron momentos cruciales para la democracia dominicana. Y creemos de interés que nos dijera el comportamiento del pueblo en ese período que va desde septiembre del 1963, cuando le dan el Golpe de Estado al gobierno constitucional de Juan Bosch, hasta abril del año 1965; lo mismo que la lucha ideológica que hacia el seno del movimiento de resistencia a la dictadura del Triunvirato de Donald Reid Cabral, se desarrollaba entonces. Luis Montás: La postura del pueblo dominicano fue en todo momento heroica y combativa, pero hay que considerar que la campaña del movimiento conspirativo golpista fue tan intensa y tan penetrante, encabezada por la Iglesia Católica, que Juan Bosch, en un momento determinado, mostró toda la vacilación que le caracterizó durante toda su vida y llegó a calificar la Constitución del ’63 como un documento sumamente confuso; esas fueron textualmente sus palabras. Además, en el curso de su gobierno de 7 meses, Juan Bosch había reprimido a los trabajadores tanto de La Romana como de la Compañía Dominicana de Electricidad, a los maestros y a los empleados públicos que se agrupaban en una institución sindical que se llamaba FENEPIA. Sin embargo, el pueblo dominicano desarrolló una intensa lucha que cabe mencionar los momentos, como por ejemplo, la huelga del 1ro. de mayo del año 1964, que estremeció los cimientos de la dictadura que se pretendía implantar. Del mismo modo, el movimiento estudiantil universitario y secundario, escribió páginas heroicas de lucha por la democracia y contra el oscurantismo. Otro tanto hicieron los movimientos políticos progresistas, sobre todo el intento fallido del 14 de Junio que, por razones ideológicas y de carácter de clase pequeño burgués, terminaron en estrepitoso fracaso. Sin embargo, el pueblo en todo momento luchó hasta llegar a arribar a Abril del ’65 en pie de lucha. Por otra parte, en el seno del movimiento de oposición al Triunvirato, que encabezó el títere Donald Read Cabral, hoy dirigente del Partido Reformista Social Cristiano, existían dos líneas, una que preconizaba, encabezada por José Francisco Peña Gómez, que todo se resolvía con un Golpe de Estado que restableciera la Constitución del ’63 y que trajera a Juan Bosch; y otros que sosteníamos que el asunto se resolvía si se proseguía la lucha de masas para que, si bien se diera un Golpe de Estado, o los militares dieran un Golpe de Estado, el papel decisivo lo desempeñaran las masas en la calle. Hoy en día, nosotros retamos a todos los que viven alabando el movimiento, simple y llanamente en su aspecto golpista, a que sean capaces de analizarlo y estudiarlo en su carácter dialéctico, vivo, y se den cuenta, como se demostró ahora con el caso de Venezuela, que el Golpe de Estado no fue lo decisivo, que el Golpe de Estado del 24 de abril del ’65, simple y llanamente fue una condición que permitió que las masas desempeñaran el papel estelar, que determinó que se viniera abajo todo el andamiaje de la dictadura del Triunvirato y que, incluso, las Fuerzas Armadas como pilar del Estado reaccionario, se vieran resquebrajadas en su unidad represiva, y fue esto lo que permitió que se escribieran aquellas páginas gloriosas que constituyen lo que se llama la Revolución de Abril. Periodista ¡Despertar!: Lo del 24 de abril del 1965 representó algo nuevo en República Dominicana por cuanto el movimiento crecía a cada minuto, a cada hora y a cada día, incorporándose como por arte de magia sectores populares cada vez más extensos que ni siquiera se pensaba que pudieran hacer tal cosa. ¿Qué puede usted decirnos al respecto? Luis Montás: Eso que ocurrió el 24 de abril del año 1965 es un ejemplo típico de que las masas, que vistas superficialmente parecen indiferentes a los procesos, en realidad no lo están; que las masas tienden hacia la democracia y a la lucha por sus derechos como las plantas buscan el sol. Lo que sucede es que en determinadas situaciones las masas se encuentran aplastadas por las clases explotadoras y dominantes y sus diferentes mecanismos de coacción, así como también de propaganda. Pero, que esas masas, viéndose obligadas a marginarse momentáneamente de las actividades políticas revolucionarias, tan pronto encuentran o se dan las condiciones favorable o propicias, esas masas se crecen y en una hora llevan a cabo lo que ningún partido puede hacer en años, comprobándose que su papel, es decir, el papel de las masas, es insustituible y trazan con su acción la pauta a seguir por los revolucionarios. Hay que confiar en las masas, es la más importante y gran lección del movimiento que se inició el 24 de abril, hasta tal punto que fue tal el papel de esas masas, que el imperialismo norteamericano se vio precisado, tan sólo tres días después de iniciado el movimiento de abril del ’65, a intervenir con más de 42 mil soldados invasores y de aquí en adelante la lucha tomó otro carácter. Pero aún así, las masas populares no cedieron y mantuvieron en alto la bandera de la lucha por la democracia, de la lucha por los derechos y, sobre todo, la lucha por la soberanía nacional, demostrándose que la independencia del país y su soberanía, descansa en el pueblo y no en los círculos de explotadores capitalistas ni en los círculos oscurantistas de la Iglesia Católica, ni siquiera en los círculos de las Fuerzas Armadas, que supuestamente están dizque para defender la soberanía nacional, pero en aquellos momentos se mandaron y se pusieron de parte del invasor, con las excepciones que representaron Caamaño y los militares constitucionalistas.
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