Las figuras de que Rafael Hipólito Mejía no pega una y de que ha metido los dos pies en un solo zapato podrían expresar lo que parece ha de llegar a ser, en no poco tiempo, una necesidad nacional; se trata de la salida, antes del límite de fecha establecido, de ese desorbitado gobernante, o bien, de que se proclame, por parte del juez inapelable que es el pueblo, el veredicto de: Rafael Hipólito Mejía nockout técnico.

La realidad monda y lironda es que Rafael Hipólito Mejía y el PRD se encuentran cada vez más aislados y más rechazados por la población, que está viviendo en carne propia los efectos devastadores de un proceso de deterioro total del poder adquisitivo del peso dominicano, de alzas continuas y sistemáticas de los precios de los artículos de consumo masivo, así como de los servicios, gran parte de los cuales está huérfano el pueblo por la pésima calidad de los mismos o por éste no tener acceso a los mismos conforme a lo elevado de sus precios. Lo de la energía eléctrica y las distribuidoras, con sus estafas y abusos, no amerita casi nuevos comentarios, a menos que no sea la nueva alza de un 12% en su precio para la nueva factura de ahora.

La educación pública ha sido hundida aún más con la irresponsabilidad e incumplimiento de los acuerdos de la Vice y Secretaria de Educación, Milagros Ortiz Bosch, no sólo con el personal docente o magisterial, sino con las necesidades de material gastable e infraestructura. En tanto, la Iglesia Católica, controla poco más del 75% de los planteles escolares donde se imparte docencia privada con carácter comercial, a pesar de que el Estado paga el personal profesoral, la construcción y el mantenimiento de las plantas físicas y edificaciones y exonera a la Iglesia Católica del pago de todo tipo de impuestos sobre los beneficios obtenidos, atendiendo a lo estipulado en el Concordato de 1954 y a las leyes adjetivas para dar forma y cumplimiento a todo lo establecido en ese afrentoso y vergonzoso contrato leonino, impuéstole al país por el Vaticano sociedad anónima ó C x A.

En cuanto a la salud, ya son conocidos los derroteros seguidos por este delicado renglón, cuyas vicisitudes y carencias se agravan hasta un punto crítico no sólo con la privatización de los planteles hospitalarios públicos, lo mismo que con la privatización y comercialización de los servicios médicos que muy precariamente se ofrecen en dichos centros hospitalarios, sino además agudizados los males con el hecho de que, con la creciente miseria y hambre que afecta al pueblo, la gente se enferma más y le resulta más difícil curarse, lo que provoca irremisiblemente el agravamiento o complicación de las dolencias hasta acarrearles la muerte.