Calificación jueza Nancy Joaquín

Busca mantener maltrecha confianza en aparato judicial del Estado capitalista y su sistema

 

Aunque el sistema capitalista no pueda escapársele a la corrupción, y tenido esto como de igual validez que la irrefutabilidad de un axioma geométrico, la decisión que adoptó la jueza Nancy Joaquín dándole una calificación, de hecho, al expediente de los PPGatos diferente al que tan complacientemente, por orden directa de Rafael Hipólito Mejía, le diera Máximo Aristy Caraballo, busca mantener vivas las muy diluidas o maltrechas esperanza y confianza en el aparato judicial del Estado capitalista y su sistema.

La decisión de la jueza en cuestión concitó, esto es, atrajo, a su favor el sentir y el convencimiento de gran parte de la población que se percata del alcance criminal de los que, perteneciendo al aparato de depredación del Estado durante los 12 años, han seguido en sus nocivas actividades con el amparo de los PRD y su gobierno de Rafael Hipólito Mejía como del PLD y su gobierno de Leonel Fernández y ni qué decir del PRSC y sus distintos estamentos dirigenciales.

Pero si bien la corrupción administrativa a nivel de los gobiernos, que son los que administran o gerencian el Estado, puede ser amortiguada o ensanchada dependiendo de que grupo o partido tenga el mando, en cambio no es posible, dentro del marco del sistema capitalista neoliberal o proteccionista, esto es, sin importar su modalidad, hacer desaparecer la corrupción administrativa a nivel del Estado, puesto que es ésta y es a través de ésta que tal vez se refleje de la manera más cruda e intensa la corrupción básica, que es el sostén, el alma, el corazón y la espina dorsal del sistema capitalista de producción, que no es otro que la creación y apropiación, por parte de la burguesía, de la plusvalía.

Como con toda exactitud haya establecido Marx, la plusvalía es la apropiación, por parte de la burguesía, del tiempo de trabajo social realizado y no pagado que, expresado en dinero, compone lo que se llama ganancia.

Como se aprecia, la ganancia del capitalista y el crecimiento del capital como marcador de su desarrollo, no es otra cosa que un robo y, por tanto, la mayor corrupción y la más grande amoralidad que es consustancial al régimen capitalista.

La predicción inequívoca del fracaso absoluto de los partidos del sistema y de sus líderes de pacotilla que se tornan ridículos e imbéciles a medida que avanza el proceso de desarrollo en nuestro país, que no es otro que el desarrollo capitalista, no es nada difícil, sino previsible como inevitable.

La corrupción social generalizada, a la que han apelado indistintamente tanto Rafael Hipólito Mejía como Leonel Fernández y sus acólitos y corifeos, se sustenta en lo que hemos enunciado.

Recuérdese que lo que Rafael Hipólito Mejía dijera de que todos los dominicanos son corruptos no es más que la repetición de la expresión perversa y degenerada de Miguel Guerrero, el actual mercenario de a tanto por línea del Banco Popular, que siendo encargado de prensa de los primeros meses del gobierno Leonel Fernández-Pálido, no se cansaba de repetir, para justificar la corrupción de ese gobierno y de Leonel Fernández, que el fenómeno de la corrupción era común a toda la sociedad y a todos los dominicanos.

El otro payaso llamado Justo Castellanos (hijo), como todos los imbéciles de esta fauna, no tardó en repetirlo como un loro amaestrado a nivel del segundo año de Leonel Fernández, a raíz de su regreso de un Congreso donde se hubo de debatir este asunto.

 

Volver a la Página Principal