Rafael Hipólito Mejía convierte República
Dominicana en paraíso y refugio delincuentes internacionales de toda laya Ahora es Arnoldo Alemán,
ya habíamos advertido los casos Carlos Andrés Pérez, Salinas de Gortari
y sus agentes y el rufián Castro del Banco Latinoamericano
El
ciudadano que es Presidente del Poder Ejecutivo, que responde al nombre de
Rafael Hipólito Mejía, al parecer carece de una percepción clara entre
lo moral, de un lado, y lo inmoral del otro lado, o bien vive en medio de
la más primitiva promiscuidad entre la naturaleza de los llamados valores
éticos y los antivalores dentro de este mismo campo, si no es que su
actitud, calificada hasta por un periodista cubano gusano, Openheiner,
como vergonzosa, no es más que la corroboración de que, tal y como
establecen en su contundente fórmula Carlos Marx y Federico Engels, el
ser social determina la conciencia social y la conciencia social determina
la conciencia individual. Esto
lo ventilamos a raíz del ofrecimiento de asilo político al corrupto ex
Presidente nicaragüense Arnoldo Alemán, hecho por Rafael Hipólito Mejía,
el perito agrónomo Presidente del Poder Ejecutivo, que no acaba de
aclarar a la ciudadanía dominicana que él no es ingeniero, que él se
graduó apenas de perito agrónomo en el Instituto Politécnico Loyola en
San Cristóbal, y que más tarde hizo un curso de 3 meses de inseminación
artificial para ganado vacuno en una Escuela de Agricultura en Texas,
EE.UU., pero que él jamás ha hecho master ni post-grado universitario
alguno, ya que él no posee título universitario básico y no posee
tampoco formación técnica superior alguna, que son los requisitos
previos a llenar para realizar un post-grado. Ese
ofrecimiento por parte del perito agrónomo Rafael Hipólito Mejía sólo
contribuye a acentuar la deplorable imagen que están empeñados en
acentuar de la República Dominicana los politiqueros de todos los
partidos del sistema, y en particular los perredeístas con los rasgos
propios que, en materia de inescrupulosidad, dejara sentado el tal José
Francisco Peña Gómez. La
impunidad, que indudablemente es uno de los lados sólidos de la concepción
primitiva de Rafael Hipólito Mejía, parece galvanizada por la instigación
persistente de su maestros jesuitas del Loyola, cuyo estandarte es: el fin
justifica los medios. Hay
que tener un tupé fuerte, como se dice en el pueblo, para ofrecerse así
como así con su cara muy limpia para dar asilo a un personaje que ha sido
evidenciado como un rufián político, corrupto, ladrón e inescrupuloso,
como es ese llamado Arnoldo Alemán, traducido con todas las de la ley a
los tribunales por el robo de más de 100 millones de dólares a su propio
país. Ya habíamos advertido con el caso de Carlos Andrés Pérez que Rafael Hipólito Mejía estaba convirtiendo la República Dominicana en un paraíso y refugio de delincuentes internacionales de toda laya, y que así lo corroboraba el hecho de que le entregara una exención para zona franca a uno de los delincuentes Castro del Banco Latinoamericano, condenado por estafa en Venezuela y perseguido aquí por la Justicia por la estafa tanto de ese banco como de la Latinoamericana de Seguros. En todos estos casos están involucrados inminentes banqueros dominicanos, que son socios de los Arnoldo Alemán, Carlos Andrés Pérez, Salinas de Gortari y sus agentes, como el rufián Castro.
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