Masivas violaciones, prostitución y perversión niños en Higüey es el vivo retrato nociva naturaleza de la Iglesia Católica y del Cardenal
Las monstruosidades y bestialidades que la Iglesia Católica y el Arzobispado de Higüey, con el actual Presidente del Episcopado Dominicano a la cabeza, Ramón Benito de la Rosa Carpio, ha hecho víctima de violaciones sexuales a más de 100 niños y tal vez 200 si se toma en cuenta que esas aberradas prácticas no son de ahora, sino de por lo menos 15 ó 20 años atrás, que los religiosos católicos vienen ejerciendo sobre esos niños y niñas, los que después de violados sexualmente son prostituidos, iniciados en las prácticas repulsivas de orgías sexuales homosexuales, lés-bicas y depravación de todo tipo, como las relaciones sexuales con perros y perras, así como hasta de asesinatos, sacrificios y consumo de la carne y la sangre de niños, niñas y adultos victimizados. Por más que la jerarquía católica, encabezada por el Nuncio Papal en el país, Timothy Broglio, y por el monstruo repulsivo que es el cardenal Nicolás Hildebrando Borgia López Rodríguez, haya utilizado los descomunales recursos y medios coercitivos del Estado, de represión, de chantaje y extorsión con fines de intimidación y hasta de crímenes y asesinatos, se va consolidando en el seno de la población la percepción del verdadero y real rostro, como expresión de la naturaleza abominable, inescrupulosa, criminal, parasitaria y bestial de la Iglesia Católica, S. A., de sus sacerdotes, de la jerarquía de obispos, monseñores, cardenales y papas, lo mismo que la de los llamados pastores y ministros de las otras sectas cristianas y protestantes. Justamente la madre de tres niños víctimas de todos estos abusos, la señora Pascuala Rodríguez, en el curso del juicio que fiscales y jueces, adocenados y parcializados con la Iglesia Católica, quieren manipular, exigió que el juez y el tribunal hagan concurrir a Benito de la Rosa Carpio para ser interrogado, puesto que no hay que ser ningún sabio ni un lince para darse cuenta que Ramón Benito de la Rosa Carpio, cuya hermana era la sicóloga del centro escenario de las monstruosidades abusivas, y siendo un reconocido homosexual, igual que numerosísimos monseñores, obispos y sacerdotes que operan tanto aquí en el país como fuera y esparcidos por el mundo entero, no cabe duda que es el responsable principal y número uno de todas esas monstruosidades y aberraciones sexuales. Por más que el Cardenal del diablo, sanguinario, arrogante y demencial, empedernido oscurantista fanatizado de falaces creencias supersticiosas y extravagantes, con y por las que vive en medio del más grande lujo y abundantes riquezas aún cuando no da un golpe productivo para el país ni la sociedad dominicanos, quiera precipitar la más criminal dictadura que acalle los escándalos que las huestes eclesiásticas escenifican, demostrando así su falta total de moral, la sociedad dominicana no descansará hasta liberarse de ese yugo fatídico de infamias, parasitismo, engaño, oscurantismo y atraso que impone y defiende la nefasta Iglesia Católica, Apostólica y Romana, igual que todas y cada una de las sectas del cristianismo, que no podrá nunca dejar de ser el peor envilecimiento del alma y la conducta humanas.
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