¡No me defienda compadre!

 

Resulta incalificable la formulación cargada de cinismo y burla del llamado Embajador norteamericano en el país, el puertorriqueño Hans Hertell, respecto a que el gobierno de Rafael Hipólito Mejía mantiene una lucha contra la corrupción.

Como se recordará, el embajador norteamericano es socio del contratista al que el gobierno de Rafael Hipólito Mejía le concediera grado a grado la construcción del ferrocarril que uniría Haina con San Francisco de Macorís, y que tras la verificación de una indagatoria al respecto, saliera a la luz pública que ese contratista socio del nombrado Hans Hertell tiene sometimiento por actos dolosos de corrupción y soborno tanto en Puerto Rico como en los Estados Unidos.

Las palabras de Hans Hertell pretendiendo acreditar al corrupto gobierno de Rafael Hipólito Mejía sólo quedan como agravantes tanto para esta administración como para su primer incumbente.

Eso de que Rafael Hipólito Mejía quiera contrarrestar el convencimiento generalizado en la población sobre su carácter de corrupto con lo de mis manos están limpias, sólo contribuye a refrescar la memoria de que Salvador Jorge Blanco montó su campaña bajo ese lema y terminó condenado a 20 años de cárcel y a multas multimillonarias que, por cierto, el mismo Rafael Hipólito Mejía diligenciara para que más adelante fuera absuelto.

Ahora está más claro que nunca que su tesis, la de Rafael Hipólito Mejía, de que es partidario de que ningún ex Presidente vaya preso, es por estar consciente de que sólo la impunidad le garantizaría a él, si se acepta como premisa inamovible de la vida política nacional, que sus huesos no irán a parar a la cárcel de Najayo junto con todos los suyos.

 

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