Sus alabarderos admiten carácter contrarrevolucionario de Juan Bosch

 

Es no sólo reveladora sino importante la evaluación, al parecer definitiva, sobre Juan Bosch del cuestionable ex-agente del servicio militar (SIM) de la dictadura trujillista, Euclides Gutiérrez Félix, hijo del criminal de la banda paramilitar "la 42", el asesino capitán Gutiérrez, y nieto por vía materna del carnicero coronel Félix, ex-jefe de la Policía Nacional.

Como se sabe, Euclides Gutiérrez Félix es un pretendido intelectual que no tiene escrúpulos en confesarse trujillista y balaguerista, aunque su militancia, luego de haber estado al lado de Caamaño fuera, como sigue siendo, en el PLD, en el que ocupa un alto cargo dirigencial.

No cabe duda que Euclides Gutiérrez Félix ha sido coherente, lo que no quiere decir valiente puesto que esto último quedó descartado cuando, apresado a su regreso de la Conferencia Tricontinental, celebrada en Cuba a fines del 1965, se rajara a llorar y a implorar, como se le presentó por la televisión y la prensa, ante los cuerpos represivos para que lo perdonaran, y prometíales una y otra vez que no lo haría más, sin que sus captores e interrogadores, conmovidos y llenos de piedad hacia él, encontraran formas de hacerlo callar o que dejara de implorar con lágrimas que hacían ríos. Si bien allí quedaba en claro que su caamañismo se originaba no en otra cosa que en el neotrujillismo nostálgico, que tanto él como Francisco Alberto Caamaño y los hijos de Ludovino Fernández tienen como denominador común en su alforja ideológica y política.

Así, este Euclides Gutiérrez Félix evaluó concluyentemente a Juan Bosch y Gaviño expresando de éste: "fue un reformador social, un civilista y patriota que amó a su país y a otras naciones".

¡Ajá! Ahora resulta que conforme a su más distinguido y pretendido historiador y seguidor, Juan Bosch no fue revolucionario; tampoco marxista, mucho menos leninista, ni qué decir lo lejos que estuvo del anti-imperialismo consecuente; descartado como positivista científico o materialista, ¿qué queda como elemento constitutivo de lo que en verdad fue Juan Bosch, y que su discípulo abarca en lo de reformador social, civilista, amante de su país y de otras naciones?

A Bosch no se le podría tampoco incluir dentro de los demócratas revolucionarios ni dentro de los demócratas consecuentes. Basta y sobra saber lo de sus innegables vínculos con la CIA y su padrinazgo hacia su agente Sacha Volman, a quien presentara como el modelo a seguir por toda la juventud dominicana, lo que puede comprobarse en su folletón "Crisis de la democracia en Santo Domingo".

Lo de su amor a su patria es un mito; pero lo de su amor a otras naciones debería ser descifrado explicando que Juan Bosch fue ante todo antidominicano. Y que fue más puertorriqueño que dominicano; más cubano que dominicano; y más español falangista que dominicano. Bosch creó en nuestro país, la República Dominicana, la mixtificación de Máximo Gómez como patriota, haciendo caso omiso y echando al zafacón con su maldita fórmula de traición permanente de borrón y cuenta nueva, que dicho personaje fue el principal general español que luchara contra la Restauración de la República en la guerra patria que lleva ese nombre.

Máximo Gómez fue anexionista junto a Santana. Fue el más aguerrido general español en la defensa de la anexión a España contra la independencia de la República Dominicana del 1861 al 1863.

Sin embargo, los seguidores de Bosch hasta el día de hoy persisten en hablar en general de Máximo Gómez como un patriota en y para este país, cuando aquí es un traidor y enemigo de la nación dominicana, aunque en Cuba, repetimos, no aquí, luchara circunstancialmente por la independencia de ese país, que bien puede ser vecino, hermano, admirado, querido y todo lo que se quiera como nación y pueblo cubanos, pero no es el país de los dominicanos.

Y ese acto impúdico e inmoral, basado en ese arbitrario confucionismo anti-dominicano, hay que atribuírselo, sin medias tintas, a Juan Bosch y Gaviño.

Lo de un reformador dentro de un país ultra-atrasado, oprimido, explotado y expoliado por el oscurantismo religioso y el imperialismo yanqui y los monopolios extranjeros, da la justa medida de su dimensión como gran estafador, falsificador, tergiversador, adulterador y traidor que fue y es Juan Bosch.

Todo reformador bajo tales circunstancias no es otra cosa que un agente de la opresión y de la explotación. En tales condiciones, el que no es revolucionario es un traidor.

Los que dentro del PLD reivindican el boschismo, en realidad sí que están siendo sinceros para los que entienden a cabalidad lo que fue Bosch y en cuanto a lo que buscan con el boschismo, pero no menos cierto es que están tratando de persistir, por otro lado, en mantener en pie la engañosa y falsa imagen que, interesadamente, las fuerzas, clases y poderes del orden imperante crearon de él, esto es, de Bosch, para seguir usándolo en aras de hacer lo que les venga en gana con el pueblo.

En la próxima semana seguiremos con este asunto.

 

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