FRANCISCO DOMÍNGUEZ BRITO

Las verdades a medias peores o iguales a las mentiras

 

A raíz de la renuncia de Virgilio Bello Rosa a la Procuraduría General de la República, el ex incumbente de la Fiscalía del Distrito Nacional, Francisco Domínguez Brito, durante el pasado gobierno de Leonel Fernández-PLD, puntualizó aspectos significativos envueltos en el problema, del que la renuncia de Bello Rosa y el nombramiento del nuevo incumbente, Víctor Manuel Céspedes Martínez, no son más que meros accidentes de un gran problema que es el de la institucionalidad del Estado y sus dependencias o poderes.

Domínguez Brito, al ponderar el asunto, mostró mucha ecuanimidad y madurez, pero no dejó de ser unilateral. No cabe ningún tipo de dudas que como Fiscal del Distrito Nacional actuó con mucho equilibrio y sensatez, llegando a ser de los pocos, o tal vez el único que, con ejemplar verticalidad, se opuso a las ejecuciones policiales reivindicando que en el país no hay pena de muerte y que la Policía Nacional no está para impartir justicia pues para este fin están los tribunales y la judicatura. Del mismo modo, se opuso a los atropellos así como a las torturas y a las redadas policiales, y se atrevió a disentir del general de horca y cuchillo que ejecutó a casi mil ciudadanos durante el gobierno de Leonel Fernández, esto es, se opuso a Pedro de Jesús Candelier. Eso, en tanto Leonel Fernández y el PLD guardaban silencio cómplice.

Domínguez Brito calló ahora, y es aquí su unilateralidad, al parecer deliberada e interesada, que la peor violación imperante a la institucionalidad se expresa a través de que mediante el fideicomiso intervencionista implementado por su santa Iglesia Católica, por su cardenal Nicolás Hildelbrando Borgia López Rodríguez, por Agripino Nuñez y el dúo imperialista Estados Unidos y la Unión Europea, se secuestran y eliminan las bases jurídicas del Estado dominicano, propiciándose un fideicomiso llamado diálogo, como se comprueba en el caso de la modificación inconstitucional de la Ley Electoral, por encima de la Constitución y respecto a lo cual la Suprema Corte de Justicia deberá pronunciarse cuanto antes.

Domínguez Brito debería ponderar estas formales críticas a sus juicios, los que si los limitamos al estrechísimo marco al que él pretende sorprendentemente circunscribirse resultan correctos, pero que se sepa, y debe saberlo muy bien el eminente jurista Domínguez Brito, las verdades a medias son peores y más dañinas que las más grandes mentiras.

 

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