MUERTO EL GRAN HECHICERO
o Sumo Pontífice del catolicismo y jefe del clan imperio-oscurantista Vaticano, S. A., deja la Iglesia evidenciada como instrumento recolonizador parasitario sobre los pueblos y sumida en una profunda crisis de identidad. Su triste agonía deja en claro no tenía carácter divino y sólo representaba absurdos intereses retrógrados
 

Desde las oscuras filas del ejército nazi-fascista en Polonia, pasa a ser sacerdote católico y el Papa de Hitler, el Pacelli, Pío XII, lo inviste de Obispo en Polonia, bajo la consigna de organizar la resistencia y el sabotaje al socialismo.

Llega a ser Papa tras el asesinato del Pontífice sandalia rota, Albino Luciani, Juan Pablo I, quien cae fulminado por una furtiva sobredosis del famoso digital, cuya forma genérica como medicamento se llama digoxina, veneno orgánico que es absorbido por el cuerpo humano sin dejar rastro; éste, Albino Luciani, que tan sólo duró 34 días en su gestión papal, se disponía a aplicar los acuerdos del Concilio Vaticano II y, asqueado, se aprestaba a alejar a la Iglesia Católica, S. A. de la mafia bancaria internacional (capital financiero), de la sucia actividad del blanqueo de dinero de la trata de blancas y del narcotráfico, de la mafia norteamericano-siciliana o italiana, lo mismo que del Opus Dei, más conocido éste como la sagrada mafia criminal y de la logia masónica P2. Según el mejor estudio de su asesinato, condición previa al ascenso de Juan Pablo II, elaborado por el autor inglés especializado en Criminalística, David Yallop, con el título “En nombre de dios”, la CIA norteamericana, de viejas relaciones con Karol Wojtyla (el Papa que ha muerto), actuó de coordinadora para la ejecución del asesinato de Albino Luciani (Papa Juan Pablo I) y abrir las puertas al ascenso de Karol Wojtyla como parte de la conspiración, en estrecha relación con las camarillas de renegados revisionistas de la ex-URSS y del desaparecido PCUS de aquel país, así como con los revisionistas europeos occidentales y, en particular, con los socialtraidores del partido comunista revisionista italiano, para asaltar el Poder en Polonia y de ahí en la ex-URSS y proclamar el fin del comunismo, efectuando lo que irónicamente hemos llamado: Un entierro sin muerto.

Karol Wojtyla o Juan Pablo II, a quien justamente una Presidenta de las Madres de Mayo de la Argentina definió como un cerdo, esperando que al morir no pudiese escapar de las inagotables llamas incandescentes del infierno, por su complicidad con los criminales militares de Videla y compañía, a los que su gestión papal brindó desmesurado respaldo e impunidad, lo que se prolonga aún, al igual que como hiciera con la hiena sanguinaria y ultra-católica Pinochet, tanto durante su sangrienta dictadura como cuando fuera apresado en Inglaterra en el 1999, o sea, a fines del siglo XX.

La gestión papal en el marco eclesiástico de Karol Wojtyla tuvo el sello de un Papa recalcitrantemente alineado, igual que todos, con los peores intereses que se ceban de la explotación y la opresión de la humanidad, en particular de los pueblos de Asia, Africa y América Latina, actuando todo el tiempo como un agente del Opus Dei, cuya plataforma no fue otra que aplastar todas las corrientes reformistas en el seno de la Iglesia y desplegar la restauración del fundamentalismo ultra-católico al estilo y semejanza de lo efectuado por el Papado con el Concilio de Trento (1545) y el movimiento sedicioso criminal de la contrarreforma, a cargo del sicópata asesino Ignacio de Loyola y la funesta orden sanguinaria y conspiradora de los jesuitas, instituida para tal finalidad en el 1534.

Los más íntimos colaboradores de este funesto Papa, muerto después de aferrarse desesperadamente a la vida, haciendo uso de la ciencia médica y sus avances, contra los que tanto conspiran permanentemente la Iglesia Católica, Apostólica y Romana, igual que el cristianismo en general, demuestran con su mismo ejemplo que sus falaces creencias mágico-religiosas y supersticiosas son un engaño fatídico que en la hora crucial e inevitable mandan al carajo su dios y tratan de entorpecer lo que es, según sus oscurantistas conjeturas, la voluntad de su dios o divina decisión.

El entorno de Juan Pablo II, con el cabecilla neo-inquisitorial Joseph Ratzinger, Navarro Vals, Angelo Sodano, el cardenal Laghi, etc., y las estructuras opusdeístas, se empecinó en dar cumplimiento a lo dispuesto por el Papa que ahora ha muerto, como cualquier gente común y corriente, de dar impunidad a las bandas de depravados sexuales que cunden en las filas y las instancias jerárquicas de la Iglesia, practicando la pedofilia, la homosexualidad y prohijando el lesbianismo, al mismo tiempo que dicen criticarlos.
Para concluir una evaluación justa y ecuánime, así como bien ponderada de Karol Wojtyla -el Papa Juan Pablo II- basta y sobra juzgar la identificación con él de los más funestos y criminales personajes actuales a escala mundial como los George W. Bush, Tony Blair, José María Aznar, ex-Presidente de España y Sharon, el genocida nazi-judío.

Todos estos funestos personajes, que con su testimonio, definitivamente dejan establecido quien fue en verdad y para quién trabajaba el Papa Wojtyla, este monstruoso espécimen que acaba de morir, todos coinciden en que defendió como nadie la libertad humana, pero olvidando que todos los genocidios, saqueos y expoliación que los gobernantes ingleses, europeos y norteamericanos llevan ininterrumpidamente a cabo es precisamente diciéndose abanderados de la libertad humana y los derechos, pero entiéndase que hablan de sus imperialistas intereses y sus desmesurados derechos emanados de la omnipotencia de su poderío actual y no de otros intereses ni derechos.
 

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