El 2002 cerró con el fracaso total del neoliberalismo

Un régimen de explotación y exterminio masivo

 

Al concluir el año 2002 cabe pasar un ligero balance respecto al desastre global y nacional que ha traído aparejado el neoliberalismo con sus fórmulas de privatización y la eliminación de todo tipo de propiedad estatal y social en el país, así como su ponderación de la población como, simple y llanamente, la mercancía fuerza de trabajo y como escenario para comercialización, esto es, gran mercado.

Requebrajamiento de los fundamentos jurídicos, legales y constitucionales del Estado nacional y de otras naciones, así como eliminación o destrucción de sus demarcaciones fronterizas y sus regulaciones aduanales, a la vez que la destrucción de todo el aparato productivo nacional, al igual que el ahondamiento de la pobreza, el crecimiento de la miseria, con su secuela de desempleo, quiebra, falta de salud, epidemias, hambre y dolor.

Pero esto no fue lo que ofertaron con la bandera del neoliberalismo el reino de la abundancia y el bienestar del pueblo, la eliminación del hambre y de las condiciones precarias de vida de la gente, la desaparición de la pobreza, de la falta de vivienda, así como la desaparición de las carencias de hospitales y medicinas para las enfermedades que aplastan a la población; sin embargo, los resultados prácticos, escritos con hechos y reflejados desapasionadamente en cifras frías y concretas arrojan un balance negativo y absolutamente contrario a lo que los vendedores de ilusiones neoliberales ofrecieron demagógicamente como segura salida a favor de la gente.

Después de tantos años pregonando que el sistema capitalista representaba la única vía expedita y confiable para el pueblo alcanzar la solución de los problemas de alimentación, educación, salud y asistencia médico-hospitalaria, vivienda y desarrollo tecnológico, se concluyó aplicando, por disposición de los centros del capital financiero internacional (Wall Street), con el imperialismo norteamericano a la cabeza, su estrategia económica denominada neoliberalismo, en contraposición al modelo también capitalista de la modalidad proteccionista entonces imperante, que ya daba evidencia de agotamiento, y en la que tiene un gran peso el llamado capitalismo estatal, con la aplicación de nacionalización o estatización de los renglones básicos de la economía como electricidad, educación pública, sector salud, recursos hidráulicos, etc., a los que se les asigna un carácter de servicio social a través del Estado burgués.

A partir del 1978 se empieza a diseñar la urgente aplicación del programa neoliberal en el país, con los puntos básicos de la desarticulación de las propiedades estatales y su consiguiente privatización o traspaso de los renglones sociales a los sectores capitalistas monopolistas privados, con lo que, de hecho, son privatizados, que es lo que en la hora actual se está sufriendo aquí en la República Dominicana al igual que en toda América Latina, con la excepción de la República de Cuba.

Se ha creado así esta situación calamitosa incluso para los capitalistas individuales, principalmente nativos, que ilusamente pensaron que con la privatización, las empresas estatales podrían ir a parar a sus manos.

Durante la lucha del capitalismo contra el socialismo y el campo socialista, que hasta la muerte de Stalin (1953) y el XX Congreso del PCUS (1956) encabezaba la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas, el imperialismo internacional, con los EE.UU. a la cabeza, no se cansaba de imputarle a las fuerzas propugnadoras por el socialismo en el seno de las sociedades capitalistas y de los países oprimidos y en vías de desarrollo como la República Dominicana, la falaz acusación de ser las responsables de que los males perentorios de las masas trabajadoras no fueran efectivamente resueltos a causa de sus luchas y, al efecto, sindicaba a las fuerzas que propugnamos por el socialismo no como un reflejo de las condiciones de explotación imperantes en nuestros países, que son las bases mismas del capitalismo, sino en supuestos planes conspirativos del comunismo internacional, ateo y disociador, o a la subvención cubana.

Como ya no existe el campo socialista ni la otrora socialista URSS cuyo carácter fue traicionado e invertido por los renegados revisionistas (oportunistas de derecha), enemigos acérrimos del marxismo-leninismo, a los imperialistas y a sus lacayos reaccionarios les resulta imposible seguir hoy con aquella sucia y rastrera argucia basada en la mentira, lo que les ha obligado a tener que recurrir a nuevos alegatos cada vez más irracionales y descabellados, siendo tal su atolondramiento que todavía hoy no tienen explicación valedera, lógica o razonable ni mucho menos justa respecto al descalabro total hasta de las mismas condiciones precarias de vida que antes ofrecían, y todo esto ha hecho entrar en crisis al neoliberalismo, el que ha sido evidenciado como el responsable directo de toda la desastrosa situación imperante en el mundo entero. Así, las masas lo rechazan y condenan como sus enemigos a sus defensores.

Pero debe saberse que el rotundo fracaso que ha significado el neoliberalismo, no es sólo un fallo de una teoría más, sino que es un fracaso contundente del mismo capitalismo y del imperialismo, sobre todo norteamericano, y de los revisionistas, que sin excusa ni pretexto para, como es su costumbre, hacer recaer en otros la responsabilidad de la deplorable situación en que han sido hundidas las condiciones de vida para el pueblo tanto en nuestro país como en todo el Continente Latinoamericano.

Debe saberse que el tal neoliberalismo es en realidad el viejo y podrido liberalismo que ha sido reeditado no ya en la segunda mitad del siglo XIX cuando todavía predominaba la libre concurrencia entre capitalistas productores relativamente independientes, sino hoy que predominan los monopolios que luchan continuamente entre sí y que comparten ese predominio y esas luchas intermonopolistas con el capital financiero parasitario y, esencialmente, usurero, cuyo órgano social es la oligarquía financiera que materializa su hegemonía sobre el capital productivo e industrial a escala mundial y nacional, esto es, sobre las formas progresivas y vivas del capital.

Estos aspectos, en su conjunto, son las bases mismas del imperialismo, que impone su sello sobre el nefasto, podrido y obsoleto viejo liberalismo reeditándole como neoliberalismo, que en menos de 20 años ha llevado al mundo a este estado de colapso total, pero en particular ha colocado nuestro país al punto de su desarticulación y al pueblo dominicano lo ha abocado a una catástrofe que no exageramos si afirmamos que estamos expuestos hasta a una extinción masiva.

 

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