Ensayo brasileño "neoliberalismo nacional" Mostrenca criatura destinada a fracasar
En las elecciones efectuadas en Brasil, cuya economía
está ubicada como la número 11 del mundo en volumen de producción,
salió electo Luiz Inacio Lula Da Silva, candidato del Partido de los
Trabajadores Brasileño (PTB), quien en las tres ocasiones anteriores no
había podido alcanzar la Presidencia del país. El PTB y Lula se inscriben en lo que se acostumbra
a llamar como izquierda latinoamericana. En el caso del PTB, se trata de
un partido heterogéneo en su composición social y ecléctico en el
orden político e ideológico. Mas bien cabe ser definido como el
partido populista con gran peso del sindicalismo, pero además con una
alta dosis de esa amalgama confusa que se denominó teología de la
liberación, hoy prácticamente en desbandada tras el desenlace fatal
del grupo jesuita de Ellacurría en El Salvador, y desarticulado el
grupo del sacerdote Leonardo Boff, quien terminó casándose. El PTB resulta más bien un partido pequeño burgués,
con una amplia base sindical y popular. Si había fracasado en sus
anteriores intentos electorales por alcanzar la Presidencia, ahora por
lo menos su candidato resultó triunfador sobre el candidato neoliberal
de Collor de Mello. Los sectores y círculos de la burguesía nacional
brasileña, así como de sus capas colindantes con la pequeña burguesía
acomodada, que anteriormente preferían inclinarse por los candidatos
propios afines directamente con el sistema, en particular con su
modalidad neoliberal, ahora parece que buscan ensayar algo así como un
neoliberalismo nacional, que nos luce una mostrenca criatura destinada a
fracasar. No querían entender que lo que aporta la nueva modalidad al
liberalismo tradicional para convertirlo en neo, o sea, un liberalismo
recreado, es, por cierto, el aspecto que lo vuelve más indigerible para
la llamada burguesía nacional y las capas acomodadas de la pequeña
burguesía del Tercer Mundo. Se trata de que es un liberalismo con sus
viejas divisas y sus consabidas consignas de libre comercio y sin
barreras aduanales, pero en la época actual, que no es precisamente la
de la libre competencia, laisse faire, sino la época en que la libre
competencia entre productores burgueses independientes ha sido
sustituida por la época del predominio absoluto de los monopolios, y la
del predominio de la libre competencia entre monopolios y no entre
productores independientes; estos son los rasgos que predominan y marcan
con su sello los mercados. Jocosamente se cae de la mata la irónica
interrogante: ¿puede haber así una real libre competencia de cara a
los mercados? Los brasileños, que de manera interesada lo
quisieron creer, han quedado muy mal parados y hoy cargan con una economía
que de venirse al suelo puede marcar para América Latina la hecatombe
final del neoliberalismo y todas sus fantasías e ilusiones falsas. EE.UU., bajo el gobierno de George W. Bush, adoptó
a principios de año medidas de nítido corte proteccionista respecto a
la producción de acero a favor de sus productores, lo mismo que en
diversos renglones agrarios, al tiempo que demandaba la implementación
del ALCA para la región americana, esto es, un Area de Libre Comercio
Americana (ALCA), con lo que se proclamaba dueño y señor de su propio
gran mercado norteamericano, negándole a la vez, por ley y decreto y de
hecho, acceso a su mismo mercado norteamericano al Brasil en particular,
en tanto, como si no fuera nada o bien, como lo más natural del mundo,
se prepara para tragarse en forma leonina el gran mercado
latinoamericano, y con ello las naciones del Continente. Al parecer, Brasil ha reaccionado y ha querido
tener como Presidente no un neoliberal tradicional, ya que no le ha
resultado tan afortunado, sino un Presidente que sea capaz, conforme a
su historial y a sus proclamas, de resistir y hacer frente a los
desmanes imperiales norteamericanos que están tocando en forma nada
amigable al gran gigante latinoamericano con su economía que mal que
bien es la número 11 del mundo. Este giro y esas circunstancias explican tanto el
vuelco de esa burguesía como de la acomodada pequeña burguesía hacia
el llamado PTB de Lula y hacia éste, que en varias ocasiones anteriores
lo habían rechazado por socializante y comunistoide. Se espera que, en efecto, el nuevo gobernante
electo para el Brasil le dé la pelea a los Estados Unidos, sobre todo
en lo referente al ALCA. Ojalá y así sea. Pero en cuanto a las grandes masas de votantes del
Brasil, que son básicamente trabajadores de las ciudades y de los
campos, esto es, obreros industriales y agrícolas, empleados, técnicos
y profesionales, así como medianos y pequeños productores y
comerciantes, no hay muchas esperanzas de que terminen recibiendo
grandes o siquiera perceptibles cuotas de beneficios en materia económica,
política y en dividendos de conquistas sociales. Para los dominicanos, que han sufrido repetidos
engaños con el PRD, PLD y PLD, desde Antonio Guzmán, Salvador Jorge
Blanco, Leonel Fernández y ahora con Rafael Hipólito Mejía, no sería
ninguna sorpresa que Lula terminara defraudando las esperanzas puestas
en él por el Continente Americano, y en particular por su pueblo
brasileño. No cabe duda de que es a través de la experiencia
propia y concreta que los pueblos van conformando una conciencia clara y
objetiva de la naturaleza de sus grandes problemas y de cómo terminar
resolviéndolos. La preconizada inevitabilidad de la revolución popular y el socialismo, que sustenta la doctrina marxista-leninista, es la expresión teórico-científica que surge de la síntesis más profunda a raíz del estudio de la realidad y el desarrollo de la lucha de clases y de la naturaleza de la burguesía, de los monopolios y el imperialismo.
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