Lo del cardenal Nicolás Hildebrando Borgia López Rodríguez no tiene madre ni punto de comparación

Arremete contra la ONU y no oculta que le duele y molesta existan organismos para la defensa de los derechos humanos

 

Lo del cardenal Nicolás Hildelbrando Borgia López Rodríguez no tiene madre ni punto de comparación. No sólo está en claro lo de su ignorancia y brutalidad, comparable a la de un vulgar mulo de carga, aunque dicho sea de paso, a diferencia de esa noble bestia de carga que tanto sirve al hombre, el Cardenal nunca ha dado un golpe y el precepto de vivir del sudor de la frente lo ha trocado, como ejercicio propio de todo sacerdote cristiano, por el de vivir del sudor del de en frente, esto es, vivir parasitariamente a costa del que trabaja.

Por ejemplo, el mayor general de las FF.AA., que es el rango de Nicolás Hildebrando Borgia López Rodríguez, ha arremetido el domingo 10 de noviembre contra la ONU por el hecho de ésta haber asumido un papel activo en materia de los derechos humanos.

Al mayor general Nicolás Hildelbrando Borgia López Rodríguez lo que le duele es que con eso la Iglesia Católica ya no puede seguir cometiendo tantos crímenes impunemente como lo ha hecho desde hace 17 largos siglos, bajo el peregrino alegato de que ellos -los curas- representan a su dios y de que -por ser sus representantes en la tierra- les asiste el llamado derecho divino, cuya forma jurídica pretenden fundamentarla en las bestialidades criminales conocidas como derecho canónico.

La ONU, aún siendo una institución que actúa como herramienta del imperialismo y en particular del de los EUA en casi todos los terrenos, es un millón de veces más idónea que las iglesias católica y protestante juntas.

Expertos en tergiversar y manipular como todo arzobispo católico del que Marx dijera que sólo es superado en perversidad por otro obispo católico o por un obispo protestante y viceversa, Nicolás Hildelbrando Borgia López Rodríguez reclama que los gobiernos no le hagan caso a la ONU en materia de los derechos humanos ya que no fue instituida para tales fines. Y aquí cabe la pregunta: ¿y la iglesia cristiana fue instituida acaso para asesinar, mandar a asesinar, para apoyar dictadores como Trujillo, Rosas, Duvalier, Hitler, Mussolini, Pinochet, Somoza, etc.?

La Iglesia y el cristianismo, pregonan sus documentos, está para traficar con el opio de los pueblos llamado religión cristiana, pero es indudable que sus representantes gustan usarla para tener, sobre todo y principalmente, acceso al usufructo privilegiado de los bienes terrenales de los hombres, sobre todo el oro, el dólar o los placeres sexuales, no importando que sean aberrados o no, y el buen vino, o el exquisito guizque.

Traduciendo lo que en verdad reclama en forma artera e hipócrita el cardenal Nicolás Hildelbrando Borgia López Rodríguez, hay que subrayar que no oculta que le duele y le molesta que existan organismos para la defensa de los derechos humanos, y es ahí que expresa: “La ONU apoya organizaciones que, a nombre de la defensa de los derechos humanos, respaldan a delincuentes” agregando que, sin embargo, nunca la ha oído protestar contra el aborto.

Y que, sin embargo, promueve, a nombre de los derechos humanos, hasta el matrimonio de los homosexuales y de las lesbianas.

No cabe la menor duda de que por lo menos que Nicolás Hildelbrando Borgia López Rodríguez emite todas esas vacuencias retrógradas y archi-reaccionarias es por la vida y la gente, pues, la humanidad es lo que nunca le ha importado a la Iglesia cristiana.

A ese mismo cardenal Nicolás Hildelbrando Borgia López Rodríguez lo oímos expresar en Nueva York que rechazaba de plano la postura de los obispos estadounidenses de echar de la Iglesia a los pedófilos, homosexuales y pervertidos de toda índole que cunden las filas de los curas católicos.

Y mientras reclama la permanencia y da respaldo e irrestricto apoyo dentro del seno de la Iglesia a todos esos degenerados en el exterior, aquí en República Dominicana concurre al canal oscurantista 41 de TV, que de los recursos del pueblo le regalara el Estado para despotricar hipócritamente contra el derecho al aborto, contra los homosexuales y las lesbianas.

El argumentajo del cardenal Nicolás Hildelbrando Borgia López Rodríguez es que se trata de acciones contra-natura. ¡Ah! ¡Precisamente! Quisiéramos que este Nicolás Hildelbrando Borgia López Rodríguez nos dijera si hay algo más contranatura, aberrado y degenerado que el tristemente célebre celibato, instituido por esa bestia criminal que fuera el monje Hildelbrando, que adoptó como Papa el nombre de Gregorio VII, al que reveladoramente canonizaron como San Gregorio.

Y que fuera el eterno amante de la virago Matilde Canosa, en cuya propiedad feudal terminara muriendo, en violación de esa blasfemia contra la condición humana que es el infame celibato. Esta es una de las hazañas históricas del monje Hildelbrando y por lo cual le llamamos así a nuestro dilecto cardenal Nicolás Hildelbrando Borgia López Rodríguez.

A este tenor hay otro aspecto sobresaliente en dicho monje, como lo de supeditar el poder del Estado secular al poder papal. Y lo de Alejandro Borgia es no sólo lo de su lucha por consolidar todo aquello, sino por su inigualable vocación por el crimen y las riquezas terrenales.

Esto sería que la historia se repite siempre: la primera como tragedia y la segunda como comedia.

He ahí, pues, a Nicolás Hildelbrando Borgia López Rodríguez.

 

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