Mientras
con truculentas formas Rafael Hipólito Mejía dice pueblo dominicano es
mala paga y chantajista, de manera obsequiosa, sumisa y ridícula se
postra ante monopolios extranjeros y ante
crímenes y monstruosidades de las potencias coloniales e
imperialistas Director
de la FAO, Jacques Diouf, enmienda la plana a este flamante Presidente en
reunión internacional celebrada en Roma Rafael Hipólito Mejía, en forma odiosa, lleno de soberbia, desbordante
de desprecio, arrogante, sin consideración ni respeto por el pueblo
trabajador dominicano, machaconamente ha repetido fuera de sí afinando
sus labios en un rictus de odio, por el que, al parecer, quiere convertir
en un misil atómico sus truculentas palabras para pulverizar a las masas
de gentes humildes de todo el país, que el pueblo dominicano es mala
paga; que debe pagar; que es chantajista; que pague; ¿y qué más es lo
que el pueblo debe pagar? Sus palabras repetidas, las de Rafael Hipólito Mejía, son obsesivas,
como las de un verdugo que golpea en forma inclemente, vehemente y sin
piedad las espaldas de su víctima con un látigo de plomo, reclamándole
sádicamente al infeliz que sufre: ¡habla! ¡habla! Pero toda esa truculencia agresiva con que Rafael Hipólito Mejía
atropella verbal, física y policíaco-militarmente a las masas, así como
matándolas de hambre y miseria, hace contraste, hasta resultar chocante,
con la forma obsequiosa, sumisa y cómica hasta la ridiculez con que ese
mismo flamante Presidente de su Poder Ejecutivo se postra ante los
monopolios extranjeros y ante los crímenes y monstruosidades de las
potencias coloniales e imperialistas
en contra de los países pobres y el nuestro, la República
Dominicana, en particular. Eso quedó patente y claramente demostrado en la recién efectuada reunión
internacional de la FAO celebrada en Roma, Italia, a la que
deliberadamente no asistieron los representantes de las grandes potencias
imperialistas. ¿Sabe usted radioyente o ciudadano, cuáles fueron las vergonzosas y
lacayunas expresiones de Rafael Hipólito Mejía? Se despachó diciendo:
“Esas potencias tienen razón de no asistir, ya que es a nosotros, los
de los países pobres, a quienes nos interesa la reunión y no a ellas”.
Hasta ahí sus palabras. Esas truculentas formas con que Rafael Hipólito Mejía reemplaza el
ejercicio del razonamiento humano no pueden ser aceptadas, puesto que las
mismas sólo buscan justificar a los explotadores y condenar a los pobres
del mundo a la eterna esclavitud. Da pena y vergüenza saber que esas consideraciones, propias de
dinosaurios antediluvianos, como últimamente ha dicho el mismo Rafael Hipólito
Mejía, no sabemos donde la aprendió, ponen en entredicho y hunden en el
pantano de la ridiculez al pueblo-país dominicanos. Por ejemplo, el Director de la FAO, el africano de Senegal Jacques Diouf,
tuvo que responder a semejantes desplantes de Rafael Hipólito Mejía ante
la evidencia histórica de la realidad de expoliación y el desarrollo de
ésta por culpa de los países capitalistas teniendo que estrellarle en la
cara a Rafael Hipólito Mejía las siguientes palabras que a continuación
transcribimos: “Para construir un mundo más unido, hay que eliminar el terrorismo,
combatir la violencia y aspirar a la paz, pero para afrontar estas
situaciones hay que eliminar las causas que generan desesperación, en
particular hay que eliminar el hambre y la pobreza”. Más adelante recordó, a los parlamentarios presentes, la magnitud
siguiente: más de 800 millones de hambrientos en los cinco continentes,
sobre todo en Africa y Asia, y de ellos 300 millones de niños, respecto a
lo que dijo: “por esos 300 millones las campanas sólo repican el toque
de muerte”. Y enfatizó, para que Rafael Hipólito Mejía aprendiese una lección:
“Ningún canal televisivo interrumpe sus programas para recordárnoslo,
no se activa tampoco ninguna unidad de crisis, no se propone ningún
minuto de silencio para expresar la solidaridad a las víctimas inocentes
de este genocidio por el hambre y la miseria”.
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