Al parecer Rafael Hipólito Mejía sobornó y compró al grueso de la Suprema Corte de Justicia con el caramelo de que no respalda que se les quite el carácter vitalicio que los miembros de ese superior organismo de la justicia dominicana han ilegalmente usurpado, y se han abrogado, en consecuencia.

Para darse cuenta de que esto y no otra cosa es lo que ha sucedido y es lo que se desarrolla, basta y sobra observar con detenimiento la lentitud con que se da curso a los recursos de inconstitucionalidad que por diferentes medios han venido depositando en la Suprema Corte de Justicia distintos grupos de ciudadanos que sienten que Rafael Hipólito Mejía y su pandilla tratan de imponer una dictadura de la truculencia en el país.

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