Ramón
Báez Figueroa-Baninter extiende una tarjeta de crédito para cada uno de
los viajes al exterior de Rafael Hipólito Mejía En una verdadera democracia
constitucional la práctica de aceptar dádivas millonarias de banqueros
se sanciona con la destitución, el encarcelamiento y la degradación
moral ante toda la sociedad Si
el lector quiere enterarse de cuántos millones de dólares le ha
obsequiado el banquero Ramón Báez Figueroa, y no sabemos si lo ha hecho
a título personal o de la institución bancaria que preside, al flamante,
honradísimo y honorabilísimo Presidente del Poder Ejecutivo, Rafael Hipólito
Mejía, que sirve los intereses de los monopolios y que opera de espaldas
a los intereses de las masas y el país, sólo basta que sume los tantos
viajes, uno a uno, y ahí tendrá el total, si no, que busque el número
de viajes dado por Rafael Hipólito Mejía en sus dos años de gestión y
lo multiplique por un millón de dólares. Los obsequios son a millón de
dólares por viaje. Así,
hasta donde sabemos, Rafael Hipólito Mejía ha dado unos 20 viajes, pues
entonces, Ramón Báez Figueroa le ha obsequiado 20 millones de dólares. De
Rafael Hipólito Mejía nos enteramos que cuando en nuestro órgano “¡Despertar!”
publicamos, en el 1997, la dirección, croquis e información respecto a
la casa que esos mismos banqueros le habían obsequiado a Leonel Fernández
en los Altos de Piantini, organizó sistemáticamente caravanas y
peregrinaciones para que comprobaran la honradez de Leonel Fernández. Sabemos
que Rafael Hipólito Mejía, con esos millones de dólares, se ha
preocupado por mantener a la orden del día su prestigiosa colección de
relojes Rolex. Pero
eso sólo podría estar sucediendo en países como el nuestro, donde el régimen
constitucional sólo existe en el papel. Y por aquí mismo se comprende
por qué Rafael Hipólito Mejía insiste, como el faro de la sabiduría
soberana, en reiterar que ese depredador del Estado llamado Joaquín
Balaguer, es el padre de la democracia. De ser ésta una verdadera democracia constitucional, por la mala práctica de aceptar dádivas que huelen a sobornos, tanto el actual como el anterior a éste hubiesen sido destituidos, encarcelados y condenados a la degradación moral ante toda la sociedad. Sólo así podrán escarmentar y ponérsele freno a la corrupción gubernamental.
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