Se
ha comprobado como verdadera estafa y mostrenca mentira lo del Papa
Wojtyla y el Vaticano respecto a supuestos milagros de la farfullera madre
Teresa
Como
bien establece el filólogo pequeño burgués idealista Ernesto Renán,
para que se llegue a creer en la realización de un milagro, la primera
condición es que sólo se produzca entre gente que crea en tales falacias
y supercherías, ahora se ha comprobado que es una verdadera estafa y una
mostrenca mentira lo del Papa Wojtyla y el Vaticano respecto a los
supuestos milagros de la farfullera madre Teresa, bases de su futura
canonización. Como
dentro del ritual de santificación, entiéndase el negocio de crear
dizque nuevos santos con fines de engaño y estafa, se debe cumplir como
requisito previo que el personaje propuesto haya en vida efectuado un
milagro. Con la farfullera madre Teresa, el Papa y la curia Vaticana se
inventaron que ese milagro se efectuó bien lejos, por allá por la India. Pero
resulta que el supuesto milagro fue tajantemente desmentido por los médicos
que atendieron y dieron seguimiento a la supuesta beneficiaria del
imaginario milagro de la tal Teresa. Se
traga de que la nombrada Monika Besra se curó de un tumor canceroso no
por obra de la farfullera Teresa, que ahora quiere ser erigida en una
empresa Vaticana católica llamada Santa, sino a consecuencia directa del
riguroso tratamiento a que se le sometió en el hospital Balurga
con medicamentos calificados hechos por la ciencia y el hombre, en
consecuencia, sin que interviniera ninguna supuesta deidad divina, como
dios, espíritu santo ni ningún otro invento hechicero de tal naturaleza. Si
Rafael Hipólito Mejía y Domínguez, de quien cada vez son más
convincentes los rumores de que sufre de un mal parecido al de Monika
Besra, pretende encontrar cura -si es que acaso la tiene y el mal no es
incurable- debe dejarse de estar montando show de rezadera y ritos de carácter
mágico-religioso, como apareciera haciéndolo recientemente en la
inauguración del campo deportivo de la Liga Centro. Eso de
estar implorando con los ojos cerrados y movimientos de manos
semi-cerradas, como en ritos de trances y tan propios a las religiones
animistas del Africa, pidiéndole a deidades y tótem inexistentes son
cosas propias de pueblos y gente salvaje o primitivas. Un verdadero
Presidente debería dar ejemplo de apego a la ciencia, a la cultura y a la
verdad y dejarse de esos actos vulgares de brujería. De ese modo podría
ayudar más a su pueblo.
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