Presidente de la Suprema Corte
usurpada y secuestrada por Golpe de Estado representa en sí peor acto
corrupción imperante judicatura
-Un cargo vitalicio sólo es posible de
espaldas al sufragio y poder del voto-
Jorge Subero Isa, el montaraz Presidente auto-designado como vitalicio
de la Suprema Corte de Justicia, en flagrante violación al Artículo 14
de la Ley de Carrera Judicial y de la misma Constitución de la República
en su Art. 63, párrafo IV, es en sí mismo y en persona, la más
contundente y definitiva prueba de la corrupción de la Judicatura y de
la Justicia dominicana.
Como el que se ensucia sobre sí mismo y no lo siente, Jorge Subero Isa
apela, en sus declaraciones recientes, a la coartada por excelencia de
los delincuentes que entienden han cometido el crimen perfecto. Así
dice: “Presenten las pruebas”, y, claro está, para él ser juez y parte,
juzgarse él mismo y exculparse él mismo. ¿No es patente el jueguito de
por sí corrupto de este fenicio que usurpa la Presidencia de la Suprema
Corte de Justicia amparado, él mismo lo confiesa, en el poder de los
inversionistas extranjeros, y de los yanquis en particular, de los
cuales él, Jorge Subero Isa, es su seguro y confiable garante?
Si su cargo en la Suprema, igual que todos los componentes de ésta,
adolece del vicio amoral de la usurpación, ¿no es necesariamente un
órgano corrupto, como lo son desde su Presidente hasta sus componentes o
integrantes, pruebas vivas y concretas de la corrupción?
Las actuaciones y comportamientos del mismo Jorge Subero Isa, imponiendo
a la nación y a la sociedad la parcialidad de sus intereses personales y
particulares sobre preceptos básicos de carácter constitucional, como es
el de la libertad de culto, en tanto él se empeña en atar el Poder
Judicial a las supersticiones y brujerías de la dogmática y el ritual
cristiano catolicista, ¿no es un acto prevalecientemente corrupto?
Se supone que la corrupción, en el ámbito de la Justicia, no empieza, no
termina ni tiene su máxima y más escandalosa expresión en la evacuación
de sentencias como un acto directo de compra-venta, sino en vicios en
forma innata y congénita, en cada una y todas las instancias de la
Judicatura. La práctica del nepotismo, la del favorecimiento de las
empresas y sectores a los que se ha estado vinculado, las componendas y
respaldos soterrados y directos al gobernante de turno, etc., son casos
concretos de corrupción, de los que el principal exponente dentro de la
Judicatura es el usurpador de la membresía y la Presidencia de la
Suprema Corte de Justicia, que se llama Jorge Subero Isa.
El que en el 2000, el 7 de enero, se arrodilla en forma genuflexa ante
Leonel Fernández y proclama: “Nadie ha hecho tanto en tan poco tiempo”,
o bien el que en el 2003 declara ante el “Listín” intervenido: “Rafael
Hipólito Mejía es el principal apoyo con que cuenta la Suprema Corte de
Justicia y la Judicatura”, son pruebas fehacientes de lo que es un
magistrado de conciencia voluble y, por lo tanto, corrompida, o, le
preguntamos a este montaraz fariseo usurpador de la Presidencia de la
Suprema Corte de Justicia, ¿puede usted demostrar lo contrario, señor
Subero Isa?
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