La verdadera historia de colaboración y complicidad del
Arzobispado e Iglesia Católica con la dictadura criminal y sanguinaria de
Rafael Leonidas Trujillo Molina No es una saltapatrá llamada Angela Peña quien por
mercenarismo la podrá ocultar ni mucho menos engatuzar a la población víctima
de todas sus perversas y negras maquinaciones La historia no es ni puede ser una narración
aérea de hechos, acontecimientos y actitudes de hombres desligados de las
causas y motivos que los engendran. Tal es la labor que, en forma poco
escrupulosa y cumpliendo objetivos pre-establecidos por quienes han
comprado sus servicios, lleva a cabo la nombrada Angela Peña del clan de
periodistas de a tanto por línea de Agripino Nuñez y la Iglesia Católica. Ya en sus andadas de mercenaria de la pluma
se inventó escribir unos artículos de carácter “histórico” del
MPD, sólo con el fin de arremeter con calumnias, mentiras y falaces
inventos suyos, junto a Juan Bolívar Díaz Santana, contra Luis Montás,
fundador y dirigente de nuestro Partido Comunista (PACOREDO). Ahora está pretendiendo manipular la
historia real de la Iglesia Católica durante la dictadura tiránica de
Trujillo. Como es lógico, la fracasada y frustrada
Angela Peña parece que, como desafortunada que es, hasta el punto de que
su ex esposo tuvo que botarla, es que ni como tal parece que da pie con
bola, exhibe una enfermiza unilateralidad que le hace naufragar
permanentemente en la superficialidad. Resulta que la tal Angela Peña
pretende circunscribir la pestilente historia de la colaboración de la
Iglesia con la dictadura de Trujillo a los últimos años cuando ya la
Iglesia Católica consideraba que había sacado todo lo que podía sacarle
para beneficio propio al dictador y se aprestaba a darle las espaldas. O
bien que la odiosa y criminal trayectoria de la Iglesia Católica fue cosa
de Pittini. Y es fácil demostrar que ni una ni la otra. Que fue un mundano obispo Robles
Toledano o que fue Pancho Panal si no Pepe O’Riley quien escribió el
manifiesto llamado Pastoral con que la Iglesia, en forma oportunista, se
distanciaba de Trujillo tras haberle arrancado el Concordato (1954), el
Vicariato Castrense (1958) y el Patronato Nacional San Rafael (1958). Que monseñor Pittini esto, o lo
otro. Nada de eso. Este cardenal era
fascista, mussolinista y hitleriano, de las gentes del cardenal Pacelli
que llegara a ser el papa Pío XII hasta su muerte, mejor conocido como el
papa de Hitler. Fue trujillista hasta la pared de
enfrente. Pero lo fue acorde con la trayectoria hitleriana, mussolinista y
franquista de la Iglesia Católica, esto es, que su condición de agente
trujillista no fue un capricho personal del tal Pittini, sino la línea de
la Iglesia Católica. Y para no divariar y para desenmascarar a la
mercenaria y mendaz Angela Peña en su ignorancia y turbios manejos
simplistas, vamos a leer lo que se escribió de él, de monseñor Pittini,
en la Historia Eclesiástica de la Arquidiócesis de Santo Domingo, Tomo
III. El autor de esta historia es el
cura Carlos Nouel, padre de Adolfo Nouel, que llegara a ser cardenal de
Santo Domingo. Pero el capítulo correspondiente al obispado de Pittini lo
escribió Fray Cipriano de Utrera, historiador español enviado por el
Consejo Cardenalicio de Roma a componer históricamente el asunto. Veamos, dice esa historia en su Pág.
# 388: “Obispo # 49.- Ricardo Pittini. “Salesiano, sus bulas de 11 de
octubre de 1935. Al cumplirse los veinte años de su consagración
episcopal, la Iglesia Dominicana ha sido puesta ya en estado de esplendor,
como nunca, ni aún durante la dominación española había llegado a
estar, todo ello debido al genio político-católico del insigne
magistrado Generalísimo y Dr. Don Rafael Leonidas Trujillo Molina, a
quien sus conciudadanos, en prenda de su visión total de la grandeza de
la Patria, han dignificado con los áureos laureles de Benefactor de la
Patria y Padre de la Iglesia. Precedida del otorgamiento que Trujillo hizo
de la personalidad jurídica, fundamento sustancial de sociedad católica
con verdadera entidad nacional, todos los demás bienes que al presente
atesora pueden enumerarse específicamente como otros tantos beneficios
ligados entre sí por la propia mano de aquel varón egregio: multiplicación
de instituciones religiosas dedicadas a la enseñanza del pueblo, cuidado
de hospitales, clínicas y departamentos universitarios, residencias
universitarias para estudiantes de uno y otro sexo, y para el fomento del
culto católico; edificación de templos parroquiales en casi todos los
pueblos de la República; dirección de planteles de corrección y
reeducación de niños y jóvenes delincuentes; nuevo edificio de
Seminario Conciliar, establecimiento cabal de las relaciones diplomáticas
con la Santa Sede, con Nuncio de S. S. residente en el país; cooperación
en grado excelentísimo para la construcción del Santuario de Nuestra Señora
de Altagracia en la villa de Higüey; contribución permanente para la
dotación de becas en el Seminario; situación privilegiada de los
miembros del clero para que, como ministros de Dios, estén exceptuados de
impuestos fiscales en cuantas cosas atañen al ejercicio del sagrado
ministerio; restauración de la familia cristiana por el reconocimiento
legal del matrimonio canónico; capellanías castrenses para la instrucción
religiosa de la clase militar, enseñanza de religión en escuelas,
colegios y cárceles; y dejando sin enumeración los continuos y crecidos
donativos que dicho Magistrado personalmente ha hecho y cada día hace a
entidades eclesiásticas de ambos cleros, secular y regular, las dos obras
más relevantes suyas han sido el Concordato con la Santa Sede, seguido de
la legislación nacional de sus elementos particulares, y la creación de
tres diócesis y una Prefectura eclesiástica en el territorio de la República.
Ultimamente, en esta larga y continuada cadena de protección de su pueblo
y de la fe de sus mayores, justamente cuando se da a la prensa el presente
estudio, en los mismos días de las fiestas patrias de febrero de 1956, y
debajo los auspicios del Gobierno Nacional, se está celebrando, para
honra y decoro de la República e Iglesia dominicana, un Congreso
Internacional de Cultura Católica, primero de los de esta extensión
universal en territorio dominicano, con representativos sociólogos de 33
países de ambos hemisferios." |