Si prosigue el país como barco a la deriva la renuncia de Rafael Hipólito Mejía se pondrá sobre el tapete ¿Y no está ya de hecho? Ha cambiado su despacho por la condición de pasajero de avión Rafael Hipólito Mejía cuando
viaja al exterior, lo hace más por sus negocios personales que a resolver
problemas del país, aunque es difícil creer que una persona tan tosca de
la cabeza y de mollera tan dura logre diferenciar dónde empieza lo público
y dónde termina lo personal suyo. Y aunque, como es Presidente del
Poder Ejecutivo de este país, en sus viajes resuelva de refilón uno que
otros problemas que se ventilan en el ámbito de la nación, no cabe duda
que sus negocios personales son lo principal. Del negocio que está haciendo en
torno a la Bahía de las Aguilas, adornándolo con que es para salvar de
la miseria a la región del Sur, así como al país, preferimos
inclinarnos por pensar que ahí lo que se mueve es un interés personal
financiero. La comisión, la comisión, la
comisión por cerrar ese negocio sería de inmediato unos 100 millones de
dólares globalmente por concepto del 20% que se está pagando en el
mercado, y si a quien reparte y reparte le toca la mayor parte, pensemos
que a uno le den el 50% de los 100 millones, o sea, la mitad del 20%, que
es el monto de la comisión total. Pero esa inversión, cuyo
otorgamiento parece estar anunciado de antemano, no va a resolver ni la
pobreza del Sur ni el callejón sin salida en que se encuentra la economía
nacional. Se resalta el ofrecimiento de
los 500 millones de dólares a ser invertidos por un grupo de ladrones
españoles (canarios) que de seguro se harían en un tiempo no menor de
cinco años. Pero es que los inversionistas
actuales existentes en el país, sacan trimestralmente unos 400 millones
de dólares, lo que equivale, en período de recesión económica, a unos
1,600 millones de dólares en un año, y si se supera la recesión, podría
llegar a unos 3 mil millones de dólares al año, es lógico y claro que
al negocio que se le saca 100 veces más de lo que se le mete, fracasa. Y
esto es lo que hay para el país con ese cuento de que vendiendo Bahía
las Aguilas se salva el país. No confundáis salvarse Rafael Hipólito
Mejía con salvarse el país.
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