La connotación del pelafustán en boca del perito agrónomo Presidente de su Poder Ejecutivo Rafael Hipólito Mejía

 

La connotación del pelafustán en boca del perito agrónomo Rafael Hipólito Mejía, egresado del ISA y del Politécnico Loyola, nacido en un atrasado campo llamado Gurabo, enriquecido como representante de una empresa USA creada en la década del ’60 para cobertura de sus agentes de espionaje en Centroamérica y El Caribe, es decir, de la CIA, a lo que uniría su condición de representante para la misma zona, y el país en particular, del ecologicida FURADAN, producto alemán de un consorcio neonazi alemán, responsable del deterioro vertiginoso de los suelos en Azua y todo el país; guapanga o jefe de tiro de campo de las empresas tomateras ABC, Barceló y Portela, subalterno del jefe regional de la CIA, Jerry Depuy, actual esposo de Polita Barceló, sus íntimos e inseparables amigos.

Hasta donde sabemos, un pelafustán en el orden académico sería aquel que, donde hay rangos universitarios como doctor, ingeniero, licenciado, etc., o bien niveles superiores a éstos como provendrían de especialidades y postgrados de maestría (master), apenas llega a alcanzar un grado técnico-práctico de perito, como por ejemplo Perito Agrónomo. Este, frente a aquellos grados superiores sería, repetimos, en un ambiente académico, un pelafustán en el orden académico profesional.

Hasta prueba en contrario, el honorabilísimo señor Presidente de su Poder Ejecutivo, su Excelencia, el Perito Agrónomo, no Ingeniero, Rafael Hipólito Mejía, es egresado del politécnico jesuita Loyola, donde se producen bachilleres y peritos agrónomos, pero no ingenieros. Ahora, no descartamos que por el alto coeficiente de inteligencia, que llega hasta lo genial, de Rafael Hipólito Mejía, allí se haya optado por darle finalmente el título de Ingeniero Agrónomo. Poco importa que se violente la Ley de Educación. Por demás, los curas, conforme el Concordato, son ley, batuta y Constitución en este revolcadero de burros que se llama República Dominicana.

Pero habría que desandar el Código Penal para no incurrir en ligereza alguna, y que sea ese compendio jurídico, el que concluya diciendo cómo denominar al ciudadano que, siendo miembro de una sociedad, usurpe el uso de un título universitario superior, y en forma oronda se complazca en auto-endilgárselo a sí mismo. Sabemos que el Código Penal no le denomina pelafustán. De esto estamos seguros.

El ciudadano Rafael Hipólito Mejía preside su Poder Ejecutivo, caracterizado, en el orden de las realizaciones, por una inveterada trayectoria de violación afrentosa a toda norma protocolar, que compite con una actitud genuflexa como una constante, hasta el punto de haber dislocado o roto el lacayómetro, ante los capitalistas explotadores, especialmente si representan grupos monopolistas, como el de FENOSA, o bancarios como el de BANINTER, cuyo incumbente es aspirante a que le sea endosada, por el mismo Perito Agrónomo Rafael Hipólito Mejía, la candidatura presidencial para el 2004 por el PRD.

Pero también podría ser que alguien esté orgulloso de presidir un gobierno de ñame, yuca, batata y yautía coco o de puerco con sacos y corbatas, y que su orgullo sea tal, que entienda que como en el país de los ciegos el rey es el tuerto, anide en consecuencia el orgullo que le lleve a ver y tratar a los demás despectivamente, o sea, por encima del hombro.

Pero sería más grave de la cuenta el mal, si el balance de las realizaciones de ese gobierno de naturaleza común a los víveres no tenga siquiera la honorable virtud de éstos en su función alimenticia para el ser humano, sino que, por el contrario, sólo pueda exhibir un rosario tal de desaciertos e irresponsabilidades frente a la ciudadanía, contrariando lo que, según los creadores de la democracia norteamericana, Tomás Jefferson, Tomás Paine y Benjamín Franklin sería protegerla y no maltratarla, ni pisotearla, ni oprimirla, ni matarla con tiros, bombas, culatas y además de hambre, como hace el que preside su Excelencia, el Perito Agrónomo Rafael Hipólito Mejía.

Y entonces, tendríamos el caso de que ese tal Presidente, dentro o frente, si no ante el standard requerido para ser un Presidente de un Estado, no alcanzaría jamás el grado de estadista, sino que dejamos al radioyente que haga él mismo su conclusión.

Lo de los víveres con saco y corbata, si mal no recordamos, es una de las más sobresalientes apreciaciones críticas desde fuera del Poder, formulada en la ciudad de Moca, si no nos equivocamos, cocinada y hecha por el actual Presidente de su Poder Ejecutivo, Rafael Hipólito Mejía, en el período 1997-1998, publicada por la prensa comercial en sus páginas, para enjuiciar la naturaleza efectivamente torpe del pasado gobierno PLD de Leonel Fernández.

Pero, de seguir sacándole punta a la definición de la palabra pelafustán, en la forma peyorativa y despectivamente empleada por el Perito Agrónomo, Presidente de su Poder Ejecutivo, Rafael Hipólito Mejía, para llamar así a quienes intentan por lo menos discernir, entiéndase que no hablamos de diferir, respecto a las ocurrencias insólitas que caracterizan a este gobierno de víveres con saco y corbata, terminaríamos por no acabar nunca.

Sin embargo, hemos de subrayar que las palabras se toman de quienes vengan y por donde vienen.

Así, puntualicemos y digamos que Juan T.H. sí que es en verdad otro pelafustán, pero subrayemos que éste es un pelafustán oportunista, terrorista, mercenario y antisocial de la parte atrás de una de las zonas de tolerancia capitalina, esto es, de prostitución, de la famosa José Martí próxima al Morgan; y que Colombo, para más exacta seña, nació y se crió en el “percal”, o centro de prostitución de uso de los matones del SIM y de las FF.AA. trujillistas, propiedad de su digna madre, llamado “Campo Amor” de Mendoza, zona aledaña a Los Mina.

Dime con quien andas, y te diré qué tipo de pelafustán eres.

 

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