Es cada vez más evidente participación hampa política dominicana en el Poder e Iglesia Católica en invasión, terrorismo y derrocamiento de Aristide en Haití
Desde que se habló públicamente de que los perros del terror de la pasada dictadura militar haitiana del general Cedrás habían lanzado una invasión contra Aristide en territorio haitiano, denunciamos la implicación directa de los EE.UU. y la Unión Europea-Canadá, así como del gobierno de Rafael Hipólito Mejía y sus FF.AA., lo mismo que de la Iglesia Católica dominicana en el caso de esa grosera intervención en Haití. Cada sector tiene sus fines particulares de carácter egoísta y basados en la ambición de enriquecimiento y el mantenimiento de privilegios odiosos y criminales en contra no sólo del pueblo haitiano y de Haití como posible Estado nacional, sino en perjuicio de los dominicanos y la nación dominicana. Los informes sobre Haití de la BBC, aparecidos desde noviembre del 2003, ponen de relieve el papel estelar de la Iglesia Católica-Vaticano en el apoyo de los perros del terror contra Aristide y su ensañamiento contra éste por haber oficializado el vudú como una religión igual que la católica en Haití. Los informes dando cuenta, uno de que, tras el caos creado por las acciones vandálicas sembrando muerte y destrucción, así como esparciendo el terrorismo sobre todo el territorio haitiano y los haitianos de los perros del terror Chamblain, Phillipe y otros, los EE.UU. aprovecharon para secuestrar y obligar a renunciar a Aristide, dándole así forma a la demanda que la Iglesia Católica cocinara y sirviera como único menú a la oposición política manejada por los obispos católicos anti-aristidistas, que fuera secundada por los protestantes que responden directamente a los intereses de los EE.UU. y sus centros de espionaje: ¡Que Aristide se vaya de Haití y abandone el Poder! El otro es que el gobierno dominicano y en el territorio nacional compraron más de 3,500 armas y cerca de medio millón de toneladas de parque (balas, morteros, etc.) durante el 2003, evidentemente con fines de la invasión a Haití, lo que corrobora la denuncia hecha tanto aquí como internacionalmente, dando cuenta del involucramiento de Rafael Hipólito Mejía y sus mandos militares en lo de la invasión a Haití para el derrocamiento de Aristide. Esta denuncia la hizo el congresista norteamericano demócrata Donald Payne. Y aunque Rafael Hipólito Mejía y Soto Jiménez han querido desmentir lo que es esta otra realidad, nadie se lo ha creído, y sus argumentos suenan a coartadas gangsteriles, si no a ridiculeces como aquellas de Julio Sauri de que los apagones eran el fruto de ciguas y chichiguas de muchachos que creaban cortos circuitos nacionales.
Como se ha comprobado ahora una vez más, hay una oleada incontenible de pánico que arropa a la República Dominicana tan pronto hace explosión la crisis permanente en que se encuentra Haití. Y todo ocurre debido a que de hecho el viejo colonialismo, en maridaje con el recolonialismo del imperio-capitalismo ha convertido a Haití y a los haitianos en su instrumento preferido de chantaje e intimidación para reesclavizar a la República Dominicana. Esto tiene un mecanismo que opera a partir de que Haití, de un posible Estado nacional, ha sido reducido a un simple econicho territorial de un ghetto semi-salvaje, en testimonio irrefutable de a lo que conduce el capitalismo internacional a cualquier conglomerado social y en lo que ha terminado por convertir a esa población haitiana en particular, que vive, mientras tanto, de la caridad proveniente de los centros financieros para tales fines de las metrópolis de la antigua colonización que actúan ahora asociados con los EE.UU. y Canadá, o más bien, para expresarlo con otras palabras, que todo eso es la metodología y el plan de los actuales centros de recolonización que son estos mismos, Unión Europea, Canadá y Estados Unidos; y por ello hablamos de que tan pronto hace erupción esa crisis haitiana, a la que los haitianos ya están habituados y es su agua y su vida, pero que en cambio exaspera a República Dominicana ya que para ésta es como una espada de Damocles que está sobre su pescuezo, y dicha amenaza es inmediatamente, una vez que se asoma la crisis haitiana, agitada y desarrollada como guillotina contra la nación dominicana por los mismos centros del viejo coloniaje, España y Francia sobre todo, así como del actual recoloniaje que resulta de sumar a aquellos con EE.UU. y Canadá. Esa amenaza es la de destruir a la República Dominicana mediante la fusión y la integración de República Dominicana con Haití en un solo país, lo que empezaría formalmente en su carácter definitivo por la creación de un centro de refugiados procedentes de Haití en República Dominicana a base de despojar a ésta -a la República Dominicana- de un pedazo de su territorio, como otro eslabón en la cadena que nos esclaviza y nos quita nuestra soberanía nacional. Parte de esa finalidad es obligar a la República Dominicana a suicidarse dándole la nacionalidad al millón y tanto de haitianos que furtivamente se dejan colar a la parte dominicana con instigación y protección de los recolonizadores; haitianos que en vez de erigirse en verdaderos seres humanos capaces de luchar por objetivos reivindicativos en el seno de Haití están habituados a su condición de parte del ghetto que vive a expensas de la limosna de sus verdugos europeos y norteamericanos, y que a la vez son empleados por éstos como instrumentos de presión y chantaje sobre la República Dominicana. Nadie puede ocultar que, como justamente previera Carlos Marx, los pueblos que no son capaces de luchar por sus reivindicaciones más elementales, terminan por convertirse en un atajo de canallas, por el que no vale la pena hacer ningún esfuerzo, y que esos conglomerados ya envilecidos, siempre estarán dispuestos a actuar no como seres humanos, sino como parias, como ilotas. No cabe duda que el plan ahora se renueva e impulsa con el lanzamiento como otro importante factor que ha acicateado, que es la invasión de los perros del terror de Cedrás y el neoduvalierismo a Haití, esto es, de los perros del terror de Chamblain, Phillipe y demás, partiendo desde la República Dominicana sobre Haití, so pretexto de derrocar a Aristide.
II
La Iglesia Católica, que está hoy en manos del ala más conservadora que representa Wojtyla y que es sustentada por "La Obra" u Opus Dei, del rufián falangista convertido al vapor en santo, Escrivá de Balaguer, es parte activa no sólo de la recolonización en general sino de la fusión de República Dominicana con Haití y del derrocamiento de Aristide. La Iglesia Católica es una decidida partidaria de la recolonización a través de la globalización del neoliberalismo, a pesar de sus purpurados vivir hablando en forma hipócrita sandeces de supuesta preocupación por los pobres, y supuestas críticas al "capitalismo salvaje" como si hubiera una explotación burguesa buena y otra mala, es un instrumento, como lo ha sido siempre, de la opresión y la explotación. La recolonización de los países cuyas poblaciones nativas fueron eliminadas bajo el programa de la cristianización en el pasado, es preconizada abiertamente por los fundamentalistas católicos o polaquistas, por Wojtyla y el Opus Dei, con España como centro hegemónico. De ahí que la conspiración contra Aristide y el respaldo y apadrinamiento de la invasión a Haití con los perros del terror del neoduvalierismo y Cedrás sean dos partes inseparables de la conducta de la Iglesia Católica que usa a la República Dominicana, a sus FF.AA., por el Concordato, el Vicariato Castrense y el Patronato Nacional San Rafael, que le da un papel estelar en la zona fronteriza desde Cabo Rojo hasta la Bahía de Manzanillo para desplegar su estrategia contra la soberanía dominicana y contra la de Haití. Un factor especial que, en el seno de la Iglesia Católica C. x A., empuja esos planes funestos para el país, es que Aristide oficializó como religión el vudú en el 2003 y esto socava y vulnera el Concordato entre Haití y la Iglesia Católica, establecido en el siglo XIX, y que ha sido un elemento clave para hundir a los haitianos y asfixiar a la República de Haití. De ahí la consigna que el Vaticano pone en boca del obispo de Petionville el 7 de enero: "Está bueno ya, Aristide tiene que irse". Ahora mismo la Iglesia Católica y el Vaticano serían los grandes beneficiados de la desarticulación de la República de Haití como Estado nacional, ya que no sólo borrarían con esto su responsabilidad y culpa histórico-práctica de primer orden del desastre haitiano ya que desde su origen mismo contribuyeron a crearlo, sino que entienden pasarían a ser los administradores de los miles de millones de dólares que las potencias recolonizadoras estarían dispuestas a aportar para consumar de una vez por todas su sueño dorado, que es alcanzar la fusión de Haití con República Dominicana y matar dos pájaros de un solo tiro.   |