El dictador Trujillo suplantó el Estado por su persona y el Concordato fue, fruto de esa usurpación, un acto emanado del interés personal de ese unipersonal Estado DE AHI SU ILEGITIMIDAD
La alta jerarquía de la Iglesia Católica, S.A. en el país sólo ha sabido tomar y tomar más del Estado y del pueblo dominicanos amparándose en el Concordato, que no es un acuerdo contractual donde las dos o más partes que acuerdan salen igualitaria o proporcionalmente beneficiados, sino que es un acuerdo leonino y absolutamente unilateral donde la parte dominicana o el país de que se trate ante el Vaticano y la Iglesia Católica cede, traspasa, da, aporta al Vaticano y a la Iglesia Católica todo lo que sea recursos económico-financieros, fiscales y de toda índole sin recibir de éstos nada a cambio, a menos que no sea la comprobación de que cada vez es más pobre, mientras que la Iglesia, sus obispos y monseñores y el Vaticano, que son dos para lo que les conviene y beneficia y uno cuando no ser dos es también lo que más conveniente les resulta, se hacen más ricos y viven nadando en la más completa opulencia. Todo fue el resultado de que el Concordato se le presentó a Trujillo como la salvación para su final que se veía llegar y, suplantando al Estado con la instigación del cura laico Balaguer, mordió el anzuelo del Concordato, y creyó que tragándoselo entero se zafaría de él, y por el mismo camino le concedió a la Iglesia Católica el Vicariato Castrense y el Patronato Nacional San Rafael, todos de carácter ilegítimo y antinacionales. El mismo obispo Arnaiz así lo reconoció, forzado, cuando tuvo que afirmar que la Iglesia Católica es la institución presente en el país que más ha progresado tras la desaparición de la dictadura de Trujillo. Pero calló deliberadamente que eso no es el resultado de su tesonero trabajo, sino de su insaciable capacidad parasitaria que, como barril sin fondo, hace que la Iglesia Católica y el Vaticano, mientras más han obtenido y obtienen por vía y gracias al Concordato, más hay que darles y más reclaman para que les den. No se olviden que el Papa Pío XI formalmente consagró el parasitismo de la Iglesia Católica sobre los pueblos cuando formuló: "De ninguna manera… (el trabajo podría ser) el único conducto para obtener los medios de nuestra subsistencia" (Encíclica Cuadragesimo Anno, Papa Pío XI, Págs. 122-123). En tanto obtuvieron (la Iglesia y el Vaticano) la firma del Concordato en el 1954, ya el Obispo de Santo Domingo, que lo fue desde el 1935, llamado Ricardo Pittini, un mussollinista recalcitrante y como tal trujillista, aún resumía su agradecimiento y admiración por el dictador afirmando que Trujillo, con ese Concordato, le había dado a la Iglesia Católica y al Vaticano más que todos los reyes durante la época de la colonización, exterminio de la raza indígena e instauración y renovación de la esclavitud, primero sobre los indígenas y segundo sobre los negros robados con la bendición católica de su Continente natal, que era Africa. Pero ya muerto Pittini en el 1956, dos años más tarde Trujillo le concedía a la Iglesia y al Vaticano el Vicariato Castrense y el acuerdo llamado Patronato Nacional San Rafael, establecido en honor al dictador Rafael Leonidas Trujillo Molina, con fines de que la Iglesia Católica fuera la encargada de efectuar la inversión de capital que le suministraba permanentemente en flujo constante el Estado nacional para la dominicanización de las fronteras. Y después de 46 años recibiendo y recibiendo recursos para esos fines, ¿dónde está el trabajo hecho por la Iglesia Católica en la frontera? Tanto el Vicariato Castrense como este Patronato emanan directamente del mismo Concordato, o sea, que éste es su fuente y aquéllos son de hecho partes de dicho Concordato, por lo que los beneficios y privilegios que la Iglesia Católica y el Vaticano han extraído y siguen extrayendo son tan incalculables por su magnitud que ni las matemáticas más rigurosas pueden abarcar ni expresar numéricamente para reflejar su monto. Debe saberse que con el Vicariato Castrense a todos los curas católicos se les incorpora a las FF.AA. con un rango no menor, por no decir siempre superior, al de un primer teniente, con su salario correspondiente y todos los privilegios de lugar y con la única responsabilidad de hacer que los soldados guarden la sumisión debida a las órdenes que les son impartidas. O sea, una labor de amoldamiento y amaestramiento del soldado o policía. El Vicario y capellanes de las FF.AA. y de la P.N., e incluso del Servicio de Inteligencia Militar (SIM) trujillista, como lo fue el padre Zenón Castillo de Haza, tan criminal que hasta a su hermano asesinó para quedarse con su herencia, fueron activos participantes en las torturas y muertes de los expedicionarios de Constanza, Estero Hondo y Maimón del 1959, muchos de ellos capturados vivos y traídos a las ergástulas y centros de torturas del dictador donde fueron aniquilados salvaje y bestialmente. Y de nuevo quisiéramos que Arnaiz o cualesquiera que así lo quiera, nos demuestren con hechos y cifras, si pueden o se atreven siquiera a intentarlo, que el Estado Nacional o el pueblo dominicano han extraído algún beneficio material de esos Concordato, Vicariato y Patronato Nacional San Rafael. Es más, que citen no ya logros materiales concretos, económico-sociales o culturales, que son los que en realidad gravitan y deciden, sino un logro espiritual tangible y real para el Estado y el pueblo. Si lo hicieran les diremos que tienen total razón.
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