La superexplotación de que son víctimas pueblo-país se expresa en superganancias de la burguesía

-Cifras hablan por sí solas-

 

Hace poco se hizo pública la información de que la ganancia, limpia de impuestos y de gastos de cierre, del sector de los bancos alcanzó, para el año fiscal 2001, la astronómica suma de tres mil doscientos sesenta y cuatro punto cinco millones de pesos ($3,264.5 millones)

Esa suma hace pensar que la ganancia bruta de los bancos sobrepasó los siete mil millones de pesos ($7,000 millones)

Ahora bien, lo lógico es que el sector comercial de los capitalistas haya obtenido el mismo monto de beneficios consolidados, esto es, luego de pagados los impuestos y hechos los gastos de cierre, con lo que redondearía un monto total de 14 mil millones de pesos de beneficios para esos dos sectores de la economía de explotación capitalista, y a lo que habría que agregar una cantidad aproximadamente igual para el sector industrial, con lo que se redondea la totalidad de ganancia de esos tres sectores en unos 20 mil millones de pesos que, con una "chilata" de mil millones para los terratenientes y ganaderos, la suma alcanzaría unos niveles de 21 mil o más millones de pesos de ganancia para los capitalistas y terratenientes, núcleos económico-sociales del capitalismo imperante.

No cabe la menor duda de que se trata de tiempo de trabajo dejado de pagar a los trabajadores lo que, extraído de ese proceso como plusvalía al medirse o expresarse en dinero, arroja lo que se llama beneficios.

Esta es la cruda y áspera realidad que conforma el mundo de la explotación capitalista, y es la base de una brega donde los capitalistas y terratenientes buscan extraer más plusvalía y más ganancia, en consecuencia, del sudor y la sangre de las clases trabajadoras.

Frente a esa dramática realidad, que se traduce hacia el hogar y la vida del trabajador en cada vez más miseria, más pobreza, más sufrimientos, mayores penurias, más hambre, menos comida y ninguna posibilidad de educación para el trabajador y sus hijos, resulta una burla y una ironía oír a los curas o a un pastor evangélico, como el llamado Juan Ruíz Castillo de San Pedro de Macorís, cebado en dinero que le suministran los monopolios norteamericanos para que haga su función anestesiadora y de engaño, que esa masa de explotados no debe luchar contra esa situación insoportable, sino que debe buscar al mitológico engendro de la mente humana, que él llama Jesucristo.

En verdad Jesucristo, Alá ni santo ni profeta alguno tiene que ver en este asunto; la clase obrera y demás trabajadores deben hacer conciencia de que no deben mantenerse con los brazos cruzados, sino ponerse de pie y lanzarse a luchar para frenar la explotación y alcanzar otro orden de cosas.

 

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